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Mujeres suplementeras que reparten noticias por la región

El 25 de mayo es el Día Nacional del Suplementero. Es por eso que La Estrella les rinde un cariñoso homenaje a través de las historias de Rosa, Margarita y María, tres valientes mujeres que se han mantenido firmes en el noble oficio.
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Nicole Valverde S.

Apunta de esfuerzo y trabajo lograron posesionarse en un oficio que desde el comienzo -y como tantos otros- era sólo de varones: el repartidor de diarios.

Gracias a eso lograron sacar adelante a sus familias. Alimentaron y educaron a sus hijos, que hoy son adultos profesionales y ya las hicieron abuelas. De esas abuelas bien chochas. A ellas les brillan los ojos con sólo acordarse de sus queridos nietos.

Es por eso que hoy, en vísperas del Día Nacional del Sumplementero (25 de mayo), La Estrella les rinde un homenaje a todos ustedes, estimados suplementeros y suplementeras. Quienes día a día dejan sus pies en la calle repartiendo los diarios a nuestros fieles lectores sin importar las inclemencias del tiempo; el frío, la lluvia o el calor y abren las pequeñas ventanitas sus kioscos a la comunidad.

Para eso, rescatamos las historias de vida de tres destacables suplementeras: Rosa, Margarita y María. Son mujeres muy orgullosas de su oficio, quienes aprovecharon la instancia para sacar la voz por todos sus colegas, y exigen el respeto y el reconocimiento que merece tan noble labor.

Rosa, la presidenta

Rosa Vivar está triste. Su querido kiosco ubicado frente a la Universidad de Playa Ancha, fue robado por delincuentes la noche del jueves pasado. Un problema del que constantemente son víctimas en el rubro.

Pero Rosa es fuerte y poco a poco nos regala su dulce sonrisa. Además, es la presidenta del Sindicato de Suplementeros Independientes de Valparaíso y conoce muy bien la historia de su rubro. Es así que de pronto nos sorprende con entretenidos datos; como el de la suplementera que estuvo a la cabeza del Ministerio de Trabajo y Previsión Social.

"Nosotros tenemos una suplementera que fue diputada, regidora por Santiago, y ministra del Trabajo y Previsión Social durante en el gobierno de Salvador Allende. Ella se llama Mireya Baltra, y ayudó a sacar la previsión de los suplementeros, de los pescadores, de los curitas y de los comerciantes minoristas. Ella es un testimonio vivo de la presencia de las mujeres en este rubro".

Mientras atiende a su clientela, la mayoría estudiantes de la Upla, Vivar nos cuenta que ella llegó al oficio por su esposo. Y dos de sus hijos continuaron el legado de sus padres.

Pero Rosa es reservada, y más que hablar de su persona, prefiere ahondar en los gajes del oficio.

Adaptarse al tiempo

"Este oficio partió con la Guerra del Pacífico. De ahí salieron los primeros canillitas, que eran niños o jóvenes hombres que trabajaban y corrían vendiendo los diarios de la época. La gente quería saber lo que estaba pasando en la guerra, y la única forma de hacerlo era a través del periódico", relata.

Y agrega: "Con el paso de los años todo ha ido cambiando. Antes nosotros vivíamos de la venta de los diarios, pero ahora no se puede. Entonces hemos tenido que adaptarnos a los tiempos y a los clientes. Porque con la tecnología la gente lee los diarios por internet, hasta por el celular. Yo, por ejemplo, tengo una máquina copiadora de llaves".

Al igual que Rosa, la mayoría de los suplementeros que trabajan en sus kioscos han tenido que ingeniárselas para reinventarse. Y no les quedó otra que complementar la venta de diarios y revistas con golosinas y cigarrillos. Otros ofrecen desayunos, con sanguchitos, con té, café y chocolate caliente incluido.

En la ciudad Puerto hay dos sindicatos de suplementeros: el Sindicato de Suplementeros Independientes y el Sindicato N° 1 de Sumplementeros. Rosa asegura que actualmente en el sindicato que ella preside hay unos 100 socios aproximadamente.

Margarita

Llegamos hasta el kiosco de diarios ubicado en el paradero 14 de Belloto, donde conocimos a Margarita Ahumada, quien lleva más de 20 años ejerciendo su labor de suplementera.

Margarita es una mujer de carácter, pero a la vez encantadora. Tomó las riendas de su hogar sola, sin ningún apoyo. Y comenzó a vender diarios para que a sus tres hijos nunca les faltara para comer.

"Antes yo trabajaba como asesora del hogar. Y se me dio la oportunidad para comprar este kiosco, así que me puse a trabajar en esto. Nunca me voy a olvidar porque fue en el año que murió la Lady Di, en 1997", recuerda.

"Yo trabajo todos los días. Voy a buscar los diarios tempranito a la agencia de Villa Alemana y hago repartos a la mayoría de los locales comerciales. El diario que más vendo es La Estrella, La Cuarta y Las Últimas... depende de la noticia", confiesa.

"Los fines de semana son los mejores días. Los otros días son casi muertos. Pero yo doy gracias a Dios porque todos mis clientes aquí me quieren harto y reconocen mi trabajo. Siempre me agradecen porque les voy a dejar el diario, y se ponen contentos porque a veces ellos no tienen tiempo de salir a comprarlo".

Margarita es imparable. Y sale a vender sus diarios sagradamente todos los días. Llueve o truene, se le puede ver por el centro de Belloto con su carrito azul y su chaqueta de suplementera. El carrito ya está oxidado y con las rueditas gastadas. Y la chaqueta se la consiguió con otro colega suplementero, pero también está desgastada.

"Este es un trabajo bien sacrificado, pero además muy antiguo. Por eso me gustaría que se nos reconociera como corresponde", concluye Margarita.

María

Volvemos a los cerros de la ciudad Puerto. Nuestra última parada es en el kiosco de María Aliaga y su esposo Luis Letelier, ubicado a un costado de la plazuela San Luis del cerro Alegre.

María nos recibe con una sonrisa de oreja a oreja y un gran abrazo. Y nos cuenta que lleva más de 50 años ejerciendo el oficio de suplementera. Un mundo al que entró por amor, de la mano de su marido.

"Mi marido lleva casi 70 años. El tiene 75 y empezó a los 5 años con su papá que era suplementero de acá, y todos sus hijos trabajaron vendiendo diarios, pero él único que quedó hasta ahora fue mi esposo", explica.

"Yo soy de Curicó, me vine a trabajar a Valparaíso con unos patrones y aquí lo conocí a él (Luis) y aquí estoy. Ahora soy porteña y suplementera", dice orgullosa.

La pareja de suplementeros, María y Luis, llevan tantos años en el oficio que han logrado consolidar su clientela en el cerro Alegre. La mayoría son personas de edad, igual que ellos, y prefieren comprar el diario y leerlo tranquilamente en el papel por sobre la edición web. Hay tradiciones que no se transan, y en eso los adultos mayores son sabios.

"Yo lo paso bien acá. En la mañana nosotro comenzamos subiendo por Urriola. Él entrega para el lado del cerro Concepción y yo del cerro Alegre. Y después el que llega primero acá al kiosco lo abre".

Pero la travesía de María no concluye ahí. Ella sigue repartiendo diarios por la Avenida Alemania y ahí recién regresa a su kiosco. "Aquí todos nos conocen. Eso es lo lindo de este trabajo, el contacto con le gente", finaliza la suplementera.