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Escarbando los cimientos de la Villa Berlín

Nació por iniciativa de un grupo de alemanes residentes en Valparaíso. Fue fundada en cerro Los Placeres en el año 1961. Y autoconstruida por sus propios habitantes.
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Nicole Valverde S.

La Villa Berlín del cerro Los Placeres esconde en sus cimientos preciadas historias. Secretos que sólo conocen sus habitantes fundadores. Los que van quedando, claro. Son poquitos, ya que la mayoría han partido a un mejor mundo, y muy pocos descendendientes continúan arraigados entre las sólidas murallas de sus casas uniformes y sesenteras.

Estimados lectores y lectoras, la invitación es a tomar esa enorme micro Central Placeres de colores salmones; o la pequeña y gris Ona, para bajarse en "la Pluma" y recorrer las anécdotas de uno de los sectores residenciales emblemáticos del "cerro del placer".

Alemanes paleteados

Bajamos por calle Bonn -pero no de la ciudad Alemana sino de la villa porteña- y doblamos a la izquierda por Río Cachapoal. Allí vive don Carlos Jorquera Velásquez, vecino fundador y gran conocedor de la Villa Berlín. Nos cuenta que en el año 1960 él tenía 25 años y vivía con sus padres en Avenida Francia, cuando a su lugar de trabajo llegó la solicitud de inscripción para un nuevo proyecto inmobiliario.

"En ese tiempo yo trabajaba para la Compañía de Gas, y era soltero. Entonces no tenía ninguna posibilidad de obtener una casa propia, porque no tenía puntaje. Y tampoco existían los préstamos y créditos hipotecarios que hay ahora", recuerda.

Y agrega: "En ese tiempo esto era la punta del cerro. Pero cerro pelado. No había nada, ni las micros subían porque la Avenida Matta no estaba pavimentada. El cemento llegaba hasta donde está la cruz de Placeres. De ahí para arriba todo era camino de tierra".

Como cuenta don Carlos, en esa época el anhelo de la casa propia estaba lejos del alcance económico de los trabajadores jóvenes que aspiraban brindar seguridad y bienestar a sus familias.

Es así que un grupo de alemanes paleteados residentes en Valparaíso, aprovecharon que Chile celebraría sus 150 años de Independencia, para realizar una obra como reconocimiento a la Ciudad Puerto que los había acogido. Se reunieron en el Club Alemán y acordaron fundar la Corporación Berlín, una institución sin fines de lucro cuyo presidente era don Helmut Weinreich, quien fue como un padrino para la villa.

Ese fue el puntapié inicial. Luego la Corporación contó con la asesoría del Instituto de Viviendas Invica, y logró interesar al comercio, industrias y otras instituciones en el proyecto de construcción de 500 viviendas.

Paralelamente, comenzó la inscripción de los trabajadores de distintos rubros que deseaban participar en la iniciativa.

Tres cooperativas

Antes de poner manos a la obra, se formaron tres cooperativas de viviendas y servicios habitacionales: Bremen, Essen y Hamburgo. Que en su conjunto conformarían la Villa Berlín.

"De ahí en adelante todo fue organización y unidad. Las cooperativas eran dirigidas por sus mismos socios, con igualdad de derechos y obligaciones. Los dirigentes fueron elegidos en asambleas donde informaban periódicamente las actividades a la comunidad.

Autoconstructores

La gente estaba tan motivada que los socios de la Cooperativa Hamburgo decidieron organizarse como "autoconstructores" de sus viviendas. Cogieron palas y herramientas y edificaron las primeras ocho casas piloto que fueron inauguradas el 18 de septiembre de 1961, a la que asistieron diversas autoridades de la época.

Adultos, jóvenes, niños y hasta los perros se reunían en los distintos pasajes para trabajar en las terminaciones. Todos remando para el mismo lado y por un mismo fin. El bien común cada vez más extinto en la sociedad actual individualista.

Don Carlos cuenta que una vez que se concretaron la mayoría de las obras gruesas habitables -que no estuvieron exentas de problemas- las casas fueron adjudicadas por medio de un sorteo.

Pero aún faltaban cosas y había mucho trabajo por hacer. Así que los vecinos más unidos que nunca, con mucho esfuerzo y sacrificio, se organizaban cada fin de semana y días festivos para plantar árboles, construir jardines, reparar veredas y muros, y así de a poquito fueron hermoseado el entorno.

Y si faltaban las luquitas, la Cooperativa efectuaba préstamos sin intereses que luego eran reembolsados en cómodas cuotas a los vecinos necesitados.

La vida en la villa

Todo ese sacrificio y amor entregado creo fuertes lazos entre los habitantes de la Villa Berlín. Ya se conocían. Y cuando por fin comenzaron a disfrutar de sus casas, se comenzaron a reunir en canchas y otros espacios públicos que se concretaron gracias al aporte de los alemanes, los padrinos de la villa.

"Don Helmut Weinreich era muy movido. Hizo gestiones con el Consulado de Alemania y logró que la Fundación Neumann financiara la construcción de la Casa Comunal, que es el corazón de la villa y principal centro de reuniones y actividades", recuerda Jorquera.

No conforme con su gran aporte a la comunidad, en uno de sus tantos viajes a Alemania, Weinreich logró que la ciudad de Hamburgo enviara un taller mecánico con herramientas y maquinarias para sus habitantes.

Es así que el legado del alemán está en toda la villa: en la Campana de la Libertad, el lugar favorito de los jóvenes villaberlinenses, donde muchos dieron su primer beso dando inicio a tiernos romances de verano. El Oso de Berlín (que tiene inscritos los kilómetros de distancia que hay entre la ciudad de Berlín y la Villa Berlín porteña). Y la quilla de barco que se luce como monumento en una de las entradas de la población, donde los vecinos salen a festejar los grandes triunfos de la Selección Chilena.

También está la escuela básica Ciudad de Berlín, donde muchos pequeños placerinos inician su etapa escolar. El famoso Estadio Erwin Fisher donde las pichangas se juegan como la final de la Champions League. La 14 Compañía de Bomberos de Valparaíso, entre tantas otras cosas que forman parte de la identidad e historia de la Villa Berlín.

Documento único

Don Carlos hojea un texto de su autoría. Es el único registro escrito que aborda la verdadera historia de la población a la que llegó cuando sólo era un joven trabajador de 25 años lleno de ilusiones. donde luego se casó con doña María Elvira Uribe, tuvieron a sus hijos, y luego a sus nietos.

Un matrimonio al cual se les puede ver paseando del brazo por los pasajes. Los mismos que ayudaron a construir y hoy lucen tan distintos a los años 60's.

Él vende las fotocopias anilladas de su libro "Historias de Villa Berlín" en su casa, a sólo 4 mil pesos, demasiado barato para una historia tan grande.