Chinchinera sorprendió con su ritmo a porteños
Ana Carolina, junto a Fran Sepulzar, forman bandita La Inquieta, con la que interpretan temas del cancionero tradicional y latinoamericano.
Aunque cada vez son más escasos, no es novedad que un chinchinero le ponga ritmo a las jornadas porteñas. Pero que una mujer se instale en la espalda este tradicional instrumento, lo toque y baile al mismo tiempo, sí que sorprende.
Esta semana Ana Carolina Pinto cautivó a los porteños junto a la saxofonista Fran Sepulzar. Ambas forman Bandita La Inquieta que en las tardes se instaló en Condell con Pirámide a contagiar su alegría.
"Estamos juntas hace un año y medio, nos llamamos Bandita La Inquieta a propósito que nos gusta movernos de un lugar a otro, trabajamos en diferentes partes de Chile", cuenta la santiaguina Ana Carolina, quien estuvo en Valparaíso para ensayar junto a Francisca -residente en el Puerto- y aprovecharon de salir a la calle a bailar e interpretar su música.
Ambas artistas tienen pasado común en la danza y mientras estaban en una escuela carnavalera se interesaron por la música. "Ahí le empezaron a tincar a la Ana las percusiones y a mí los vientos. Ha sido algo súper autodidacta, no fuimos a estudiar al conservatorio, hemos ido aprendiendo en la calle, deshinibiéndonos. Nos ha gustado un montón, porque podemos conversar con la gente mirándola a la cara y ver cómo reaccionan. No tenemos que estar sobre un escenario para mostrar algo", comentó Fran.
Ana Carolina cuenta que aprendió a tocar el chinchín en la Escuela Carnavalera Chinchintirapie. "Ahí estuvo el instrumento cerca para cualquiera, me entusiasmé y lo tomé. Vi que era un instrumento bailable y tocable a la vez, eso me llamó la atención, experimenté con él y me encantó. Me encantó lo que se sentía y llevar el ritmo. Fue la conjunción de dos cosas que me gustan mucho, la música y la danza".
A pesar de ser un terreno masculino, Ana Carolina cuenta con el apoyo de los Chinchineros de Tradición Familiar de Santiago. "Al principio ellos eran bien reticentes a que hubiera personas ajenas a su familia tocando el Chinchín, sin embargo se dieron cuenta que lo hacíamos con respeto y nos gustaba mucho".