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Vecinos de Aníbal Pinto: "Esta tragedia era cuestión de tiempo"

Residentes del sector, locatarios y transeúntes analizan los factores que hay detrás del crimen de Camilo Navea. Peleas constantes y disputas por territorio son algunas de las claves.
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Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso

"Q.E.P.D. Camilo. Defensor y protector de nuestros hermanos menores", rezaba una hoja tamaño carta, pegada en el kiosco de diarios de Aníbal Pinto. En ella se puede ver al joven punk, Camilo Ignacio Navea del Canto, acariciando a uno de esos herramos menores, un perro, fotografía que ha sido proyectada en diferentes lugares y medios de comunicación en las últimas horas.

Mientras tanto los vecinos, locatarios y todos aquellos que pasan cotidianamente por el lugar, llegan a un punto de consenso: hace bastante tiempo ya que esperaban una tragedia de estas características. Consecuencia directa, afirman, de varios factores, como las disputas que se producen entre los vendedores ambulantes, quienes muchas veces no aceptan a aquellas personas externas que quieren comercializar en el sector. También ocurren riñas entre grupos punks, neonazis, hippies, entre otros; perros vagos, a lo que se suma la poca presencia policial luego de las 21.00 horas, según los denunciantes.

"Esta vez una pelea terminó con la muerte de un joven de diecinueve años, sin embargo, las peleas se pueden ver siempre y uno, como trabajador, pasa con miedo a que lo vayan a involucrar en algo o a ser una víctima inocente de la violencia de otros", sostiene uno de los conserjes que hay en el edificio de la Radio Portales (Ex Cooperativa Vitalicia).

En el mismo edificio, Luis, un trabajador pproveniente de Rengo y que visita Valparaíso con frecuencia para ver a su hermana, cuenta que ya están cansados de tener que lidiar con los conflictos de otros. "Ella hoy día está mal de salud, pero vengo seguido a verla y todo esto la pone peor. Cuando se cambió desde Rengo a Valparaíso todo le parecía muy bonito, claro, en ese tiempo no quedaba la escoba como en estos días. Si fuera por ella abandonaría todo lo que ha construido en este edificio y se cambiaría", agrega Luis.

Para él, las personas que se instalan en la plaza pueden tener muy buenas intenciones, pero no brindan seguridad a la ciudadanía. "Ésta es sólo mi opinión, pero creo que muchos se ven reflejados pues sienten miedo a la hora de pasar por el lugar. A mi, por lo menos, no me dan confianza los distintos grupos que utilizan la plaza como centro del carrete, ya sea para tomar un trago o vender cosas", recalca.

Perros de la calle

El conflicto se produjo, según los informes policiales, luego de que un perro callejero atacara a un vendedor de sopaipillas. Al ver que el hombre, con tal de defenderse, agredió al animal, el joven aspirante a Técnico en Veterinaria, lo encaró.

"Los perros no tienen la culpa de la vida violenta que les ha tocado, aún cuando representan un problema para los transeúntes. Caminan con mucho miedo y muchas veces terminan siendo atacados por animales que no tienen ningún tipo de cuidado". Para los comerciantes del lugar, éste es un punto que no ha sido tomado en cuenta.

Vecinos del sector enfatizan que "muchos de los animalistas vienen un día y les hacen cariño a los perros, pero no están presente en todo momento. Aparecen cuando el perro es lindo, sin embargo, cuando comienzan a atacar a la gente no se hacen cargo. Sólo aparecen cuando alguien se defiende con una patada, porque nadie es domador de perros, y lo increpan".

Edgardo Morales estudia Historia y Geografía en la UPLA y trabaja de noche en bares, desde hace más de siete años. Cree que los perros que hay en la calle son un problema que se arrastra desde hace mucho tiempo y que el municipio debiese hacerce cargo de ellos. "El problema de fondo lo debe solucionar el Estado con la tenencia responsable de mascotas. Justo ahora que viene el Censo, es un tema que debiese ser considerado", agrega este futuro profesor de Historia.

Vendedores con miedo

Los pequeños comerciantes del sector de Aníbal Pinto confían en que se pueden tomar las medidas necesarias para incrementar la seguridad. Por ejemplo Nicolás Ossandón, de una tabaquería, cuenta que "lo más importante pasa por regular a los vendedores ambulantes, aún cuando defiende que estos no son quienes protagonizan la 'tomatera', pues si toman la gente no les compra".

En contradicción con el punto de Nicolás Ossandón, los trabajadores de un minimarket que hay en el sector han sido testigos de una violencia con múltiples explicaciones. "Lo más importante es que los carabineros se quedan hasta las 21.00 y de ahí se van, entonces es cuando llegan los ambulantes y queda la escoba. Discusiones por el territorio, peleas entre grupos que se llevan mal, tomateras, incluso más conflictos se pueden ver. En la noche del sábado se hizo una velatón y ahí mismo se pusieron a tomar cerveza, hasta que a uno se le cayó una botella y otro lo atacó", subrayan Gustavo y Lucy, del minimarket.

¿Qué dice la muni?

Daniel Morales, concejal y residente del sector de Aníbal Pinto, valora el sector como un "ombligo urbano" que ha sido víctima, en los últimos años, de una degradación en varios sentidos. "El trabajo del municipio pasa, en primero lugar, por la coordinación con carabineros para la presencia de patrullas durante el día, eso permite que no existan ambulantes y mejore la percepción de seguridad. En segundo lugar está la atención preferente en materia de aseo y ornato, además de la comunicación permanente con vecinos para canalizar inquietudes y coordinar e implementar mejores medidas", sentencia la autoridad.

Agrega, además, "que si Valparaíso es sinónimo de chilpe libre es porque ha habido poca fiscalización, producto de que los inspectores son pocos y, habitualmente, son amenazados y amedrentados por lo tanto, deberían trabajar siempre acompañados por carabineros.