Matías Valenzuela
Esperan al pasajero para acercarse a su próximo destino, y muchas veces se ven expuestos ante los riesgos de su oficio, sobre todo, los que trabajan de madrugada. Quienes lo tienen muy claro son los taxistas de la subida Cumming.
Todos los días, se puede ver los taxis de color azul apostados, uno detrás de otro, a un costado de la plaza Aníbal Pinto, por la orilla del Cinzano. Allí están los choferes esperando a los pasajeros que transitan por el sector.
Más tarde, a eso de las 19.00 horas tiene lugar el recambio de choferes, pues termina el turno diurno y comienza el servicio nocturno, donde los conductores deben recorrer otra ciudad totalmente distinta: el Valparaíso nocturno.
Comienza la hora de la jarana, y los turistas son reemplazados por los locales, y en ese momento los taxistas deben actuar con cautela.
El modus operandi suele ser similar, grupos de tres o cuatro personas abordan el vehículo en la subida Cumming y piden que los lleven a alguna plaza o parque en la parte alta, preferentemente uno que no sea concurrido. Ahí, cuando van llegando, extraen un arma blanca o de fuego para intimidar al chofer y quitarle sus pertenencias y recaudación de la noche.
En la noche
"Ocurre más seguido el fin de semana. Te dicen que los lleves a la plaza San Luis, o la plaza Bismark, o puede ser también al paradero 10, por calle Munich, y ahí te encuentras con la sorpresa", cuenta René Díaz, taxista hace cuatro años.
El porteño cuenta que por lo general, una vez que le quitan sus cosas al conductor, escapan a pie, pero también ha pasado que algunos bajan al taxista para escapar en el propio vehículo, el que luego dejan abandonado a los pocos minutos, siendo encontrado gracias al sistema de geolocalización por GPS.
"A veces también se llevan el auto. Por ejemplo la otra vez el dueño del auto en el que ando trabajando yo, le llevaron el auto igual, pero como tiene GPS lo encontraron después en el camino La Pólvora", menciona René, y agrega que los mismos choferes que trabajan de noche se traen a sus colegas cuando quedan varados.
Es por eso, que los conductores actúan con más cuidado para evitar verse afectados.
"Ayer en la mañana llegaron unos chicos, que tú cachas cuando pueden ser sospechosos, y me dijeron que querían ir a tal parte, y yo les respondí que estaba ocupado no más", dice.
Ocurre mucho, que algunos de los taxistas, aburridos del riesgo al que se exponen, optan por cambiarse al turno de día para resguardarse.
Tal es el caso de Guillermo Hidalgo, quien fue víctima de asaltos en tres oportunidades, todas, cuando trabajaba de noche.
"A mí me asaltaron tres veces, en tres oportunidades me colgaron. Su táctica es tomar aquí el taxi y te dicen que los lleves a un lugar determinado, y al medio del camino te asaltan", explica el experimentado taxista, y agrega: "Me amenazaron con un cuchillo, no me hicieron nada porque yo no opuse resistencia, es inútil defenderse contra ellos".