'Aromas y más': el tostado perfecto a pedir de boca
Para este verano, el conservar la línea es norma para algunos. Pero si a ello adicionamos un rico sabor y encima saludable, la fórmula resulta ideal. Conozca una clásica y crujiente picá de frutos secos; parte del patrimonio popular viñamarino.
Guillermo Ávila N. - La Estrella de Valparaíso
El joven frente a mí está de pie, casi inmóvil, con la cabeza inclinada y su mirada fija en el aceitado rodillo que no para de dar vueltas. Tampoco el ruido que se desprende de ese mecanizado movimiento que retumba tal operística melodía de Wagner a todo vapor.
En sus manos, aquel joven, sostiene harina molida extraída de un gran recipiente. Una harina como las de antaño… de esas viscosas, color blanco hueso que palpaban al punto táctil las abuelitas. Y un destilado aroma que emboba.
Entonces, la hace girar, mientras aquel alimento se concentra en el armatoste europeo de fierro fundido cuyo engranaje en su interior está que arde: son casi 100 grados los que abriga esta parte del proceso al fogón en una máquina que parece extraída de principios del siglo XX y que las hace de catalizador para aquella futura molienda.
A simple vista, la mayoría de los apetitosos objetos que hay en este local 'Aromas y más… tostaduría - vida sana' se asemejan a otra era. Aquí el tiempo simula estanco. Y también -rica- tradición.
De golpe, los sentidos se encienden. Se encienden tanto como para que las pupilas gustativas se dejen seducir ante un crujiente maní calientito que comienza a asomar. Fresco, como el valor agregado que acá pregonan. Y recién salido de aquel horno de la máquina que opera en manos de ese menudo joven de expresión cándida -y labia extravertida- llamado Sebastián Quijada.
Sebastián, como prefiere que le llamen, es de San Roque, en la subida Washington, Valparaíso. Se tuvo que trasladar a la Ciudad Jardín hace mes y medio junto a su pareja e hija. Lleva seis años laborando como tostador -aunque aquí las hace todas en realidad- en esta empresa; empresa que hoy opera en las coordenadas de calle Arlegui nº 463 frente a la Galería Cristal.
Náufragos del maní
Sebastián llegó acá por reemplazo y un anhelo laboral. "Al final me terminé quedando", asevera entusiasta, a la vez que se prepara para introducir nuevos productos a esta ruidosa máquina tostadora.
Al frente suyo, en el mesón que da a la caja registradora, está sentada Mariella Poblete algo aturdida por el calor que a esta hora, más que la tostadora y moledora, ocasiona el sol vespertino de verano.
Su hermano, al que le gustaba todo sano, en especial la canela y que se llamaba Pedro Poblete Inostroza -fallecido-, tenía este mismo negocio (el cual a su vez tuvo a otros dueños por 4 décadas). Y con punto fijo, pero más allá: en calle Arlegui con Quillota, frente al Hotel O´Higgins.
Se trataba de un referente viñamarino en el mercado de los frutos secos y deshidratados.
La gracia es que allí, tal como ahora -reiteramos, frente a la Galería Cristal-, hacían la harina y el maní al día. Nada añejo. Ese fue el condimento que hizo a este pintoresco negocio tan querido y degustado por sus clientes.
Hoy cuenta algo sentida doña Mariella que su clientela de años parece estar perdida. No dan con la huella aquí. Menos con la pista del local. Por eso están empecinados en montar brújula, su ubicación. Narra que hace un año están acá. Que el negocio, pese a todos sus esfuerzos y remodelaciones (antes fue oficina) en infraestructura como el cambio de alfombra por piso cerámico, estanterías repletas de antiguos frascos y coquetos productos en envoltorios caseros que le dan un toque vintage, no están dando, literalmente, los frutos estimados a la hora de los números contables.
El sólo arriendo ahoga a estos pequeños comerciantes. Establecimiento que por lo demás brinda soporte laboral a toda la parentela de doña Mariella. Una inversión de corte familiar al modo clásico: su hijo Ricardo Valencia, su hermana Marcela, la madre de doña Mariella, Rosa Inostroza (afectada con un glaucoma que le impide seguir) y su sobrina Mariella Poblete (que funge de dueña), todos dependen, en gran medida, de este pilar económico.
"Antes tuvimos una botillería, en Miraflores Alto, de donde somos", nos comenta Mariella Poblete, con un alcance: "Siempre nos ha gustado ser comerciantes". La encargada de venta y atención al cliente, refuerza la idea de 'Aromas y más': "El fuerte acá es el maní y la harina tostada. Productos frescos".
Y esos productos puntales son el maní: natural, con piel, orégano, ajo e incluso merkén. Con el trigo aquí hace la harina, que a esta hora está caliente.
Además, tienen chía, linaza entera, cascarilla de cacao, harina de garbanzo, avena y chuchoca que traen todos los jueves vía importadora desde La Calera. También té rojo, blanco, Ceylán; carne vegetal, mote, pasas, almendras, nueces (y tostadas). Y no es todo: aliños tipo pimienta negra, comino, jengibre, chuño, curry, clavo de olor, entre otros artículos comestibles.
Picá de frutos secos
Carlos Piña Muñoz es de Concón. Conoció a este local por recomendación de una vecina. Lleva maní con ajo y harina, ya cancelados en caja. "Se nota la calidad y el sabor. Lo importante: tienen todas las variedades de maní, y lo digo porque soy fanático del maní, que es saludable".
Otra cliente de ojos rasgados llamada Walda asegura con la experiencia de quien viene del lejano Oriente que, "busco aquellas buenas prácticas y, por sobre todo, la limpieza... como en este local".
Para Gladys Carreño, fanática de la canela, sólo acá la consigue mejor que en Santiago y la región. "Es uno de los pocos locales de este tipo con productos frescos. Además la atención es excelente", acota.
Esta pequeña compañía no vende al por mayor porque no compran en grandes cantidades, sólo lo requerido durante la semana. Lo que sí, les solicitan pedidos. Para eso arman coquetos potes con mezcla de sus productos estrellas, "para empresas y eventos", añade Mariella.
Al detalle, aquí tuestan tres tipos de maní: pelado, con piel y con vaina. Su proceso comienza en la mañana, con el pelado, ya que si lo hicieran con el de piel, la máquina quedaría sucia y mancharía los siguientes manís. La maquinaria alberga al interior delicadas piedras volcánicas que van girando para luego moler los granos.
El maní pelado lo tuestan a una temperatura de 75 grados, que es el límite para evitar que se manche. Sale a las 11:30 horas, ardiente. Tras eso siguen con el maní con piel, y que se tuesta a una temperatura de 100 grados.
Después del tostado viene la molienda. El trigo que tuestan lo almacenan en dos recipientes. Tienen uno de color azul que puede albergar 100 kilos de trigo. "No podemos moler todo el día, sólo un rato: a la gente le gusta llevar la harina caliente, además del feroz ruido que genera, una protección para nosotros", explica Quijada.
Luego siguen con el trigo: lo tuestan a 150 grados. Varía la temperatura (puede ser unos grados más o menos) del aparato tostador para que no quede crudo. Tras eso, apagan la máquina, la cual conserva una temperatura de 100 grados.
A esa temperatura introducen el último tipo de maní, el con vaina. Este es más delicado. Si se tuesta con la llama encendida, se corre el riesgo que se pase y se pierda. "El hecho que el maní se tueste con la cáscara, dentro de su envoltura, concentra la temperatura. Por eso se saca antes. El punto se le da con la temperatura que alcance a tener la cáscara por dentro", dice con exactitud el "operario" Quijada.
Si bien existen otras tostadurías en la zona, "no encuentras que tengan máquinas y que encima te entreguen el producto calientito, fresco del momento, de calidad", recuerda Mariella Poblete.
Su horario: de 10:00 AM a 20:00 PM, de lunes a viernes. Sábados: de 10:00 a 15:00 horas. Ya sabe, una tradición del sabor viñamarino como para ponerle del bueno... a este crujiente verano.