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Guardianes de la bahía: los salvavidas al rescate estival

A días de iniciar una nueva temporada de verano, más allá del relajado ambiente de arena, sol y playa, también hay riesgos. Sepa cómo estos rescatistas se certifican, qué hacen ante emergencias y de qué forma se la juegan en el agua.
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Guillermo Ávila N. - La Estrella de Valparaíso

"!Baywatch!", exclama un turista japonés desde el cemento arriba en la playa Caleta Abarca a quien parece ser su guía traductor chileno. "Sí, allá van", replica éste (en inglés).

A lo lejos, pudiera ser una escena… de esas típicas en cámara lenta. Las mismas que salpicaban la pantalla chica hace unos años cuando aquellos apolíneos guardacostas californianos que no le hacían asco a los fuertes oleajes, ataques de tiburón y a esos bañistas incautos al peligro.

Como un explosivo escuadrón cargado a los sugerentes bikinis rojos y torsos de acero, la pandilla del mítico personaje 'Mitch Buchannon' por las playas de Malibú, de alguna lejana forma, asemejan al espectáculo que esta mañana se posa sobre este popular balneario viñamarino. Misma percepción que aquí parece tener aquel curioso nipón que no se despega a las fotos de su ultra moderno celular.

Al agua, patos

En eso, tiritando del frío por la gélida mar propia de la corriente de Humboldt, emerge de la orilla un cabro adelantado al pelotón. Es Moisés Muñoz, de Forestal, que con su impermeable traje adosado al cuerpo como primera piel, busca la meta.

Ya bajadas las palpitaciones, narra que lleva 10 años como salvavidas en la playa El Sol. "¡Siempre primero! Para eso, hay que entrenar duro todo el año: eso da frutos", dice Moisés. Y de esto, sabe: le ha tocado sacar del agua a mucha gente. Algunos sin ropa de marejadas, "incluso a chiquillas", añade picarón.

A esta hora, Caleta Abarca sólo alberga a Personal de Capitanía de Puerto de Valparaíso, Bote Salvavidas y profesionales del Sapu, incluso con ambulancias y equipos en caso de emergencia para quienes se encuentren rindiendo las pruebas.

En un lapso de ocho minutos, los aspirantes o aquellos que buscan revalidar su certificación como rescatistas deben completar un supuesto exhaustivo circuito. Si es con aletas, dicho itinerario lo deberán hacer en sólo seis minutos. A lo "Baywatch".

Al detalle: los futuros guardacostas tienen que correr a toda velocidad por la arena en línea recta un trayecto de 50 metros. Luego, de inmediato, piquero a la mar con el objetivo de auxiliar a una "persona" a 75 metros de distancia de la orilla. Tras eso, sacarla y remolcarla de una vez de vuelta hasta la arena. De allí, arrastrarla por al menos 10 metros hasta cruzar unos conos naranjas. Si logran pasar esta prueba en el tiempo, sólo entonces les depara una segunda etapa.

Ya sumergidos en la otra fase, el salvavidas deberá aplicar primeros auxilios y el soporte vital a la víctima (sea por inmersión, calambre, paro y demás): RCP, reanimación cardiopulmonar y aquello que debe realizar en caso de emergencia playera.

Ahora hay otro pelotón de casi diez sujetos, la mayoría menudos pero curtiéndose al trote rápido en la playa para -tal vez- doblegar unos cuerpos que, por naturaleza, están quizás más alejados de los estándares del anatómico físico de un salvavidas tipo "Guardianes de la bahía".

Pero allí está. Firme. Tiene 62 años y una vocación a prueba de horas de entrenamiento. Anuales. Cuando se le pregunta a Marcelino Urbina, quien está renovando su matrícula como salvavidas, de dónde viene la inclinación, menciona esta escena: "A los nueve años me estaba ahogando cerca de una roca al costado izquierdo aquí en Caleta Abarca. Sé lo que se siente estar ahogándose. Por eso quise dedicarme a esto".

Marcelino es del Olivar, en Viña, y trabaja en playa El Sol. También es buzo, al igual que su hija que sacó su matrícula de buzo para saber lo que experimentaba su papá. "Ella encuentra bonito esto", certifica.

Para Urbina, esta será su temporada 39. Una vez trabajando en Reñaca, cuenta, solo él, entre sus colegas, se atrevió a salvar a un infortunado, entre los inmensos tumbos: tras nadar casi 2000 metros mar adentro, tuvo que traerse a la víctima, como pudo. Y logró rescatarla.

De todas formas, han perseverado. También echado horas corriendo, nadando y realizando pruebas para estar a la altura de la temporada veraniega que ya acecha. Y, la mayoría, han superado las pruebas físicas que les pedían; ahora se encuentran con un dilema.

Piqueros, van y vienen

Pero, ¿realmente son imprescindibles esos mínimos exigentes? Las autoridades marinas aquí presentes que prefieren no identificarse aseveran que sí, al igual que un grupo de expertos al agua con tradición en la zona.

Porque si en algo están de acuerdo los aspirantes a guardacostas es que esto se trata de una labor de equipo y que sus características mentales -y de percepción ante el peligro- también pueden ser útiles. No todo es fuerza bruta.

De ahí la trascendencia de la labor conjunta impartida por instituciones que se manejan en estas lides. Club Deportivo de Atletas de Mar, encabezados por Alonso Villa y José Vilches, trabajan en conjunto con la Escuela de Salvavidas Kraken -dirigida por Marcia Bustamante- y el Club de Buceo de Viña del Mar, a cargo de Nadin Gamboa.

Para Alonso Villa, con indumentaria al laburo, es decir, sólo con su short rojo, la prioridad en ellos es enfocarse a personas que no tienen la oportunidad de integrarse al mundo deportivo. "A partir de eso, formamos nuevos deportistas, nadadores y atletas; todo sin fines de lucro".

Cuenta que es muy lindo recibir emociones. Que llevan tres años instruyendo a salvavidas que ni siquiera sabían nadar.

Al lado de Alonso, José, su yunta, recalca: "Sacamos a 15 salvavidas por año. En los tres años llevamos cerca de 50 salvavidas. Trabajamos en playa (temporada estival), también certificamos en piscinas (los buzos tienen trabajo durante todo el año)". En el caso de su club abarcan el litoral de la región.

Todo mientras de fondo la Armada de Chile sigue tomando el examen práctico para aquellos salvavidas expertos en rescate y primeros auxilios.

Kraken, Por dentro

"¡Dios mío!, si tú lo salvas, yo juro que me convierto en salvavidas". De aquella caída -y salvada- de un joven desde el Muelle Vergara, hubo palabra.

A raíz de ello, hoy festeja 14 años como salvavidas oficial. Esculpida al molde de una sirena, Marcia Bustamante, de Playa Ancha, asoma con una contagiosa vibra. Enfatiza que lo suyo al nado fue recién a los 37 años y con el mejor maestro: Víctor "Tiburón" Contreras. "Tenía que nadar 3 mil metros y correr 12 kilómetros diarios. Así me hice en esto".

Como fundadora de la Escuela de Salvavidas Kraken, con su lema "Formando héroes", la entidad sin fines de lucro cumplió el pasado nueve de noviembre, precisamente 9 años. "Fue creada para jóvenes vulnerables de la comuna. Rescatarlos de los malos pasos distractores (delincuencia y drogas) que los alejan del estudio". La idea: darles oportunidades y conocimientos para que tengan una fuente laboral durante el verano.

Su enfoque no está limitado a la edad: van desde 15 a 65 años. Una vez adquirido el conocimiento dentro de la escuela, pueden rendir esta prueba de la Armada de Chile.

Además cuentan con ayuda del extranjero: 'Isla de California' quienes los visitan y colaboran sólo con implementación. También de Australia y Suiza. Incluso la Princesa de Mónaco conoció de esta labor vía Facebook: les regaló una tabla Longboard, de 2 millones de pesos.

En todos, una reflexión desde Caleta Abarca: "Vivimos en el borde costero". Por eso, recalcan los salvavidas, hay que saber evitar los peligros al ingresar al océano, sea en roqueríos, marejadas y corrientes. Claro, siempre habrá imponderables. Pero como bien decía el selfie japonés, "Baywatch!".