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La odisea que vive un botillero de Cochrane con la inseguridad

Germán Muga es un emprendedor que llegó a Valparaíso, desde Santiago, en septiembre de 2010. No llevaba ni un mes cuando una banda de delincuentes acabó con su local y el trabajo de toda su vida. Aún así logró sobreponerse.
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Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso

La vida después de la Plaza Sotomayor es fascinante. Serrano y Cochrane son dos calles que, en los tiempos de gloria del puerto principal, albergaron la inmensidad de grandes palacios. En nuestros días, sin embargo, la realidad de Cochrane dista mucho de la que se vivía en aquellos tiempos. Y bien lo sabe el dueño de una de las botillerías del sector, Germán Muga, pequeño comerciante que llegó desde Santiago, con todas sus esperanzas puestas en instalarse con un local, "M&M", y, de esta forma, mejorar su situación económica.

"Toda persona de bien quiere alcanzar un cierto nivel de estabilidad y seguridad", afirma Muga, quien ha vivido, en carne propia, el karma que implica trabajar 16 horas diarias, desde las 9.00 am hasta las 2.00 am, entregado a merced de la delincuencia y la inseguridad en las calles. Si uno de los momentos que más impotencia le ha provocado, se produjo un mes después de instalarse con la botillería, en septiembre del 2010, cuando una banda de ladrones vació por completo su emprendimiento. "¿Cómo nos sobrepusimos a eso? Encalillándonos. Ésa es la única forma que tienen las personas como uno, para poder llevar una vida relativamente tranquila. Como familia tuvimos que hacer todo lo que estuvo a nuestro alcance", recalca.

Luego de eso se vio obligado a marginar su local del resto de la sociedad, a partir de la instalación de una reja, la que funciona como un intermedio entre él y sus clientes.

Tiene más que claro que su labor es una de las más difíciles de ejercer en estos tiempos. Sobre ese tema, Muga sostiene que "este trabajo es medio complicado. Acá uno tiene que enfrentar diversas situaciones que te producen un desgaste tanto físico como sicológico. Hay gente muy agradable y otros muy desagradables. Pero así es la vida del pequeño comerciante y de los trabajadores en general".

De la capital al puerto

Pese a los problemas que se ha encontrado en en nuestra ciudad, dice sentirse profundamente porteño. Hace ya más de siete años tomó la decisión de venirse, desde Santiago, para así poder llevar una vida más tranquila. "Los tiempos de desplazamiento acá son mucho menores en comparación a Santiago, y eso en el fondo favorece al bienestar de la familia. Si allá gastaba dos horas en ir al trabajo y otas dos en volver, acá eso no se da", comenta.

Antes, en la capital, trabajaba como empleado público. Labor que terminó de mala manera, a raíz de un problema que "es mejor no recordar". El día en que su única hija entró a la universidad, fue cuando empezó a hacer de todo para poder costear sus estudios.

"Había que generar recursos, ya que las lucas que ganaba como servidor público no eran muchas. Con mi esposa estuvimos en todas, hicimos de todo lo que usted se podría imaginar, comercio ambulante, trabajadores autónomos, apatronados", afirma.

En ese momento Muga tuvo que salir a vender empanadas en la feria de La Pintana. Ahí le tocó ver de cerca el lado más crudo de la delincuencia, un día en que fue espectador del funeral de uno de los cabecillas de una banda de narcotraficantes.

En Valparaíso, asegura, "la cosa todavía está un poco mejor que en Santiago". Si con lo que gana como emprendor botillero, puede mantener las necesidades de su familia, tener un mejor pasar y, de paso, regalonear a sus dos nietos, Maximiliano y Pedrito. Aún así, reconoce que el negocio ha bajado desde que llegó, en 2010.

Los poderes fácticos

"Cuando tu quieres surgir en este país, hay unas manos invisibles que te aplastan. Por ejemplo, a veces llegan los del Servivios de Impuestos Internos y te hacen sentir como si fueras un delincuente y tu lo único que haces es trabajar. Esperan afuera, a ver si es que sale alguien sin boleta, y luego entran gritando, arriba las manos, somos de impuestos internos". De esta forma el botillero, Germán Muga, describe lo que el define un problema tan grave como la delincuencia, "la inseguridad de la corrupción".

"Me gusta mucho un término que utiliza mucho el señor Salfate en televisión "Los poderes fácticos. Pese a que no le creo nada, uno a veces no entiende a que se refiere con eso de los poderes fácticos, hasta que te toca experimentarlo en carne propia", expresa.

"Las personas pasan, las instituciones quedan", asegura, cuando se refiere a la íntima relación entre la política y las grandes empresas. Según piensa, es necesario que se genere una nueva identidad política, que apunte a la identificación de la ciudadanía, en contraposición a los intereses de "una clase política que se alineó con unas cuantas familias, que lo controlan todo, en favor de ciertos intereses privilegiados", afirma esta hombre que se califica como indignado y rebelde.