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Tres mujeres que por amor se quedaron en la caleta Horcón

Siguiendo a su corazón, decidieron dejar la vida en la ciudad para echar raíces en este pueblo. Formaron familias y ya nada las mueve de ahí.
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Carolina Pinuer A. - La Estrella de Quillota - Petorca

Los primeros en llegar fueron los hippies, quienes se vinieron con sus familias enteras a habitar este lugar. Con los años, la caleta se pobló.

Las historias abundan en esta playa, entre sus habitantes se encuentran mujeres que cambiaron rotundamente de vida para asentarse en la bucólica caleta frente al mar. Formaron familia y echaron raíces, ya nada ni nadie las moverá de este pueblo.

Por amor

Enriqueta Molina trabaja como artesana en Horcón. Llegó hace ocho años junto a su pareja, cuando dejaron la vida santiaguina para buscar la paz que tanto deseaban, se compraron una casa y se instalaron. Ya no están juntos, por cosas de la vida separaron sus caminos, él se fue y ella se quedó. "Cuando no hay turistas este es un lugar muy tranquilo para vivir, para pensar, para caminar, y eso era lo que buscaba yo.", dice.

La mujer cuenta que no todo es paz en el lugar, en la temporada sin visitas se puede ver la miseria del pueblo. "Acá se acaba el verano y muere todo, la gente tiene que trabajar haciendo cualquier cosa, hasta yo trabajé limpiando jaibas. La gente vive así, marcando el paso".

Para Enriqueta Molina la anterior es una de las razones que hacen que en el pueblo reine el alcoholismo, "acá andan niñas perdidas, cabritas que tu las ves y piensas ¿qué será de ellas en cinco años más?. Es que éste es un pueblo sin ley, uno puede hacer lo que quiere, entonces la gente se viene a reventar acá", dice preocupada. Pero nada interrumpe la serenidad que le produce trabajar todos los días al lado del mar y, a pesar de que sus familiares le piden que vuelva a Santiago, ella prefiere quedarse porque siente que "por algo llegué acá, el destino me trajo y no me iré".

Como Enriqueta se repiten las historias de mujeres que han llegado siguiendo al corazón. Rosa Fuentes llegó al pueblo tras un pescador, ella era de Concepción y con sólo 20 años decidió dejarlo todo por seguir al amor de su vida, actual marido y padre de sus tres hijos. Cuando llegó, hace más de treinta años, quedó sorprendida por el estilo de vida que llevaban las personas del lugar, tantos hippies y artesanos. Los primeros años fueron difíciles, cambiar su ciudad del sur por este pequeño pueblo la complicó, al principio no se podía adaptar a las costumbres que tenían, por ejemplo, "cuando llegué en los años 80 me di cuenta que la gente no celebraba ni navidades ni cumpleaños. Yo junto a otros jóvenes que veníamos de afuera, formamos un grupo y empezamos a trabajar en comités de navidad, para hacerle regalos a los niños, a organizar años nuevos y todas esas festividades que en la ciudad ya se hacían".

Por circunstancias de la vida también se hizo artesana."Cuando recién llegué no pensé que iba a ser artesana. Yo tejía para mis hijos y para regalar, nunca lo tomé como un trabajo, tuve que hacerlo por necesidad cuando mi hija entró a la universidad", cuenta la mujer.

Se declara enamorada de Horcón, "es que la vida aquí es tranquila no es como en la ciudad, si sales no tiene que arreglarte, ponerte tacos, acá uno anda como quiere, es mucho más relajado. No tienes que andar pendiente de la hora, no hay tiempo acá".

Con tantos años en el lugar ya están más que establecidos, con hijos, hijas y nietos. Uno de sus hijos, amante del mar, siguió el rubro de su padre y también es pescador. Entre la artesanía y la pesca se las arreglan para vivir. Pero no todo ha sido color de rosa en la historia que construyó en esta playa, su marido tiene un vicio: el licor. Ella lo justifica porque "la mayoría de los pescadores se pone así por el frío de las mañanas se toman algo para calentar el cuerpo, y después se entusiasman. Lamentablemente aquí es muy bohemio, a uno le cuesta criar a los hijos por lo mismo. Aquí la noche es día, tu te puedes amanecer caminando y siempre te vas a encontrar gente", dice ya asumida.

Hippismo

Vicky Caballero, llegó hace 32 años, el hippismo de la época la atrajo a Horcón. Primero, venía sólo por los fines de semana y entre tanto viaje conoció a un músico que vivía en el lugar; decidió quedarse para siempre. " De primera arrendábamos pieza, después empezamos a trabajar, juntar plata y nos compramos un terreno", cuenta recordando la historia que la asentó en el lugar.

Antes de llegar a pueblo costero vivió en Santiago, La Serena y Perú pero "Horcón es un lugar mágico por eso somos varios los que veníamos de visita y nos quedamos para siempre. Aquí es tranquilo, es bonito, te despiertan los pajaritos, no hay nada como eso", dice Vicky.

No le gusta decir su edad, pero cuenta que a estas alturas de su vida, con hijos mayores y nietos, quizás exista la posibilidad de que emigre. Está un poco aburrida de la delincuencia que traen los afuerinos pero "ahora a la edad que tiene uno a dónde va a ir a buscar nuevos rumbos. Ya tenemos todo armado con mi marido, sólo esperamos que nuestros hijos y nietos vengan a visitarnos".

día nacional de horcón

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Desde los años ochenta, gracias a las organización de los vecinos, se empezó a celebrar el día nacional de Horcón. Con artistas invitados y fogatas en la playa se festejaba este evento, importantísimo para las horconinos. Con el paso del tiempo, los turistas también se fueron sumando a la celebración que se hacía cada año la segunda semana de febrero. El último fue hace 4 años atrás, con reconocidas bandas nacionales invitadas. La situación de descontroló debido a alta cantidad de turistas que llegó y hubo una serie de desmanes, desde ese día los horconinos ya no pueden realizar esta fiesta.