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"El jugador es un enajenado que no le pertenece a sí mismo"

Andrés Parra, sociólogo deportivo de la Universidad Central, opinó al respecto del "mercado de piernas" y pases del fútbol chileno y mundial.
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Erika Rojas Salazar

"No hay droga que mueva fortunas tan inmensas en los cuatro puntos cardinales del mundo. Un buen jugador es una muy valiosa mercancía, que se cotiza y se compra y se vende y se presta, según la ley del mercado y la voluntad de los mercaderes", dice Eduardo Galeano en el libro "El fútbol a sol y a sombra" editado en 1995.

En pleno período de negociaciones, la figura del futbolista reaparece como un bien de mercado, trozado en partes, como carne, pues actualmente sus pases se dividen en 30, 40 o 50% pertenecientes a grupos económicos o clubes.

"Actualmente el jugador de fútbol vive con una inestabilidad laboral tremenda, debe hacerle frente la especulación financiera. Los torneos son cortos en Chile y la familia debe trasladarse junto al jugador por 5 o 6 meses", adelanta Andrés Parra, sociólogo deportivo de la Universidad Central de Santiago.

El profesional explica que el jugador se ve sometido a contratos por medio año, parcelamientos y tráfico de su pase, además de la aprobación o no del técnico.

"Puede sonar fuerte, pero el jugador es un enajenado, no le pertenece a sí mismo, no es de su propiedad, no puede proyectarse a futuro. Recuerdo que la vez que la U. de Chile quebró, el pase de Aldo Ponce iba a ser entregado como indemnización a varios jugadores", destaca Parra.

El caso de Ezequiel Luna es ejemplificador de lo mencionado. El central argentino, que había llegado a acuerdo con Wanderers en temas monetarios y de plazos, no ha podido firmar contrato por detalles de su representante con el club. Es decir, su preacuerdo se vio condicionado por agentes externos.

Mirada sicológica

Rodrigo Cauas, sicológo deportivo de San Luis de Quillota y de la Clínica de las Condes, profundizó el sentir del deportista bajo el prisma capitalista.

"Es difícil generalizar, pues este sentir depende de la calidad técnica de cada jugador. Es que quien es más hábil puede elegir, pero claro, con empresarios de la mano. Hay casos en que se les crea expectativas falsas y el poder económico de quienes los compran sobrepasa al jugador mismo, pues hasta mantienen a sus respectivas familias. Entonces a la hora de decidir tampoco son autónomos, pues requieren de la aprobación de esos empresarios y también de la familia, que al ser comprada, está del lado del dueño del pase", destaca Cauas.

Pasando a la otra cara de la moneda, con futbolistas de menor rango, que quizás fueron desechados de un plantel o fueron cedidos en calidad de préstamo con opción de compra y no resultó; el sicólogo manifestó que este jugador necesita afirmar su autoconfianza y volver a motivarse.

"De acuerdo a mi experiencia, cuando se termina un vínculo con un equipo, el jugador necesita retroalimentación de su técnico. No le sirve que se entreguen listas con los no renovados o se les informe por terceros. En general los directores técnicos son poco asertivos, no existe un cara a cara con su exdirigido para explicarle las razones del despido", detalla Cauas.

Por su parte Parra destaca que hasta a la opinión pública se le olvida que el futbolista es persona. "Se le crítica, se le exige... El caso más dramático se da en México, donde se vende a los jugadores como en una carnicería. También está el caso de las triangulaciones y la Agencia AIM con Huachipato (salida de Víctor Dávila a Necaxa, en vez de ir al fútbol holandés por la negativa de la agencia).

Actualmente en el Sindicato de Jugadores de Fútbol (Sifup), entrenan más de 20 jugadores que quedaron cesantes y esperan un nuevo vínculo. Este año se abrió otra sede en Concepción, pues la demanda es alta.