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Habla la señora que no para de bailar cumbia cerca del Ripley

Ana María Zamora tiene 48 años y después de haber vivido una relación tormentosa, decidió seguir los pasos de otro bailarín callejero, que le enseñó a moverse al ritmo de Amar Azul en Viña. Hoy lo hace sola y con su propio parlante.
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Cinthia Matus O.

La mujer que baila cumbia frente al Ripley de Viña del Mar se llama Ana María Zamora. En este momento está sentada a un costado de la tienda, porque a causa del calor, necesitaba descansar.

"Después voy a volver a bailar, pero ahora quiero recuperarme un poquito", dice mientras cuenta las monedas que los transeúntes le han dejado en su balde naranjo.

Hace unos meses, Ana María, que viste un vestido de color azul y zapatillas deportivas, no sabía bailar. "Ni siquiera el reggaetón", declara un poco tímida. "Ahora sí sé, pero sólo la cumbia en realidad, porque la cumbia me liberó", agrega ya más decidida.

Aprendió en la calle

En efecto, la viñamarina que durante unos cuatro meses estuvo trabajando en el terminal de buses, aprendió a bailar en la calle. Fue gracias a otro hombre que le gustaba este estilo musical y que con un parlante pequeño, se ponía a danzar al ritmo de Amar Azul.

"Yo de repente escuchaba música y cuando vi al caballero este (del cual no recuerda el nombre), me puse a bailar con él ahí cerca de la farmacia (Ahumada). Así aprendí a bailar en la calle. Ahora soy un trompo, nadie me para", sostiene riendo.

Con el paso de las semanas, el hombre dejó de venir y Ana María se puso a bailar sola. Con unos pesos que logró reunir como vendedora ambulante en la avenida Valparaíso se compró un parlante y a un familiar le pidió que le llenara un pen drive con cumbias de Antonio Ríos, La Rosa, Ráfaga, Yerba Brava, Gilda, Pala Ancha, Agrupación Marilyn, La Noche, Damas Gratis y Amar Azul, su grupo favorito.

"Me encanta Amar Azul, yoooo me enamoré, de esa chica, me enamoré", corea.

Las personas que pasan por su lado la quedan mirando. Algunos ya la ubican, como los guardias de la tienda, que contemplan su espectáculo diariamente. "Ellos vacilan igual, si se aburren ahí", asegura Ana María.

Maltratada

Sin embargo, no todo ha sido sound ni "cumbia, nena" para esta mujer. Antes de llegar a la esquina en donde los turistas quedan sorprendidos por su swing, Ana María era golpeada por su marido alcohólico.

"Yo ahora soy separada y me pasaba que de repente venía a molestarme porque me veía bailar y seguía enamorado de mí. Yo le decía 'camine no más, viejito' porque me pegaba, era borracho y me hacía la vida imposible. Ahora me ha dejado tranquila", manifiesta.

Por lo anterior, la viñamarina se tuvo que ir a vivir con su hermana y cuñado. "A ella no le gusta mucho que haga esto, pero yo ya estoy grande y no me tienen que decir ná'. Mis hijos están grandes, viven en Placeres, pero no se meten mucho", expresa.

En cuanto a lo económico, la bailarina confiesa que la cumbia le ha dado buen pasar. "Aquí me gano entre 15 y 20 mil pesos diarios, a veces un poco menos, pero por lo general es eso y está bien. Además, me hace bien para el ánimo, para sentirme bien. La gente me pregunta si no me da vergüenza, pero yo le digo que no, que como me va a dar vergüenza si es algo sano y no le estoy haciendo daño a nadie", señala.

Y si de sentirse bien se trata, la mujer lo que más valora es que ahora está más delgada.

"Yo tengo 48 años y estoy flaca por la cumbia. Hay niñas de 20 años que han sido mamás y tienen la terrible cuerpá', están gordas, pero míreme, bailar adelgaza... es que igual bailo hasta como las ocho de la noche. Y soy mamá de tres hijos ya, conste", apunta.

Ahora con el Festival de Viña, Ana María ha recibido más dinero. No obstante, cuando termine, no tiene intenciones de irse. "Se va a acabar el verano, pero voy a seguir bailando. Ahora lo que quiero eso sí, es cambiar mi parlante para poner más música, porque éste tiene malas las perillas. Y ojalá que ahora sí me bajen 'La Gitana Amada' del Antonio Ríos porque de hace rato que quiero bailar esa", afirmó y se volvió a parar para ir a bailar otra vez.

Viñamarinos la aplauden

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Algunos de los transeúntes que la vieron bailar en la esquina de la Plaza Sucre con Viana, conversaron con La Estrella para opinar sobre su desplante. "A mí me encanta, la he visto varias veces y lo encuentro bonito. Yo también fui una buena bailarina y me encanta como baila. La he visto en varias partes como en la calle Valparaíso, que lo siga haciendo porque es sano", manifestó Eva Villalón. Otra mujer, que le echó mil pesos al balde, señaló: "Ésta mujer es un ejemplo de superación, rompe los esquemas sin miedo al ridículo y alegra a los que pasamos por aquí. Que siga así, además es deportivo".