Guillermo Ávila N. - La Estrella de Valparaíso
Mañana luminosa y soleada la de Domingo de Ramos en la Catedral Nuestra Señora del Carmen de Valparaíso, frente a la concurrida Plaza Victoria.
La colorida postal en el sector refleja la fe en su estado más puro: un desfile de familias portan palmas y ramas de olivo como si su vida dependiera de ello (y que para muchos así es).
Los asistentes siguen, como lo conmemora el mundo católico desde hace más de dos mil años atrás, el paso de Jesucristo sentado en un asno.
Un acto que se enmarca dentro de las procesiones y Vía Crucis que forman parte de la Semana Santa y que se seguirán realizando en los próximos días.
La panorámica no puede ser mejor: de los devotos portan palmeras, ramos, realizan ofrendas y rezan una oración al llegar a este epicentro cristiano.
En la entrada de la iglesia, una dama bien arreglada de nombre Antonia, como si fuera a una fiesta -que para ella eso representa-, comenta: "Desde que soy niña entro con mi ramito de olivo". A su lado, un joven de peculiar corte de pelo y tatuajes, porta orgulloso los canastillos como parte de esta procesión a las palmas.
Carteras y ramitos
También están los comerciantes. Casi todos son familiares directos. Los mismos que año a año llegan hasta acá a eso de las 5:30 de la madrugada para cuidar el espacio. Además de poner y extender sus paños. Los mismos sobre los cuales asoman aquellos productos religiosos hechos a mano. Por ellos mismos, y que a algunos les toman una semana en su confección, unos diez minutos en promedio por unidad. Pero, ¿de qué están hechos? Simple, como los labraban en la antigüedad: todos en base a palma, olivo y romero.
Por puesto, que en total son 15 pegados unos a otros, posan sobre 100 de estas carteras -así las llaman- en forma de canastos o "cucuruchos" como otros los identifican. Al medio de esos canastos, unas especies de calcomanías destacan la figura de santos como Expedito, Pío, Sagrado Corazón y otros.
Algunos mercaderes venden estas carteras en 500 pesos. Otros, los más vivos y según tu cara, en luca, la unidad. Además comercializan ramos a 500 pesos.
Ramón Pérez, a sus 56 años es católico, comerciante y de Barón. Lo acompaña su mujer Magaly. Hoy Ramón hace una pausa a su oficio: cuidador de autos. "Yo mismo hago los ramitos. Incluso me tardo menos de 10 minutos. La venta es buena".
Uno de esos compradores lleva dos carteras a quina al efectivo cada una. Rosita Contreras, de cerro Cárcel, llegó hasta acá sola. "Todos los años vengo al domingo de ramos. Para mí representa la paz".
Maribel Hernández peregrina todos los años para recaudar lo trabajado durante la semana. De cerro Barón, hoy se instaló con 100 carteras y 60 ramos. La venta está por las nubes. En unas horas, sobrepasó los 100 mil pesos.
Cerca, la familia Canave de cerro Mariposas no pierde vista al paño de Hernández. Ella les vende ramitos. "El ramito protege la casa. Apenas llegamos de la misa lo ponemos en la entrada", dice Graciela, del clan Canave.
Katherine Canales se enorgullece de su factura al arte: hizo 120 carteras y 40 ramos. "¡Sacar a mil, a mil!", grita Katherine. "Pero pucha que están caros", reclama una cliente.
Cuestión de fe
Como los ángeles, por un instante, despliegue al imaginario sus alas (celestiales) rumbo a la Jerusalén bíblica. Subamos hasta el Monte de los Olivos, para recalar en alguna capilla legendaria. Mismas que recuerdan el gesto profético de Jesús. Ese donde entra triunfante como Rey pacífico, aclamado primero como Mesías... para luego sufrir la condena y el tormento con el Vía Crucis. La Pasión.
Si bien San Lucas no habla de olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se recibe a un Rey, el grito de los seguidores era igual de claro como hoy: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto".
Campanadas
Ya para las 12:30 horas, el estruendo viene de las campanas. Suenan una y otra vez, por varios minutos. Es el llamado a la misa principal de la jornada.
Carmina Suárez acelera el paso junto a su hija Renata, de 13 años. Ambas son oriundas de cerro Placeres. Van con "carteras".
Para ellas, lo de ahora es un día especial. Católicas de cuna, el tener la oportunidad de venir hasta esta catedral representa, para ellas en llamado casi a coro, la fe en la familia. "Venimos todos los años, excepto el pasado: lo celebramos en el Santuario de la Santa Teresa, en Los Andes", profundiza Carmina, mientras su niña, Renata, explica que lo que más le gusta, "es que se vive una fecha alegre".
Una señora mayor requiere ayuda: son varios los peldaños que debe ascender para ingresar a la iglesia. En la cruzada, se apoya en un bastón y en la otra mano, su objeto más preciado del día: el querido ramito... ese que más tarde representará la bendición ya en casa.