Carla Olivares Rojas
Para algunos es la vecindad del Chavo, para otros, el pasaje de los artistas o también, un oasis en el desierto. Se trata de un antiguo cité que data de fines de siglo XIX y que se mantiene casi intacto en el corazón de la calle Valparaíso, en Viña del Mar.
Aunque sus puertas están abiertas para quien desee entrar al lugar, pocos saben de la existencia de este antigua propiedad ubicada en calle Valparaíso 334, entre Villanelo y Traslaviña, y donde hoy funcionan algunas oficinas y otras son casas en una especie de condominio, donde las familias son amigas, conversan y se conocen tal como era en tiempos pasados.
Tiene un patio central adornado por una noria, una palmera y alrededor están las viviendas. Un orfebre, una tarotista, una bailarina de flamenco, una pareja de cantantes y unas diseñadoras son parte de los arrendatarios que se reúnen en algún momento del día, ya sea por las tardes de verano, en Navidad o Año Nuevo, en cumpleaños o los domingos para hacer un asado, se han transformado en grandes amigos.
Casa de obreros
Aunque hoy ya no funciona como cité, si lo fue en un principio, según cuentan los arrendatarios. En ese lugar vivían obreros que trabajaron para una familia italiana inmigrante y que se dedicaban a la construcción de propiedades en el centro de la Ciudad Jardín.
Con el paso del tiempo la antigua "avenida" Valparaíso, comenzó a transmutar, ahora el comercio ocupa casi la totalidad de las propiedades y casas colioniales de principios de siglo que ya casi no se ven o bien, están tapadas por modernas fachadas.
Así lo manifiesta el historiador Jorge Salomó quien aplaude que propiedades como este cité aún mantengan la magia y lamenta que otras se vendan para dar paso a la modernidad.
"Esta es una de las construcciones más antiguas que quedan en calle Valparaíso junto con una casa que está en Von Schroeders con Valparaíso que hoy funciona como agencia de empleos. Gran parte de la calle Valparaíso tenía la misma configuración y hoy en la parte de atrás de los establecimientos Linares todavía se conserva parte de la estructura arquitectónica de los viejos cité y esto mismo pasa en varios lugares de esa calle. Una cosa es lo que uno ve en las fachadas y otra cosa es lo que hay hacia los patios interiores", señaló el gerente de la Corporación Cultural de Viña del Mar.
En los alrededores del cité funcionó la Compañía de Agua Potable de Viña del Mar y la fábrica de postes para las luminarias de la ciudad. También había un local de venta de bicicletas y funcionaron los jugos Rodier.
La vida en el cité
Patricia Galea vive en ese lugar hace dos años y medio, es profesora de baile flamenco y se preocupa de cuidar el entorno y la estética del entorno.
"Las casas son casi todas iguales, tienen 3 dormitorios, un baño grande con tina antigua y un baño pequeño. Nosotros le pusimos pasaje del arte, pero esto siempre fue un cité, se da algo muy rico, somos buenos vecinos, ha sido una experiencia hermosísima vivir acá porque además esto tiene una magia muy especial, en la noche encendemos los faroles y se ve precioso. Ojalá que nunca una inmobiliaria termine con esto, ojalá se pudieran postular a proyecto de mejora, recuperar la noria y cambiar los faroles", señaló.
Los López son un matrimonio argentino que definen el antiguo cité como un oasis en el desierto porque tienen paz y tranquilidad. Son artistas, esotéricos y a pocos metros pueden salir a la locura del centro a vitrinear y a tomar café. Sienten que lo tienen todo.
"Este lugar es maravilloso en la noche, los vecinos son increíbles, hacemos tertulias, el que no es músico, es bailarín, pinta cuadros o diseña, todo es por una 'causalidad', nos juntamos todos acá y vivimos una gran vida, hacemos asados, cantamos, es un mundo diferente, a parte. Nos comentaron que en el testamento está estipulado que esto no puede venderse. Ojalá", señalaron.
Enrique Lafferte es orfebre y es el vecino más antiguo de la vecindad, vive hace más de 40 años y está feliz en ese lugar. Señala que el último cité que quedaba y que era idéntico al de calle Valparaíso 334 se ubicaba donde hoy está la feria artesanal y fue demolido para la construcción de un edificio que nunca se hizo.
"Seguimos siendo los únicos que viven en un lugar así. Es bonito vivir acá y es una pena que otras partes como estas se hayan perdido, el dinero todo lo compra, pero los chilenos somos así, no cuidamos nuestra cultura", se lamentó don Enrique,