Joven emprendedora de Concón: del fracaso en la PSU a la Nasa
Lo que para algunos son obstáculos, Carolina Águila los transformó en logros. Aquí su FuckUp Nights ¡Toma!
El mantra acá es simple: ¡me importa un carajo! Olvídese de esas historias de superación que sirven -muchas veces- como el antídoto perfecto para aquellos que ven en ellas rasgos épicos.
Aquí no corre la narrativa del triunfo que siempre seduce. Esa de los casos de éxitos de tipos tan ajenos al cotidiano como los genios de la informática Bill Gates, Steve Jobs o el ex cabro chico fundador de Facebook, Mark Zuckerberg. Porque, de cada diez emprendimientos, ocho fracasan en los primeros 18 meses. Al menos así lo predice aquella plataforma de software financiero y de noticias global llamada Bloomberg.
Por eso, un tema oculto, los pasos en falso, aquel punto negro del cual nadie quiere hacer gala en un currículum son, justamente, herramientas que dan vida a una nueva forma de ver al fracaso. Herramientas para dar vuelta ese traspié laboral y, ahora sí, triunfar.
Eso es lo que quieren gritarle al mundo estos emprendedores que mordieron el polvo de la derrota. Y su mantra: solos, delante de una tarima, bajo un formato stand up comedy y con un público que bebe -sí, con cerveza en mano- esas historias de fracaso como se conocen a las FuckUp Nights.
Como las de Carolina Águila Díaz, una joven de Concón que, pese a sus 23 años, ya tuvo varias. Antes de salir a escena, le quedan treinta minutos. Suspira, concentra, se da otro golpecito motivacional, suspira. Riéndose de su fracaso, nos concede un aparte.
Aquel cerebro que patentó más de mil inventos, Thomas Alva Edison, dijo: "No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla".
Carolina es positiva. Con actitud. Hoy, a punto de terminar la carrera de ingeniería en Biotecnología en la Universidad Andrés Bello, además se las apaña para ser emprendedora y conferencista. Ahora está dispuesta a dar recetas. Pero hubo un tiempo de desastres. Su revés en el sistema educacional criollo en un colegio -omite nombre- donde convivió con las bajas notas, le hizo irse a negro. "Me iba súper mal, siempre tenía uno o dos promedios rojos". Al pasar los cursos, ni sus cercanos confiaban en ella. "Todos decían que no quería estudiar. Incluso fui al sicólogo y neurólogo".
Sin embargo, había un bichito que seducía a Carolina: la investigación de microscopios. Hija única, se decantó por libros de autoayuda. Un dos por uno para sacar su cuarto medio, las dudas en un preuniversitario al cual nunca fue y una PSU donde registró 450 puntos, le daban un panorama desolador. "Mis padres habían perdido toda esperanza en mí", cuenta en tono serio.
Silicon Valley y la Nasa
Contra todo pronóstico, ese verano Carolina sintió clic. Sola, recostada en las cálidas arenas de Las Salinas y pensativa, hizo balance. "Me di cuenta que priorizaba los videojuegos, gimnasio, amigos. Comprendí que nada de eso me llevaba al futuro". Estaba decidida: ser científica. "Fui a todas las universidades a preguntar, en Viña, Santiago: todas me decían que no se podía por mi puntaje".
Perseverante, la aceptaron de la UAB. Allí se destacó. Tanto que se ganó un fondo de emprendimiento Corfo (10 palos para el prototipo en 2015). "Busqué en todos los programas que existen en el mundo una tecnología que yo pudiera usar en la biotecnología". Y para tapar bocas, sin querer queriendo, la guinda de la torta: una beca ("no tenía plata") para, nada menos, la Nasa. "Para 2016 becaban a una chilena para ir a Singularity University, dentro del campo Nasa".
Entonces, se preguntó,:"¿Por qué no?". Postuló, superó vallas imposibles contra cientos de participantes. Al final, 10 seleccionados para un cupo, y Carolina con su 5% de inglés para presentar Aflox, su producto biotecnológico que elimina las toxinas en los campos agrícolas gracias a un polvo rociador hecho con microorganismos vivos... Toma cachito de goma, diría Yerko. Carolina dice: "¡Gané!".
Allí, en Silicon Valley, California, epicentro de Ceo's mundiales, Carolina Águila supo sacar provecho del aprendizaje para impulsar sus tecnologías del futuro, esas con biotecnología, nanotecnología, inteligencia artificial. Hacerle un aporte a los desafíos mundiales. Tal vez pudo seguir allá, pero prefiere cimentar sus conocimientos acá, desde su Chile y la V Región. Ya no se siente un fracaso. No hay por qué. Al contrario, su historia estimula a otros. También se hizo conferencista de la revista española "Mujeres Valientes". Y da conferencias, como la de hoy, con aplausos, frente a curiosos estudiantes en la PUCV. FuckUp nights!