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10 clave para lucir su entorno

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Hace unos años, la organización internacional Project for Public Spaces (PPS), promovió 10 claves para mejorar los espacios públicos en las urbes. Estás fueron: convertir las calles en espacios peatonales, crear parque y plazas públicas, construir economías locales a través de mercados urbanos, diseñar edificios como redes entre distintos barrios, vincular a la gente a la salud pública con programas de espacios públicos, reinventar las organizaciones ciudadanas, convertir un sitio en un gran lugar, crear un programa integral para espacios públicos, "Más ligero, más barato, más rápido" : empezar de a poco y experimentar, políticas estatales para ayudar a los espacios públicos.

Pasaje José Toribio Medina: un paseo reciclado en el cerro Monjas

Olvídese de los bancos rotos, piezas calamitosas o el baño público porteño. Con elementos de desecho, desde hace un año y medio, vecinos hermosean este rincón perdido.
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Guillermo Ávila Nieves

Estos son caminos estrechos. Los patiperros, de esos dispuestos a burlar la gravedad y que surcan las alturas porteñas, pueden encontrar, a medio camino, bajo el ombligo en cerro Monjas por la maltrecha av. Baquedano, su escalera al cielo, como entonaba Led Zeppelin, en un pasaje muy especial: el J. Toribio Medina.

Un letrero: "No botar basura". Y luego, bajar 12 peldaños para apreciar este pasaje -y paisaje- sacado del universo de J.R.R Tolkien. Al frente, la panorámica de "La Joya" en su esplendor: Barón, Larraín, Valpo. Adornado y florido para que el turista y el local descansen al alivio.

Allí, todo lo que usted cree -y no- que puede ser reutilizado deslumbra por belleza propia. Obras de arte callejeras. De lo conceptual a lo hippie. De lo material a lo natural. Reflexión sobre nuestros hábitos. Esos de crítica.

Lo ponemos así: una exposición abierta a lo verde, sostenible y por sobre todo, reciclable. Intervención urbana con materiales de desecho. Y un guiño en contra de ese consumo chatarra. Plástico. Basura.

Pero que acá todo cobra forma. Palé (o palets) que se convierten en asientos. Un inodoro recubierto de plantas. Lavamanos brotado de flores. Cerámicos pintados en escombros caseros. Maceteros en madero con arbolitos. También la pequeña huerta: albacas, cilantros, pensamientos, mandarinos. Y una casucha coqueta revestida en su techo por logos de cerveza para el cachupín regalón del barrio: Toribio, en honor al pasaje; un área digna de recovecos en Roma o París.

Revalorizar la Basura

Por eso, que vecinos del sector se tomaran este lugar de casi 100 metros a lo largo y con cuatro enormes mandalas a la pintura sobre el pavimento, invita al que se puede. El creer en un mundo -y Valparaíso- mucho mejor.

Al menos, así lo reivindica Patricia González, quien vive acá junto a su familia hace medio siglo. "Aquí se hacen fiestas vecinales. Como este pasaje es cerrado, la gente se ha involucrado mucho". Un joven cartero -¿los hay aún?- de nombre Claudio, concuerda con doña Patricia, afuera en su puerta. "La verdad que es lindo este lugar. Ojalá pudieran haber más pasajes, plazas o parques de este tipo".

La señora Patricia González se entusiasma. Acota que hace un año y medio, "la gente comenzó con esta obra. Una belleza".

En realidad, esa gente que menciona González, recae más que nada en las ganas y la mano artística de los Bustos, una familia que radica acá desde hace diez años, pero que en menos de dos, hicieron posible este oasis colorido en medio de la sucia nada.

Tras el timbre, Floyd Bustos, estudiante de bioquímica de la Pontificia Universidad Católica porteña, sale al encuentro. Lo primero que recalca es su conciencia ambiental. "La idea es rescatar el espacio para que los vecinos puedan vivir más feliz".

Floyd -como los artistas- vive en esta casa. Su abuela Trinidad y la madrina Jessica comenzaron a pintar hace un año y medio el entorno. "De allí se encargaron de adornar, solitas... más mi ayuda. A mi abuela le encanta que esto se vea así de bonito".

Y agrega sobre el laburo gratuito por parte de su abuelita: "Hace maceteros para árboles más grandes. Techitos. Es muy creativa". También sobre su madrina: "Ella comenzó a reciclar todo. Incluso cosas que dejaban tiradas en las casas aledañas", acota.

De acuerdo a Floyd, los lugareños cuidan el lugar, salvo una vez, "cuando un caballero desubicado intentó robarse un macetero. Pero no faltan".

Eso sí, Floyd Bustos apunta a que las mejoras pueden ser parte de todos: "Algunos vecinos tienen ganas de cooperar, pero la mayoría no. Sólo se quedan contemplando, aunque el de la esquina... siempre riega las plantas".

Nos alejamos, y con ello, las casas, el imaginario al Año Nuevo desde aquí, estudiantes que se recrean a la cimarra -"esto es muy lindo", lanzan a coro- y el Pasaje J. Toribio Medina, ese que bordea este hallazgo a la vista.