Tuvieron la posibilidad de cerrar la temporada en un más que honorable -y meritorio- 3er puesto en el Torneo de Clausura. Los resultados, en otros compromisos, se "habían dado" en favor de los viñamarinos y a Everton le bastaba con hacer su pega (venciendo a Palestino), para ubicarse detrás de Colo Colo y el campeón, Universidad de Chile, en la tabla de posiciones. Pero... lo mismo de siempre y una de las asignaturas pendientes para el plantel de Pablo Sánchez: la falta de gol.

Y no es que no se converse o se trabaje mal al respecto, pero siempre algo pasa. Mala suerte, nerviosismo, falta de jerarquía... quizás de todo un poco. Prueba de ello, las tres ocasiones claras -casi imperdibles- que Everton despilfarró en el segundo tiempo del pleito disputado ayer ante Palestino y que le impidieron a los viñamarinos, al menos rescatar un punto desde La Cisterna.

Es cierto, hay que estar en la cancha y quizás desde un escritorio, se ve todo más fácil. Pero el gol que pierde Raúl Becerra a los 47' (amortigua de pecho y sólo, a la altura del punto penal... eleva su remate); o la de Camilo Ponce a los 52', que se cae al enfrentar en un mano a mano al golero Melo o el zurdazo desviado -en plena área chica- del mexicano Ochoa, cuando el reloj marcaba el segundo minuto de descuento... hablan de una farra que de cierto modo explica el por qué Everton culminó 10° en el Clausura y 12° en la tabla anual en una campaña en donde si bien se alcanzó el objetivo de mantener la categoría, quedó una sensación de que los Oro y Cielo... bien pudieron sumar y mostrar mucho más.