El policlínico de los libros
Bukowski es un moralista
Charles Bukowski es un moralista. Lo sospeché desde un principio, hace muchos años cuando influenciado por esa moda - obsesión literaria decadente de los noventa llegó a mis manos un ejemplar algo trajinado de "La senda del perdedor" (1982). Novela escrita en tono autobiográfico que inspiró y marcó a centenares de lectores y escritores de los últimos veinte años. En la novela, Henry Chinasky cae y cae, pierde y pierde, se degrada y se degrada, es golpeado y es golpeado y al final - con la sutileza de las historias que apuntan a una aparente amoralidad - Chinasky gana en altura moral. Una altura moral algo abstrusa y velada por el alcohol y la decadencia del medio en el cual se encuentra inserto. El juego y el drama de todos los artistas de lo decadente que, de una forma u otra, terminan rasgando vestiduras por la pérdida de aquellos antiguos y tradicionales valores morales que hacían del hombre un ser que podía aspirar, ciñéndose con justeza a ellos, a la felicidad.
El grito y la denuncia sólo se generan en la escasez y la perdida de sentido.
Sí, esa fue la primera sospecha de que había algo que se me escapaba con respecto al maldito de los malditos del underground publishing del reino norteamericano.
La certeza llegó, finalmente, hace poco. Mientras revisaba el volumen titulado "Peleando a la contra" (1993); una especie de grandes éxitos publicado por Anagrama. La verdad, jamás me han gustado las compilaciones. En especial si son de autores muertos. La editoriales pocas veces tienen criterios artísticos para seleccionar los textos y, la mayor parte de las veces, lo que resulta es algo parecido a esos platos de día viernes que se hacen con las sobras de comida de toda la semana.
Pero, en justicia, "Peleando a la contra" es una de las pocas compilaciones que realmente entrega una visión holística y reveladora de la gran narrativa de Bukowski. Un Bukowski que va desde el poema de alcantarilla con ribetes a un Baudelaire perdido en L.A. hasta la narrativa más cruda y desengañada. Y es en este abanico de métodos de acercamiento al objeto artístico donde aparece la moralización como una constante casi obsesiva dentro de la narrativa y, más aún, del cosmos bukowskiano. La constante denuncia de la pérdida de los valores más profundos del ser humano y la constante pérdida de humanidad que el sistema impone a un puñado de seres que, aún cayendo en lo peor de la degradación, son víctimas grande e incomprensible para ellos, seres alcoholizados y embrutecidos: la absoluta indiferencia de Dios y la total muerte de la moral piadosa en los seres humanos.
Bukowski, sin duda, es profeta donde otros sólo quieren ser inmorales.
"Chinasky gana en altura moral. Una altura moral algo abstrusa y velada por el alcohol"."
Nombre: "Peleando a la contra" y "La Senda del Perdedor"