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Indignados: el drama que sufren en Viña con los robos domésticos

La inseguridad incrementa cada vez que alguien ve la tranquilidad de su hogar invadida por unos sujetos que, de seguro, volverán a las andanzas. Hay quienes se organizan mientras que otros pintan murales.
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Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso

"Somos gente de esfuerzo. Trabajadores que quedamos marcados por culpa de estos delincuentes domésticos. Si ellos tienen más poder que uno. Puede que sea malo decir esto, porque soy una mujer creyente, pero tengo deseos de hacer justicia con mis propias manos y hacer sufrir al individuo que me despojó no sólo de plata, sino de valor sentimental y de seguridad. Hoy día los trabajadores no tenemos poder, ante un Estado que se está pudriendo en corrupción y una justicia que privilegia a los delincuentes, dómesticos o de cuello y corbata, por sobre los intereses de la gente de esfuerzo".

La señora Carmen es una vecina de Forestal Alto, uno de los tantos cerros que hay en Viña del Mar. Conocida por todos en su sector, es una vecina de toda la vida, de esas que echan raíces en su barrio y que no han pensado, ni piensan, en alejarse de éste. Mujer de 56 años, se levanta cada día antes del amanecer, con la misión de cumplir, sacrificadamente, cada jornada de trabajo cuidando enfermos a domicilio. Y tal como la mayoría de los chilenos, invierte más de doce horas al día en esta labor.

Con las energías que le quedan tras sus agotadores días, se preocupa de sus hijos, sus nietos y, también, de pasar tiempo con su esposo, hombre que, al igual que ella, gusta de involucrarse con los clubes sociales y deportivos que hay en Forestal. Con él ha compartido todo tipo de momentos, altos y bajos, como cuando fue víctima de la delincuencia y, también, de su generosidad y de la confianza que tiene en que los delincuentes puedan llegar a cambiar y reinsertarse.

En todo este tiempo que ha vivido en en el cerro, la señora Carmen ha experimentado de primera mano el despojo de su esfuerzo por parte de un "doméstico". Fue una tarde que llegó a su casa y notó que le faltaban seis millones de pesos, parte de su propiedad y del Club Deportivo en el que colabora, además de unas joyas, cuyo valor sentimental difícilmente podrá recuperar.

El doméstico

Hace unos años Carmen comenzó a establecer un trato cercano con una de esas personas a las que muchos llaman "domésticos". Son individuos que acostumbran robar las casas de sus propios vecinos, con el objetivo de satisfacer sus necesidades fundamentales, entre las que se cuentan las drogas duras.

"A él y su familia los conozco de toda la vida. Así que fui testigo de su transformación, desde que era un niño hasta que se convirtió en lo que es hoy día, un doméstico. De ahí que tuve la intención de ayudarlo, ya sea con trabajos menores, o con el simple hecho de recibirlo en mi casa y darle un plato de comida. Mi interés sólo era despojarlo de esa etiqueta que se ha formado entre los habitantes de Forestal", comenta.

Durante más de un año y medio, este "doméstico" llevó a cabo un estudio minucioso de los hábitos de la señora Carmen. "Esta gente analiza todo a tu alrededor. A qué hora sales, a qué hora llegas, qué haces, entre otros puntos importantes, que el delincuente toma en cuenta a la hora de entrar a un lugar. Así que un día salí de mi casa como normalmente lo hago, a las 7.30 am, mi marido lo hace a las 9.20 am y, lo más probable es que este doméstico haya estado metido en mi casa a las 9.30 am. Ya tenía claro que habitaciones revisar y dónde buscar", agrega.

La rabia más grande que tiene esta vecina del cerro, dice, es con "la profunda corrupción que vive nuestro sistema de justicia. Si estos domésticos son unos abogados en potencia. Saben cómo y cúando presentarse al juzgado y qué hacer para poder obtener una condena menor, en comparación al delito que cometieron". Tras meses envuelta en engorrosos trámites, la señora Carmen no recibió la justicia que tanto anhelaba. Al final, y con mucho esfuerzo, tuvo que reponer con el sudor de su frente, y de su marido, toda la plata que perdió en el robo, aún cuando el valor sentimental que tienen las joyas es, para ella, irrecuperable.

A la pobla no

Subiendo por Forestal, y muy cerca del paradero cuatro, se podía ver, hasta hace unas semanas, un llamativo mural, cuyo contenido hacía referencia a los robos domésticos acontecidos en las poblaciones. Con el mensaje "A la pobla no se le roba, doméstico CTM", el grupo muralista La Perro Bomba buscó recuperar la vida de barrio, a partir de una imagen que identifica a la mayor parte de la gente, no solamente en los cerros viñamarinos, sino que en todo Chile.

El momento en que el mural fue pintado, coincidió justo con el robo a un jardín infantil de la población Puerto Aysén, también en Forestal. "Nuestro trabajo tuvo muy buena llegada entre los vecinos, porque era un jardín humilde, al que unos domésticos dejaron sin nada. Entonces ya no sólo se están metiendo con las casas, sino que con nuestros niños y con su educación", comenta Luis Clavería, uno de los muralistas de La Perro Bomba.

Clavería asegura que los niveles de inseguridad han aumentado, producto de la desconfianza que se establece entre los vecinos del barrio. Si antes hubo un tiempo en el que las personas se conocían entre sí y, hace décadas, existía el sentido de solidaridad entre la clase trabajadora, hoy en día "estamos en un momento, en el que los domésticos le roban a su propio vecino, ya que empiezan a desconocer sus raíces y su clase, debido a la enajenación producida ya sea por la droga o por la televisión, que hoy en día está invadida por la violencia", recalca.

Sostiene, además, que no hay que hacer de la delincuencia el principal conflicto político del país, sino que es necesario recordar que la raíz de este problema, tiene una explicación aún más de fondo. "Los privilegiados de la política y la economía que se han llenado los bolsillos a costa de la gente común, despojando a la ciudadanía de sus derechos más básicos, como una educación decente o un sistema de salud público decente".

Cree, sin embargo, que de a poco se va recuperando esa vida barrial, en donde los vecinos solidarizan entre sí y logran contraponerse ante las distintas dificultades que se presentan. "Ahora la gente está poniendo unos cartelitos que dicen "Yo cuido la casa de mi vecino", o también se están haciendo con un silbato. Es notoria esa voluntad de los vecinos por organizarse", comenta.

El mayor

Desde sus orígenes, Carabineros de Chile ha sido una de las instituciones que mayor nivel de confianza genera entre la ciudadanía. Si cuando una persona es víctima de la delincuencia, sea cual sea la forma en que se presenta, lo primero que hace es llamarlos y esperar a que estos hagan su trabajo. De ahí en más, aseguran, todo depende de la justicia. Sea un ladrón común o algún formalizado por delitos de corrupción, la pena que deberá cumplir depende de nuestro sistema judicial.

El mayor Hernán Otaíza, de la Quinta Comisaría de Carabineros de Viña del Mar, indica que el robo, ya sea en lugar habitado o no, es uno de los delitos menos denunciados por la gente, debido a que las cosas robadas no siempre tienen una gran valoración económica. "Este es un error gravísimo que comete la ciudadanía, ya que si estos robos domésticos fueran denunciados, podríamos establecer un perfil de quienes cometen estos actos, cómo actuan y cuál es el perfil de las víctimas", agrega.

Según estadísticas de la Quinta Comisaría, los delitos de este tipo han disminuido un 29%, en comparación al año pasado. Para Otaíza, "de esta cifra se puede concluir que lo estamos haciendo bien o que, sencillamente, la gente no denuncia".

El mayor es enfático en recalcar que Carabineros de Chile no es la única institución a cargo de dotar de seguridad al país. "La delincuencia tiene una explicación multifactorial, que responde a la carencia de oportunidades, la falta de un trabajo y de un buen colegio. Quizás haya muchas otras explicaciones, sin embargo, resolverlas es tarea de otras instituciones", afirma.