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Ambulantes: "Queremos permisos y pagar impuestos"

Esa es la visión que revela a La Estrella un dirigente de las agrupaciones de Pedro Montt y Bellavista en Valparaíso. Alega que la delincuencia no está detrás de lo que representan. En Viña, Ordenanza Municipal sanciona compradores.
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Guillermo Ávila N.

En el espejo anverso de la Ciudad Puerto, en Viña del Mar, a principios de este mes, entró en vigencia una Ordenanza Municipal (aprobada por el Concejo Municipal) que busca golpear la mesa. Dos veces: primero, incrementar multas para aquellos que desarrollen actividades comerciales en la vía pública sin permiso y de manera ilegal. Segundo, sancionar a las personas que compren o adquieran un producto en el comercio ambulante. Multas, ojo transeúnte comprador: 5 UTM (alrededor de $233 mil pesos ).

Al respecto, y teniendo como foco a la popular Calle Valparaíso y arterias cercanas al mall en 15 Norte, Macarena Urenda, concejal por Viña, especificó: "Era necesario hacer este ajuste: observamos cómo se viola la Ley y se transgreden las normas, lo que afecta negativamente a los habitantes de la comuna".

Ambulantes porteños

En el espejo reverso de la Ciudad Jardín, más difuso, en avenidas como Bellavista o Pedro Montt, caminar por la vía pública, pese a algunos controles, puede resultar de anarquía. Sobre sus veredas, en algunas con hasta dos metros a lo largo de ocupación con paños y sobre ellos, todo tipo de mercadería. Allí impera la ley, esa de la piratería, el "sacar a luca" y "oye, córrete": el comercio ilegal.

Se trata de aquellos ambulantes que no pagan impuestos. Tampoco dan boletas y menos cancelan arriendo. Adelante de los que sí y se quejan. "Nido de mafiosos", les llaman. Cierto, la vida cada vez es más dura. Hay que "echarle pa' la olla". Competitiva. O, como prefiere decirlo la concejal viñamarina Urenda: "Esta medida es dura, pero absolutamente necesaria". Eso porque, a su juicio, los comerciantes establecidos compiten en desigualdad de condiciones con ambulantes.

Casi en la esquina Pedro Montt con Las Heras, una vendedora de confort nos lanza: "¡Están buscando a un muerto!. En realidad, aquel comerciante que menciona la mujer (aquí son de pocas palabras, "puro sapeando", remata) se encuentra vivo, laborando al interior de unas bodegas por Independencia. También las hay, -bodegones- arriba por Colón. De allí emergen carros de supermercados en cuyo interior albergan productos para abastecer a los que ya han sido vendidos.

Voz de la calle

En ese ambiente, La Estrella dialogó con Jorge Altamirano Luna, presidente de siete agrupaciones de vendedores ambulantes ("estamos alineados en sindicatos", dice) de Bellavista y Pedro Montt. A muchos de los que están acá, como a Altamirano, se los conocen como "los castristas", ya que llegaron en el tiempo del ex alcalde Jorge Castro, "pero él, como ahora Sharp, están preocupados de otras cosas políticas. Nunca nos dieron permiso tampoco", reclama.

El dirigente ambulante, también conocido como "El colorín", alega que se los critica porque no pagan impuestos y que la delincuencia está detrás de lo que representan. Altamirano desmiente, en parte: "Es como que dijera que todos los carabineros o políticos son ladrones, yo no caigo en ese juego. No hay que echar al saco a todos. El 99% de quienes trabajan acá es gente buena. Puede haber algún mal elemento, claro".

Altamirano asegura que acá todo lo que se trabaja es con boleta. Y explica: "Uno le compra al distribuidor mayorista... todas las compras se hacen en el Barrio Meiggs, en Santiago". Y ahonda: "Yo he ido a impuestos internos. Nosotros fácilmente podemos boletear. A mí me convendría, pero yo no recibo nada, a nosotros se nos margina por no tener permisos. No tenemos opciones a créditos bancarios. Acudimos al fondo esperanza o créditos gota a gota en manos extranjeras". Esto, a su juicio, es parte de la rebeldía del ambulante. "Hay que ver la realidad de Valparaíso: una ciudad de container, no hay industrias ni trabajo. Muchos tenemos varios hijos, ¡quién con 240 mil pesos puede vivir!".

A metros, en la calle, llegan camionetas, algunas del año. Se posan al lado de esos puestos ilegales. Todas cargadas con mercadería, de todo tipo: ropa (allí están las zapatillas de tres líneas, las del lagarto, la del gancho), textil, productos electrónicos, joyería, cachivaches, "sacar a mil" por montón. Rodolfo Galindo, sobre su silla de ruedas, comenta, como tesorero de una organización de ambulantes, que aquí han hecho gestiones para obtener permisos. "No es fácil. Hay trabas".

Altamirano corrobora: "Los comerciantes que pagan boleta... ¡ellos reciben, poh! Es como querer cortar por el hilo más delgado con nosotros: te garantizo, como dirigente conocido que soy, que si a nosotros nos dan permisos seríamos un gran aporte a Valparaíso. Reitero: queremos permisos, pagar impuestos, arreglar la calle".

Arde Troya

-¿Y qué pasa con los transeúntes que eluden esos trasatlánticos a los paños sobre veredas? Altamirano responde: "Tienen razón. No es justo que ambulantes ocupen muchos espacios en la vereda".

-¿Qué le parece la Ordenanza Municipal en contra de sus colegas y quienes les compren en Viña del Mar? Altamirano contesta: "Me parece una falta de educación lo de Viña, seguro votaron todos los concejales alineados. Es una medida abusiva, prepotente. Aquí no le vamos aguantar que se nos quite un metro más: nos pueden achicar, acomodar los puestos, pero yo, como dirigente emblemático del sector, digo: aquí ardería Troya. ¡No vamos a tolerar por ningún motivo medidas represivas así!".

Jorge Altamirano Luna es parte del inventario de esta cuadra desde 1999. En verano, vende chalas. En invierno, pantuflas. En meses buenos, se hace sobre el millón de pesos. En tiempos de vacas flacas, más menos 400 lucas.

También fue ambulante en el extranjero. Y, cuenta, lo que más lo marcó en su paso por la Uniacc mientras estudiaba gestión y comunicación fue una cita de un profesor de economía: "Los únicos huevones que pagan impuestos y nunca reciben nada son los comerciantes ambulantes". Sorprendido, el alumno, replicó: "Profe, soy uno de esos".

El dirigente acota que se les acusa que compran y reducen en robos, pero... "qué pasa con los grandes consorcios coludidos. ¡Esos sí que son robos!".

Antes de venderle una pantufla a una señora, la reflexión al espejo de Jorge Altamirano. "Decirle a las autoridades: queremos pagar impuestos. Incluso nuestra agrupación quiere boletear en la calle".