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En el carro de la victoria: el ¡presente! del 'Compañero Yuri'

Acompáñenos por un goloso viaje al interior de uno de los personajes populares del Puerto que sacudió la agenda noticiosa al asumir con boina y juramento explosivo mediante, como concejal por Valpo para el período 2016-2020.
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Guillermo Ávila Nieves - La Estrella de Valparaíso

E hombre que después del alcalde Jorge Sharp eclipsara más simpatías esta semana se encuentra sentado sobre una destartalada banca verde oliva al lado mío. El pavimento está salpicado al chanel aromático recién fresquito de un tierno quiltro que reposa plácidamente al costado nuestro.

Más allá, y casi en paralelo, a metros de su movida comercial ambulante tapizada al lienzo en homenaje a su gurú, Salvador Allende y la Unidad Popular, dos sujetos pasan. Lo saludan con el puño arriba, al igual que una coqueta chica de mallas ajustadas e irreverente cabellera rojiza al viento, mientras este hombre parece preguntarse cómo va a ser su nueva vida a contar de este miércoles 14 de diciembre. Fecha significativa, para él: asumirá, tras una nueva intentona política (edil en 2012 y core 2013), "por fin" como concejal electo por Valparaíso.

Hace cuatro días -y a eso de las 16:00 horas-, cuando todo esto comenzó, la gente allí congregada en el edificio Consistorial no gritaba demasiado. Tampoco aún levantaban los puños ni aplaudían en alto voltaje. Sólo cuando él prestó solemne juramento a su manera, como cantaba Frank Sinatra, sólo entonces, se prendió un eléctrico enjambre de personas reunidas en calle Condell para levantar puño en automático y bramar prolongados loas de lo que pudiese ser un personaje estrella. Y si tuviera sonido sería a lo Chico Trujillo. A puro ritmo.

Porque Yuri Zúñiga Zúñiga es el "Compañero Yuri". Sencillo, "pero con actitud". Como otro Yuri (Gagarin), aquel cosmonauta soviético que fue el primer humano en viajar al espacio exterior (1961).

¡A los completos!

Son pasadas las nueve de la noche. Valparaíso comienza a evaporarse en el feriado religioso de la Inmaculada de Concepción. Y Yuri se baja, cuan raudo combatiente por la Sierra Maestra cubana -a propósito del extinto Fidel-, de su carreteada camioneta roja con la imagen arriba del "compañero Allende" de copiloto guiando su camino. A esta hora, hay que suministrar al popular carrito sanguchero de gula para aquellos vampiros del noctámbulo diente largo. Muy largo. Hasta las 06:00 AM.

Ya en la plaza, sobre la cabeza, su sello: una mítica boina roja, aquella que un indigente le obsequiara hace unos años a modo de cariño. Sin embargo, de cerca, sus rasgos duros y afilados contrastan con aquella envolvente dulzura al tono de alguien que destila carisma bajo un ceño fruncido. Las arrugas y líneas de expresión en su cara delatan sus 54 años de vida. O, que es lo mismo en él, de cuando vio luz por primera vez en el año del Mundial del 62' bajo un polarizado mundo a la guerra fría con las dos potencias, Estados Unidos y Unión Soviética, al borde de apretar el botón nuclear para mandar todo al carajo tras la crisis de misiles en las costas cubanas.

Fue el séptimo de diez hermanos. Su padre, Florindo Zúñiga, era un conocido dirigente sindical de la construcción. "Tengo recuerdos marcados de él: cuando lo entrevistaron en radios, cuando participaba en mitin, cuando se fue detenido y encarcelado en Puchuncaví...".

Luego de este encuentro -que nos llevó hasta su casa heredada por parte paterna en cerro Esperanza "donde fui procreado", dice-, nos confesará, con ojos rojos, cual espejo político, que jamás se había abierto a tanta intimidad.

Misma que asume que a los meses de vida, las perchas dieron al cuarto sector, en Playa Ancha. Y que ya a sus quince primaveras, se curtiría del campo al vivir en Limache. No fue lo suyo: se escapó para irse a Santiago. Allá la Biblioteca Nacional se transformó en su "primer hogar". También al intelecto: se nutrió de tomos de Marx, Lenin, Mao, Engels, todos cracks… de la apología a la hoz y el martillo que golpearía, y fuerte, sobre su conciencia existencial.

Días de gloria (¿y fe?)

Aunque no se crea, asevera ser un creyente.

Para concertar su entrevista, no hubo que recurrir a intermediarios de la agenda larga. Todo en él parece simple. Directo. Callejero. No tiene secretarios que le atiendan el celular, ni tampoco filtra llamadas según el numerito que aparezca en el display.

"¡Estoy tremendamente contento! Tuve un exceso de emociones. El hecho de haber salido electo y que la gente me saludara tanto... Fui el más aplaudido ese día", desliza al rescate emocional como titula un álbum de los Stones.

En retrospectiva, durante la época del gobierno militar, Zúñiga precisamente mostraba veta de líder. Así lo hizo saber al frente de presidencias de cursos en distintas escuelas. Una educación que concluyó en el viñamarino Liceo Guillermo Rivera.

De allí, un salto a la sobrevivencia. Había que comer: ayudó a uno de sus hermanos (Marcial, en rigor) a hacer pasteles en su 'amasandería'. Los vendía en la Ciudad Jardín. Con creativos carteles fluorescentes, captaba atención, en él natural. Además hacía láminas para anunciar su rico café "Yurilin". Así se hizo comerciante. "Si me hubiese ido con otro hermano carpintero, hubiese sido carpintero como él", sentencia cual cultor de la filosofía zen en vibra.

Si algo tiene claro el hombre que hoy puede presumir de una biblioteca con "¿más de 20 mil obras?" (vamos Yuri, ¡ni Alejandría!) de mayoría ideológica en su abierta Biblioteca Popular Salvador Allende, en su casa también de puerta roja en Esperanza, es que siempre ha tenido marcado en piel el tema de la identidad.

Pero detestó el apodo de Yurilín. Tal vez para escapar de etiquetas, forjó nueva identidad. Esta vez de vuelta en la cuna: barrio Puerto, en 2003. Por esa época tenía otra familia de la que prefiere privacidad. Se trataba de un momento duro en aristas para Yuri. De esos que hay que saber salir adelante, como con su carro de completos acarreado a pulso.

Ya con la dicha, una mujer. Su actual pareja Jessica Pulgar -generalísima de su campaña- oriunda de Valdivia. Se conocieron a una cuadra de donde estamos conversando ahora, en avenida Brasil casi con Bellavista, al frente, en la entrada del supermercado Santa Isabel. Cuando él estaba por cumplir un año separado, y ella también, flechó Cupido: "¡Nos juntamos dos separados!".

Ahora su mirada dura se torna radiante. Las pupilas vibran. Expanden, como para indagar en su custodiada intimidad, a la altura del candado facial.

-Yuri, ¿cómo fue ese encuentro de amor?

Ella, que en ese tiempo estudiaba para asistente social, iba con un amigo suyo. Se cruzó tipo 22:00 horas. Yo los invité a vender café al lado de mi carro. Conversamos y de allí no nos separamos más.

-¿Qué siguió?

Pasaron los meses y entonces quedó embarazada: nuestro hijo mayor de 10 años tiene por nombre, compañero Salvador Emilio. Yo quería ponerle Salvador Allende, pero ella no me dejó.

-¿Tuvieron más hijos?

Después de siete años, mi compañera Jessica queda esperando a la compañera Gladys (en honor a Marín). El martes 6 cuando yo juro como concejal, la compañera Gladys, mi otra hija, cumplía 2 años nueve meses. ¡Un día de emociones!

En la lucha, siempre

Asegura estar convencido que es un difusor de la memoria histórica del ex presidente Salvador Allende, el mismo personaje de los 200 años de independencia reconocido en una encuesta por el Bicentenario y que tanto le hace poner pecho de paloma. Caja toráxica que resalta ataviado a la capa roja de chef.

Si uno le consulta por pasatiempos, todo conduce a la política. Si se le pregunta por su pasión, la política, más que la comida, es su faro. Lo mismo con la lectura, programas favoritos, conversa, hasta los nombres de sus sanguchitos caseros sirven de homenaje a sus próceres de los discursos eternos. La única salvedad, si es que los del loro fueran políticos, es su incondicional amor por Santiago Wanderers. "Le traspasé esa pasión a mi hijo", sostiene, mientras, segundos después, vuelve a hablar… de política. Transversal, engrupe que incluso "escucho a Checho Hirane". Entonces, a lo analista político Germán Gamonal, vamos al quién es quién.

-¿Cuál será su aporte como concejal?

(Suspira. Piensa, cinco segundos y desmenuza). En esta nueva administración se supone que me van a facilitar mi trabajo como concejal. Porque el nuevo alcalde y sus asesores son todos de izquierda. Por tanto, mis proyectos van a ir apuntados a hacer un diagnóstico real de los bolsones de pobreza de Valparaíso.

-¿Cuáles áreas considera de mayor análisis?

Agua potable: hay zonas acá que no cuentan con el vital elemento. Puerto: Valparaíso es puerto, y creo que el T2 tiene que hacerse, pero que tributen al municipio. Pienso que el nuevo alcalde desea revisar los contratos y acuerdos. Un plebiscito local sería muy bueno. Lo de la basura es tremendo, asunto cultural de los propios porteños...

A lo perestroika, su discurso va más moderado,"un mall da plazas laborales", afirma. El reto: este miércoles, 10 AM. Dice que al Consistorial no irá a robar cámaras. Tampoco ponerle piedras al camino del alcalde y colegas. Su arenga: "¡El compañero Yuri sólo está para aportar!".