Carla Olivares Rojas
Sin saber dónde ir ni a quien recurrir se encuentra un comerciante villalemanino que ha visto como este año han entrado a robar nada menos que 15 veces a su barraca ubicada en calle San Enrique, en el sector sur de Villa Alemana.
Hace 40 años, que don Alejandro Riveros se dedica al rubro maderero y hace unos 25 que tiene su negocio casi al final de calle San Enrique donde ha sido víctima de algunos robos sin importancia a lo largo de su historia, pero lo que sucede desde enero a la fecha lo tienen superado.
"Desde que empezaron a robar instalamos luces, cámaras, alarmas y parece que más los atrajo porque nada los ha detenido. No solo han quebrado las ventanas para entrar a la oficina, sino que también las murallas están todas parchadas. Entran casi a diario y este último fin de semana entraron jueves, viernes sábado y domingo", señaló el empresario que asegura que se trata de dos o tres grupos distintos.
Robo tras robo
En uno de estos robos, los delincuentes sustrajeron un radiador avaluado en 800 mil pesos y que es del motor a petróleo que mantiene en funcionamiento la barraca.
Consiguió uno que fue donado por uno de sus amigos, lo probaron, compraron las mangueras, los implementos necesarios para volver a instalarlo y lo dejaron junto al motor para realizar el trabajo al día siguiente, pero lamentablemente éste no pasó la noche. Ahora consiguió otro radiador que espera instalar a la brevedad y que no le vuelvan a sustraer.
Sus perros fueron asesinados y hasta ha conseguido el nombre de uno de los ladrones que lo acechan, pero no logró conseguir nada. Las policías están de manos atadas al no conseguir órdenes de investigar de la fiscalía.
"Hice tres denuncias, en una presenté nombre, rut, dirección y todo de uno de los ladrones, les dije que hasta tenía las imágenes, pero no conseguí nada. Fui a averiguar y me enteré que la causa estaba archivada porque se trataba de un lugar no habitado y la funcionaria no había leído el acta entera donde decía que habían presentado los medios de prueba. En una dije que se trataba de un lugar habitado entonces, tampoco logré nada", se quejó el comerciante.
No sabe cuánto ha perdido, pero eso no le interesa tanto como la vida que está llevando. "Esto no es vida. Mis vecinos me llaman cada vez que suena la alarma y tengo que levantarme casi todas las madrugadas. Mi mujer se levanta conmigo a ayudarme a salir más rápido y eso también le afecta a ella. El sábado me quedé acá hasta las 2 de la madrugada con otras dos personas y ¿me va a creer que entró a las 5.30 en medio de la lluvia?, dijo incrédulo.
Lo que más lamenta es que si toma la justicia por sus manos él será el más perjudicado, por eso es que está ideando un sistema para erradicar a los ladrones definitivamente. "Estos no me van a sacar de acá, no me van a amedrentar, no soy asesino, pero no puedo seguir así", advirtió.