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Voluntario de 17 sufrió crueles vejámenes en cuartel de Viña

Bombero de canje de la capital denunció ser víctima de episodios de connotación sexual, los que habrían sido fotografiados y difundidos por whatsapp. PDI indaga el caso donde hay cuatro implicados, tres de ellos de la zona.
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Fabián San Martín D.

"Bomberos chicos buenos", señala la famosa canción del grupo Sexual Democracia, que homenajeó a los voluntarios que a diario arriesgan sus vidas en distintas emergencias. Pero desafortunadamente también hay de los otros, chicos malos, en la centenaria institución.

Así se desprende de un impactante caso de bullying, que incluyó graves delitos y que fue protagonizado por efectivos de la Tercera Compañía de Viña del Mar, donde la víctima fue un joven de 17 años, perteneciente a la Primera Compañía de la comuna de Ñuñoa en la capital.

La investigación se ha mantenido en absoluto hermetismo por cerca de un año, pero cercanos a los involucrados han optado por romper el silencio, avergonzados de la actitud de los involucrados.

De acuerdo a las fuentes consultadas, el hecho se remonta al último fin de semana de febrero de 2016, y tuvo como escenario el antiguo cuartel de la Tercera Compañía, ubicada entonces en un inmueble de calle Los Acacios de Miraflores Bajo.

Malos tratos

Allí llegó como voluntario de canje un menor de 17 años, integrante de la Primera Compañía de Bomberos de Ñuñoa. Venía acompañado de otro voluntario de la misma unidad capitalina.

En principio, el adolescente fue bien recibido por sus colegas de la Ciudad Jardín, pero las bromas se transformaron en un verdadero calvario, con hechos constitutivos de delitos.

De acuerdo al testimonio recabado, la primera "broma pesada", por llamarle así, aconteció luego que el adolescente regresara de prestar servicio en el Festival de la Canción de Viña del Mar. Tras ducharse, el menor descubrió la sustracción de su ropa, por lo que tuvo que salir desnudo.

Al anochecer del primer día de servicio, el joven integró la guardia nocturna junto a sus anfitriones. Pero a medianoche, mientras un bombero salió a comprar una pizza, el adolescente ñuñoíno fue atacado en un dormitorio.

"Me empezaron a molestar de palabra y respondí. Luego sacaron una cinta de embalaje y me amarraron de pies y manos, y me cubrieron la boca con varias vueltas de la cinta de color gris. No entendía lo que pasaba, me decían que me iban a tirar amarrado a la piscina del cuartel. Un voluntario me soltó el cinturón y luego me bajaron el short con el bóxer. Me ponen de guata en el piso con todas mis partes íntimas descubiertas", relató la víctima.

Lo peor vino después. "No sabía qué hacer, a estos sujetos recién los estaba conociendo y pensaba que por ser bomberos no me harían nada malo, pero de igual forma estaba asustado. No pude resistirme más y uno me dijo 'tú no sabes lo que se siente tener espuma de afeitar en el ano', y repentinamente toma un envase de espuma y me comienza a echar en ese lugar".

Nadie lo auxilió

De todo este acto fue testigo su compañero de Ñuñoa, quien, según relató el afectado, no intervino en su favor. Pero el acto vejatorio contra el adolescente no finalizó allí.

"Un bombero sacó un champú y me lo echó hacia el interior del ano... Le dije que no siguiera, pero hizo caso omiso. Sentí un fuerte escalofrío. No conformes con el abuso cometido en mi contra, sin mi consentimiento, me subieron el boxer con el short y me dejaron en el piso como si fuera basura, amarrado. Estuve como 10 minutos maniatado y tuve que soltar saliva para soltar la cinta de embalaje de la boca y cortar la cinta con las manos y los dientes. Fui al baño a limpiarme y cambiarme ropa... Me sentía muy mal por lo sucedido", continúa el impactante relato del joven voluntario bomberil.

Más abusos

Los abusos hacia el capitalino continuaron a la mañana siguiente. Nuevamente le quitaron la ropa que había llevado a la ducha. Algunos lo aguardaban en un pasillo, pero se activó el "chancho" (llamada de alerta) y se salvó de una nueva tropelía.

Más tarde sufrió otro acto lascivo: "Estaba en la cocina y me condujeron a un punto ciego de las cámaras. Me sujetaron de los pies y el torso y uno de ellos me pasó la lengua por el cuello. Cuando me solté le dije que me había dado asco", relató el adolescente.

Tras almorzar y retirarse a su dormitorio, al santiaguino otra vez lo humillaron. "Me dicen que vaya por las buenas o las malas al baño. Comencé a resistirme, ya que estaba asustado por la experiencia anterior, pero de igual manera me llevan a la fuerza. Me dicen 'bájate la ropa que te vamos a depilar el poto' y les supliqué que no. Primero me pasaron la afeitadora por el brazo y se enojaron porque no podían sacar mis vestimentas, y luego me pegan manotazos en la cabeza. Cuando no pude oponer más resistencia, me logran sacar los pantalones y me echaron espuma de afeitar y comienzan a depilar mi trasero. Me sentí muy mal... muy acosado por los voluntarios", indicó el afectado.

Amedrentado

Tras este episodio, el menor acudió a un siniestro forestal y, al regreso al cuartel, nuevamente un voluntario quiso desnudarlo, sin éxito.

Ya el lunes por la mañana regresó a su compañía en Ñuñoa, donde -según afirma- el compañero que lo acompañó a Viña del Mar lo acusó con sus superiores de que tuvo un "mal comportamiento" en el canje. La víctima no quiso en principio revelar los vejámenes recibidos, pero afirma que un voluntario lo amenazó con un electroshock para que relatara lo acontecido, y cuando lo hizo sus colegas reaccionaron con risas y burlas.

"Me fui a llorar a un módulo donde se me acercó un teniente. Me dijo que si hablaba iba a perjudicar el canje entre las dos compañías y la imagen de Bomberos como institución se vería dañada, que olvidara lo sucedido, que eran cosas que pasan en la guardia. Que vería perjudicada mi carrera bomberil si se sabía lo que pasó", concluye el relato.

Sin embargo, la víctima desoyó la advertencia e hizo la denuncia en la PDI de Santiago.

"Estos hechos me menoscabaron, sentí que me vejaron, ingresé a Bomberos esperando encontrar hombres de bien, personas buenas; entendía que estaba en un ambiente seguro y tranquilo donde podría desarrollar mi vocación y voluntariado, encontrando lo contrario. Considero que fue víctima de un delito más que una broma, travesura o bautizo", afirmó en su declaración.

Le tomaron fotos

El afectado sostuvo en la investigación que cuando estaba maniatado y fue vejado, le tomaron fotografías que posteriormente fueron compartidas a través de Whatsapp entre voluntarios de la Primera Compañía de Ñuñoa. Al ser la víctima menor edad, se podría configurar el delito de almacenamiento y distribución de material pornográfico infantil.

El caso fue derivado desde la capital a la Fiscalía de Viña del Mar, que determinó que la Brigada de Delitos Sexuales y Menores (Brisexme) de Valparaíso, junto a peritos de Lacrim, efectuaran pesquisas tendientes a acreditar el delito, como la fijación fotográfica al sitio del suceso -el ex cuartel en Miraflores Bajo-, y se entrevistara al afectado, testigos y otros implicados en el suceso. Trascendió que los autores reconocen su participación en los actos de amedrentamiento, que utilizaron crema de peinar para los actos vejatorios y que generaron ruidos con un objeto de emergencia para intimidar al afectado en los servicios higiénicos.

Hasta el momento se sabe que tres de los imputados -de 23, 27 y 40 años- pertenecen a la Tercera Compañía viñamarina. El cuarto es un voluntario de la Primera Compañía de Bomberos de Ñuñoa, quien ya fue expulsado de la institución bomberil, así como de una rama de las Fuerzas Armadas.

Estas cuatro personas no han sido formalizadas por el Ministerio Público, ya que existirían diligencias pendientes en la investigación.