Valparaíso revivió la tradición del homenaje a las Glorias Navales
Con una visita fugaz de la Presidenta Bachelet, cientos de personas se agolparon en todas las esquinas para ver el desfile y celebrar el primer 21 de mayo sin cuenta pública. En una agotadora tarde, los soldados marcharon durante casi tres horas.
Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso
Por fin, y después de 92 años, las Glorias Navales fueron celebradas como Dios manda, sin tener que compartir la mañana con el discurso anual de los gobernantes o las manifestaciones públicas en contra de la clase política.
Ayer todo fue distinto en las cercanías de la Plaza Sotomayor. La prioridad de este año era, simplemente, enaltecer esta fiesta nacional para celebrar a esos héroes que, un 21 de mayo de 1879, dieron la vida por el buen devenir de los chilenos en la Guerra del Pacífico.
Así por lo menos lo entendían todas esas personas, centenares y más, que se juntaron en cada uno de los rincones del puerto, para ver a esos casi dos mil marinos, soldados y patriotas, que honraron a sus antecesores, hijos de un tiempo repleto de sangrientos conflictos y de una pasión nacional que no se ve por estos días.
El día para ellos fue de total fiesta, nadie quería quedarse al margen de las fotografías y el desfile. Todo comenzó muy temprano cuando, a eso de las 11.10 horas, los marinos de la Primera Zona Naval rindieron honores a su Comandante General de Guarnición, para luego presenciar la Misa de Campaña llevada a cabo por el obispo de la Diócesis de Valparaíso, Gonzalo Duarte.
En medio de su prédica, no faltaron las palabras para recordar los fúnebres acontecimientos que tuvieron lugar el año pasado, el día en que un guardia municipal de 71 años, Eduardo Lara, fue víctima de un incendio en un edificio de Pedro Montt con Las Heras, donde, en medio del caos generalizado, un grupo de encapuchados arrojó un elemento incendiario contra una farmacia, en aquella fatídica mañana.
"Tomémonos un tiempo para recordar a un trabajador ejemplar, padre de un militar y de un carabinero", dijo Duarte. El silencio se apoderó de la plaza durante ese instante perpetuo, en el que la gente se preguntaba el por qué de la partida de un trabajador ejemplar. En eso una anciana de nombre Patricia, de unos ochenta años, cabizbaja por todo lo que se vivía, se acercó a nuestro equipo: "¿Tuvieron que matar a un hombre decente para que, por fin, se decidieran a acabar con todo el show que se arma en este día y donde todos los políticos de siempre quieren figurar?", nos preguntaba.
El arribo del poder
Habían llegado al monumento de los héroes de Iquique casi todas las autoridades, ministros de Estado, intendente y alcaldes de la zona. El edil porteño Jorge Sharp apareció casi a la par que la alcaldesa viñamarina Virginia Reginato. Estaban también presentes el ministro de Defensa, José Antonio Gómez; el de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz; la senadora y ex presidenta del Partido Socialista, Isabel Allende; y otros tantos que figuraban muy cerca del lugar del homenaje.
El reloj marcaba las 11.55 horas cuando el locutor a cargo de la actividad anunciaba el arribo de la Mandataria Michelle Bachelet, quien se apareció por la plaza Sotomayor vestida con su clásico traje de dos piezas, esta vez de color azul marino, y acompañada de un triunvirato del mar, conformado por el comandante en jefe de la Armada, almirante Enrique Larrañaga; el comandante en jefe de la Primera Zona Naval, contraalmirante Ronald Mc Intyre; y el director de Educación de la Armada, contraalmirante Gonzalo Maldonado.
De las casi dos horas en las que estuvo rodeada de la élite de las fuerzas armadas, la Presidenta dedicó el tiempo para homenajear a la institución, así como a los marinos más destacados que realizaron una que otra labor de heroísmo, a la manera de los tripulantes de la Esmeralda. De ahí en más tomó chicha en cacho, visitó la cripta en la que se encuentran los restos de Arturo Prat y luego se retiró del lugar.
El intendente Gabriel Aldoney aseguró que "este 21 de mayo los chilenos recuperaron una fiesta popular que nos pertenece a todos, logrando superar uno de los episodios más negros de su historia. No quiero irme de Valparaíso, sin antes rendir un homenaje a Eduardo Lara. Su experiencia vivida, que tanto nos conmovió, debe servir para que esto no suceda nunca más. Fue injusto lo que pasó con él, un hombre modesto, de familia, padre, un trabajador como la mayoría".
De ahí fue el turno para el alcalde Jorge Sharp, quien acabó con las dudas en torno a las banderas a media asta que había ayer en el municipio. "Hoy estamos de luto y recordamos con dolor a ese guardia de seguridad porteño. Lamentablemente, después de su muerte, las distintas partes de la política se movieron por cambiar la cuenta pública y ojalá eso sirva para construir ese Valparaíso que todos queremos, de paz, de tranquilidad y armonía", sostuvo.
Y a pesar de que los hijos de Lara aseguran que, hasta hoy, no se ha hecho justicia por lo sucedido, los trabajadores municipales, en conjunto con el alcalde, organizaron una misa en la que también participaron los más cercanos del fallecido.
COMIENZA EL DESFILE
Muchas de las familias, que esperaban impacientes a que sus hijos salieran de una vez por todas al desfile, ya no ponían atención a los discursos que emitían las autoridades.
A unas cuadras de la Plaza Sotomayor, una madre orgullosa tomaba fotografías a su hijo marino, quien esaba pronto a marchar. "Aprovéchalo que aún no está marchando, mami", le decían sus otros hijos. Besos y muecas de ternura enrojecían a ese joven de nombre desconocido, justo cuando las sinfonías marciales comenzaban a sonar, al compás del paso firme de todos esos hombres y mujeres de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas.
En total fueron unos dos mil los soldados que pasearon por los distintos rincones de Valparaíso, desde la Plaza Echaurren hasta la avenida Argentina, rindiendo honores a los monumentos de Carlos Condell, Thomas Cochrane y Manuel Blanco Encalada.
Una jornada agobiante, de seguro, pues mantuvieron el paso por más de tres horas, desde que comenzó el desfile, a eso de las 13.20 horas, hasta que ya se devolvían a la Primera Zona, cuando las manecillas del reloj marcaban las 17.20.
La cueca viene después
Justo atrás de las bayonetas y los fusiles de asalto, llegaron las cuecas. Una a una, las escuelas y organizaciones dedicadas al baile nacional iban pasando, junto con algún elemento representativo de su historia y el estandarte fundacional.
Por el lado de los huasos, decenas de jinetes con poncho cabalgaban detrás de las bailarinas de cueca, representando al Club de Huasos de Rodelillo y paseando a esos caballos chileneros que por fuera parecen tan pequeños, pero que son apetecidos por hombres de campo en el mundo entero.
Luego de ellos , ya sólo quedaba el último grupo folclórico, Emaús, oriundo del cerro Los Placeres y fundado el 2002, hace exactamente quince años. Su presidente Hugo Mellado cuenta que los participantes de este año, todos experimentados cuequeros, se prepararon durante semanas para bailar justo en frente de la Presidenta Michelle Bachelet.
"Esta es primera vez que tocamos en el desfile, aunque como baile ya habíamos estado acá los cuatro años anteriores. Esto es un gran orgullo, un honor, participar de estas ceremonias tan importantes y que nos consideren como una agrupación cuequera consolidada", contó Mellado.
Una vez que bailaron y se tomaron todas las fotos con las autoridades, se fueron a sus casas, mientras los soldados seguían marchando entre las esquinas del puerto, al compás de esos cientos de personas que se iban fundiendo con el espíritu de valor de Arturo Prat.