Profe viñamarino de vedetos la rompe en el norte
Juan Carlos Cárdenas, alias el "Tigre", asegura convertirlo a usted en stripper en dos meses, si es que tiene talento y buen físico. Por las tardes, quien fuera Míster Vedeto '95, prepara los jóvenes talentos de la entretención femenina.
Le podría pasar a cualquier varón que vaya caminando desprevenido por la calle. Si usted es de sexo masculino, tiene entre 25 y 40, buen porte, músculos de preferencia y cara de galán, está en el público objetivo preciso para que un hombre con un tigre estampado en la polera se acerque a meterle conversa. Él le mostrará sus credenciales, le preguntará si baila -ojalá bien- y si usted no es de esas personas que se intimidan cuando un desconocido les sale al paso a hacerle preguntas de la nada, felicítese: fue escogido entre miles de hombres para ser el próximo vedeto estrella de los candentes espectáculos femeninos del norte.
Los pocos escogidos que asumen el desafío deben entrenar por las tardes, cuando la Playa Paraíso está repleta de gente apretujada tratando de estirar una sola toalla más para tomar sol. Puntual, a las siete, llega Juan Carlos Cárdenas (47), alias el Tigre, una verdadera leyenda de los martes femeninos de los años noventa en Viña del Mar, que llegó a ser Míster Vedeto '95. Hace unos años se vino a vivir a Antofagasta, pero ahora se presenta como showman. Eso, además de ser el único profesor del arte del stripper en el norte.
El Tigre está con gorra, buzo y una chaqueta fluorescente esperando a los dos alumnos que llegaron acá descubiertos por él o por contactos. Disciplinados como veinteañeros entrenando en el servicio militar, los futuros vedetos parten sacándose la polera para mostrar sus tonificados músculos. El Tigre se saca la chaqueta para empezar la clase y deja ver una polera musculosa con la cara de un tigre furioso que mira fijo. Andrés (24) y su amigo parten subiéndose a las máquinas de ejercicios de la municipalidad para hacer flexiones de brazos. Arriba, abajo, arriba, abajo. ¡Sigan calentando no más cabros, ah!, les dice el Tigre.
-Acá se preparan físicamente. Después los pongo acá -el Tigre señala el suelo- y comienza la práctica de pasos. Tienen que moverse al compás, sin música. Yo bailo así no más.
El profesor demuestra los años de oficio. Tigre gira rápidamente y mueve rápidamente los pies hacia atrás, sin la necesidad de un parlante sonando. Uno, dos, tres. "¡Para el lado!", dice mirando a los ojos del fotógrafo. "Eso, siempre mirando al público, siempre mirando al público". Cuatro, cinco, seis. Se detiene. En este rato sólo se oyen las gaviotas y las olas chocando con el roquerío, pero para el Tigre fue como si sonara tecno o eurodance con cientos de mujeres gritando de fondo, deseosas de mirar la zunga de leopardo que aún guarda para hacer clases.
Martes femenino
El entrenamiento es acompañado por John del Pierre (33), uno de los vedetos antofagastinos que llevan más tiempo en los escenarios como número fijo de despedidas de soltera, fiestas privadas, cumpleaños, baby showers, etcétera. John siempre ha sido físico culturista y hasta hoy cuida un peinado tipo Jean Claude Van-Damme en Soldado Universal. Años atrás un amigo lo invitó a bailar y le quedó gustando. Las interesadas pueden pedirlo a domicilio en cualquiera de sus versiones: vaquero, almirante, piloto de avión, guardia de seguridad y de Conan el Bárbaro. "Aunque el que más le gusta a las chicas es el vaquero y el almirante", dice.
John trata que su trabajo sea lo más profesional posible. En el show probablemente ponga un reggaetón y se empiece a sacar la ropa ante la mirada lasciva de las chicas. Bailará sensual, seducirá a la cumpleañera o futura esposa, pero todo con su límite. Si alguna mujer se sobrepasa, se le acerca peligrosamente con un cigarro encendido o le tire un copete, él se vestirá y terminará el show altiro.
-Tú tienes que poner tus límites y si no los pones se te desordenan, sobre todo en casas particulares. Donde todas las minas se conocen, ahí se te suben por el chorro, en algunos casos tienes el riesgo que te pueda pasar algo por el hecho que se te descontrolan un poco- dice John.
John cuenta que varias veces pasa en las despedidas de soltera que la cosa se descontrola. Da lo mismo que esté la suegra, la cuñada o la hermana del novio, hay mujeres que terminan en sostenes o quieren ir más allá. Él, un profesional, llega al límite. Esto es un juego de seducción, dice el artista.
-¿Qué les gusta, algo en especial?
-Lo que les gusta es el reggaetón, ahí tienes el público más encendido. Éste es el arte de seducir a la mujer. Si la mujer se siente seducida, va a romper el hielo y la mina se va a soltar.
Las luces
Ésta es la quinta clase de Andrés Cardona (24), aspirante a vedeto que de lunes a sábado viene a hacer ejercicios a la Playa Paraíso y que un día un amigo le ofreció meterse en este mundo de los martes femeninos. "Le seguí la corriente hasta que me metí en el cuento", dice. Andrés es colombiano, tiene un tatuaje en el brazo y dice que nunca ha bailado ante tantos ojos femeninos pero que va a echarle "pa'lante no más". Yo soy un coqueto, asegura.
En la banca de al frente, su polola entrecierra los ojos.
-¡Pero tú eres mi amor!- se ríe Andrés. -Ella es mi mujer. Obvio que no le gusta pero es el trabajo...
-¿Usted no se pone celosa?- pregunta "La Estrella" a la chica.
-Obvio...
Para ser vedeto hay que ser humilde, alecciona el Tigre. Cuando el entró, asegura, bailaba como las momias y le pagaban diez lucas cuando otros, por la misma pega, ganaban 40. Los maestros van viendo quien es más pinturita y al final terminan separándolo. Quien no se crea el hoyo del queque seguro va a progresar en este mundo. Después el Tigre se compró su ropa y empezó a ganar 30. A los tres años, recién le pagaron cuarenta mil pesos por show.
La primera vez que el ahora maestro salió a bailar al escenario, el Tigre se empinó unos copetes y no le fue bien. Pasaron meses hasta que se hizo conocido con su traje, máscara y zunga de leopardo por la noche. Dice que cuando paseaba con chaqueta y pantalón de cuero, las mujeres lo reconocían y rogaban por una foto con él. Muestra un portadocumentos lleno de recuerdos de su época de gloria. En una fotografía aparece con cara de satisfacción rodeado de mujeres de sonrisa pícara y chalecos anchos.
-Yo las saludaba (cambia la voz, como locutor FM) "Cómo están, bienvenidas". Antiguamente no llegaban cien mujeres, llegaban mil. Eran más liberales- reflexiona. Son los tiempos, asegura.
Van a ser las ocho de la tarde y el entrenamiento llega hasta aquí. La gente en la playa se está yendo y ahora sí hay espacio para poner toallas porque el sol ya está bajando. Los aprendices se secan la transpiración y probablemente pasen a engrosar la lista de vedetos que salieron de la mano del Tigre, quien por las noches guarda la zunga de leopardo para ponerse chaqueta beige y agua colonia para presentar el próximo vedeto de la noche en algún espectáculo femenino, además de buscar en las calles algún talento escondido que podría transformar a un Robocop en el objeto de deseo de las chicas. En dos meses lo dejo clarito, si es que tiene talento, asegura.
Usted podría ser el próximo.