Paseo Wheelwright luce como la posguerra por las marejadas
Transeúntes opinan que hace tiempo el borde costero porteño está abandonado.
Es el único paseo con ciclovía de Valparaíso, y uno de los pocos accesos directos al mar que tenemos las y los porteños. Las mañanas de verano, los ciclistas prefieren tomar esa ruta para ir de Viña a Valpo, y viceversa. Mientras otros llegan para disfrutar la calidez del sol y la frescura del viento para hacer un poco de ejercicio, o simplemente estirar las piernas.
Mientras que en las tardes, pequeños grupos de amigos toman primera fila en las rocas para mejorar el mundo observando a la colonia de lobos marinos que se apresuran a subir a lo que queda del antiguo muelle -su casa- y así aprovechar los últimos rayitos de sol.
Los más románticos simplemente buscan abstraerse del frenético ritmo de la ciudad, conversar con el mar y esperar el atardecer, cuando el sol regala la última sonrisa del día, y se despide escondiéndose detrás de Playa Ancha.
Sólo los valientes se quedan hasta la noche, que con su frescura atrae nuevamente a los deportistas hacia el borde costero.
Wheelwright en ruina
Eso es el paseo Wheelwright para los ciudadanos de Valparaíso, quienes con impotencia han visto como cada vez se va deteriorando más y más en el triste abandono. Cosa que por lo demás ha empeorado con las marejadas, que han arrasado con el camino de madera, casi todo el piso de cemento, y el inmobiliario urbano como bancas de cemento, máquinas de ejercicios, basureros, etc. Un alto nivel de destrucción y descuido que, más que un hermoso paseo, hace que el borde costero -comprendido entre el Muelle Barón y Caleta Portales- luzca como una postal de la posguerra. Por eso, mejor ni hablar de la mala impresión que se llevan los turistas al enfrentarse a este desolador panorama.
En ese contexto, aprovechamos la llegada del evento de marejadas anormales, con olas que alcanzaron los cinco metros de altura según la autoridad marítima, para ver el comportamiento del mar furioso y captar las apreciaciones de los transeúntes.
Pista de rally
Lo primero que llama la atención es que en los tramos más críticos la ciclovía está tapada de arena. Pero no un poquito de arena, sino que los pobres ciclistas parece que pedalearan sobre una pista de rally. Hasta que al final, para evitar accidentes, mejor se bajan de la bici y siguen el recorrido a pie.
"El paseo está mal desde que ocurrieron las primeras marejadas en el invierno del 2015, cuando fue el temporal grande. Y ahora siempre que el mar se pone malo pasa lo mismo, las olas rebotan y traen arena y rocas. Igual es peligroso porque la rueda delantera de la bicicleta se hunde en la arena y uno se puede caer", dice Guido Ulzurrun, quien venía pedaleando desde Viña en dirección a Valparaíso.
Y agrega: "Igual uno puede irse por fuera, pero es muy peligroso porque la Avenida España tampoco está habilitada para el tránsito de bicicletas, así que no queda de otra".
Carrito en aprietos
Guido se aleja esquivando rocas, enormes placas de pavimento destruidas, pozas de agua de mar y mucha, mucha arena. Y en su dificultoso pedaleo se cruza con un carrito de mote con huesillo que viene en dirección hacia Caleta Portales.
El carrito de Gabriel viene lleno de mote con huesillo heladito desde Avenida Francia, y se mueve con dificultad por el paseo Wheelwright. Su destino es Portales, donde los comensales esperan ansiosos el refrescante postre.
Con esmero, Gabriel empuja su fuente de trabajo, y debe improvisar haciendo puentes con los mismos escombros de cemento debajo de las tres ruedas para que el carrito avance. Y como si fuera poco, el mar amenaza receloso mojando a quien se le ocurra cruzar por su camino.
"Toda esta semana ha estado así. Y con cada marejada va quedando peor. Después no viene nadie a limpiar. Es triste que este paseo esté tan abandonado. Muchas ciudades quisieran tener un paseíto como este junto al mar, y mire como está. Está bien, no hay nada que hacer con las olas, pero por lo menos cuando pasen las marejadas que lo arreglen un poquito y hagan un buen proyecto para que esto no pase a cada rato", opina el comerciante.
Los porfiados
El mar no da tregua al momento de recuperar su territorio, se manifiesta con enormes olas que revientan al asecho de las personas irresponsables que hace caso omiso a las advertencias de la Armada (ver recuadro) y lo desafían. Igual se acercan a las rocas y se sacan selfies. El mar los moja, y tranquilos con eso, siguen su camino. La ola podría haber venido con escombros, y ahí la historia se convertiría en tragedia.