La conexión nazi en Valparaíso
Documentos desclasificados esta semana por la PDI, que revelan el trabajo realizado por el Departamento 50, dan cuenta de la fuerte presencia que tuvo en esta ciudad la red de espionaje alemana instalada en Chile. Testimonios revelan cómo se comunicaban los agentes, quiénes estuvieron involucrados en el grupo y qué tipo de informaciones proporcionaban a Berlín, en plena Segunda Guerra Mundial.
Claudia Carvajal y - Marcela Küpfer
Cuando Guillermo Kuensemueller Rothman llega a Chile en 1941, tras ser reclutado en Alemania con la misión de transmitir mensajes de importancia para el Tercer Reich, en plena guerra con el frente aliado, su primer paso consiste en trasladarse a Valparaíso. En el edificio de Correos -donde hoy funciona el Consejo de la Cultura, en plaza Sotomayor- Kuensemueller establece el primer contacto con un "miembro de la institución", cuyo objetivo no era otro que operar una red de espionaje desde nuestro país, que podría llegar a tener importancia estratégica para la Alemania nazi durante el desarrollo de la II Guerra Mundial.
Ese primer encuentro con un misterioso agente, que se identifica a sí mismo como "señor Thompson", se desarrolla específicamente "frente a la casilla 24", según señala el primero de los ocho tomos donde el Departamento 50 de la PDI da cuenta de los pasos de un grupo de espías nazis que operó en nuestro país entre 1937 y 1944 y cuyo contenido se mantuvo secreto hasta el jueves pasado, cuando todo el material fue entregado al Archivo Nacional.
La PDI creó el Departamento 50 a fines de 1942 y la sección tuvo su origen en una pequeña unidad formada en 1941 tras el descubrimiento de grupos nacionalsocialistas en el sur de Chile y de la intercepción de transmisiones radiales de la Armada por este movimiento. A ello se agregan informaciones provenientes del servicio secreto norteamericano, que daban cuenta de transmisiones de mensajes cifrados desde Chile al extranjero.
Los cuadernos transferidos al Archivo Nacional dan cuenta de una vasta red de agentes, tanto ciudadanos chilenos como alemanes residentes, que operaron en Santiago, Valparaíso y el sur de Chile, para llevar informaciones consideradas relevantes hasta el Tercer Reich.
La conexión porteña
Las investigaciones recogidas en los archivos desclasificados de la PDI se refieren al desbaratamiento de la red, tras el descubrimiento de transmisores de radio ubicados en Santiago, así como una serie de documentos, códigos cifrados, dinero en efectivo, etcétera. Este operativo permitió la captura de gran parte de la red, en 1944, pero la actividad de espionaje empezó algunos antes y tuvo importantes capítulos en la V Región.
En 1942, una importante diligencias de la Policía de Investigaciones, conocida como PYL, finalizó con el desabaratamiento de un grupo que desde Quilpué transmitía mensajes criptografiados a Alemania, sobre los itinerarios de los buques mercantes aliados.
Pero ese grupo partió trabajando en Valparaíso. Funcionaron en oficinas ubicadas en calle Prat y en casas del cerro Alegre. Y cuando se sintieron cercados, deciden cambiarse a la Ciudad del Sol para continuar con sus operaciones.
Gracias a este levantamiento de secreto, hoy los chilenos pueden acceder, vía internet, a esos sabrosos secretos, donde se vieron involucrados varios residentes, trabajadores bancarios, profesores y mujeres vinculados a la comunidad alemana residente.
Agentes en valparaíso
En un comienzo, la red de espionaje fue orquestada desde la misma embajada de Alemania en Chile, donde el Adicto de la Fuerza Aérea alemana en esa repartición, el capitán Von Bohle, actuaba como director del grupo. Al momento en que Chile rompe relaciones con los países del Eje, en 1943, y el personal diplomático alemán es retirado, asume la dirección del grupo el chileno de origen alemán Bernardo Timmermann, apodado "Pancho" o "Salvador", nombre que recibía también el grupo de espionaje.
De inmediato, Timmermann se hace cargo de la red y refuerza los contactos que ya existían con colaboradores pro nazis en Valparaíso. Nombra a Hans Heinke como el "nexo" entre él y el grupo porteño e instruye recopilar informaciones relacionadas principalmente con el movimiento de naves norteamericanas en el Puerto, entre otras noticias.
Heinke, coordinador para el grupo porteño y empleado de la compañía eléctrica A.E.G., trabajaba con diversos informantes y colaboradores en Valparaíso, tanto a través de entrevistas personales, como mediante casillas de correos, donde eran dejados mensajes cifrados o en tintas invisibles.
"Heinke, en cinco ocasiones, más o menos, me llevó datos sobre movimientos de buques mercantes y de guerra de Estados Unidos en las costas de Chile, y una vez de un barco brasileño, sobre la carga que transportaban los buques mercantes y sus destinos", señala Timmermann, líder del operativo de espionaje, en su declaración a la PDI.
"Todas estas informaciones y documentos yo los enviaba a Alemania y a Buenos Aires a veces mediante transmisiones por la estación transmisora que manejaba Kuensmueller y que estaba instalada en su casa en La Cisterna, y otras, mediante mensajes escritos que era llevados por mano o enviados por carta aérea a Buenos Aires", agrega el agente "Salvador".
Correo espía
La casillas de correo eran un medio empleado a menudos para las comunicaciones de los espías alemanes. Una de estas casillas era la 24 del Correo de Valparaíso, lugar al que se contacta Guillermo Kuensemueller, tras ser reclutado en Alemania y enviado a Chile para transmitir mensajes cifrados desde Sudamérica.
"Al llegar a Santiago, despaché inmediatamente una carta a la casilla N° 24 (a nombre de) Isabel Piderit con tinta simpática Piramidón, en la cual ponía en conocimiento a la institución de mi llegada y mi necesidad de dinero. La primera entrevista que tuve aquí en Chile con miembros de la institución fue en Valparaíso, Correo Central, delante de la casilla N° 24", señala Kuensemueller en su primera declaración.
Otro de los correos utilizados por los espías era la casilla 3044 de Valparaíso, arrendada nada menos que por el subcomisario de la Policía de Investigaciones Armando Céspedes, involucrado en la red.
"señorita taum"
El grupo porteño estaba compuesto por al menos una docena de personas, que cumplían diversas funciones. Entre ellas, destaca la figura de la enigmática "Señorita Taum", nombre clave que utilizaba la viñamarina Ilse Dorrer Wagner, mujer que tenía contacto directo con Heinke y otros colaboradores de la red.
Ilse Dorrer, de 24 años a la fecha de la detención, era soltera y vivía en Viña del Mar. Se supone que frecuentaba "las altas esferas sociales" de Valparaíso y Viña para recabar información.
Según su propia declaración, fue contactada por un funcionario del Consulado Alemán en Valparaíso, Frederich Kaven, para servir "de portadora de unos mensajes para un señor Heinke en Santiago". El argumento que habría utilizado Kaven para convencerla de trabajar para la red era que su pareja había muerto en el frente de batalla: "Me pidió que lo realizara en memoria de mi novio", declaró.
En sus primeros contactos con los integrantes del grupo, Ilse Dorrer se hacía llamar "señorita Taum" y establecía diversas estrategias para el reconocimiento. Por ejemplo, a Kuensemueller, el nuevo encargado del radiotransmisor en Santiago, lo citó en la Estación Puerto y le dijo que la reconociera por llevar una flor blanca en una mano. Para su primera reunión con Hans Heinke, su agente de enlace con la capital, utilizó el santo y seña "Liebeskumen".
"Yo le proporcionaba a Heinke datos sobre el movimiento de buques mercantes y de guerra, indicándole el nombre de ellos y los días y horas de entradas y salidas", relató Dorrer en su declaración. "Yo sabía que las informaciones que entregaba tenía por objeto favorecer a Alemania en la guerra con Estados Unidos, Inglaterra y demás países aliados, aunque no apreciaba bien la importancia de dichas informaciones", agrega.
Ilse Dorrer operaba junto a un sujeto llamado Carlos Giemza, quien luego ocuparía su lugar en el contacto con Heinke. Tanto Dorrer como Giemza recibían dinero de Heinke o Timmerman, que era repartido entre los colaboradores locales de la red.
Otros agentes
También aparecen mencionados en diversos testimonios los hermanos Klaus y Gerardo Krebbs, ambos porteños. El primero, empleado de la compañía Anilinas Alemanas en Santiago y apodado "Erizo", es vinculado como informante del grupo desde Valparaíso, por medio de Heinke, e incluso estuvo involucrado en el ocultamiento de material de radiotelefonía y un transformador de corriente alterna que usaban los transmisores. Al segundo, se le encargó hacer circular dineros provenientes del gobierno nazi para invertirlos en acciones y otros instrumentos.
En la lista aparecen también otros colaboradores con distintos grados de participación, todos con vínculos alemanes: el doctor Eggers, quien tenía contactos previos con el capitán alemán Von Bohlen, de la embajada; el viñamarino Karl Ernst, cuyo nombre clave era Kohle y era empleado en una compañía de sederías en Valparaíso; e Isabel Piderit de Reimers, dueña de la casilla 24 del Correo de Valparaíso que se utilizaba como unos de los puntos de correspondencia entre el grupo porteño y el capitalino. Según declara Kuensemueller, Piderit "era la mujer de uno de los inculpados del proceso de Quilpué", en referencia al transmisor hallado en esa ciudad en 1942.
Policía y espía
A pesar de que todos los involucrados tenían ascendencia germana, hay tres chilenos que aparecen involucrados en la red y que, además, eran autoridades locales.
Los testimonios apuntan a un funcionario de la Gobernación Marítima, que proveía de informaciones exactas acerca del movimiento de los buques; a un prefecto de la PDI; y al sub comisario de Investigaciones Armando Céspedes Céspedes, cuya participación como miembros pagado de la red está acreditada en diversos testimonios.
Céspedes era conocido por varios integrantes del grupo Salvador y tenía contactos directos con Carlos Giezma y Hans Heinke, el hombre de enlace con el Puerto. Transmitía información sobre los movimientos portuarios, pero también sobre los operativos de la policía en torno a la red de espionaje.
Una de las pruebas claves en su contra, además de los testimonios de sus socios, fue el hecho de haber arrendado una casilla de correos para recibir instrucciones. "Hablamos sobre adoptar toda clase de precaución y medidas prudentes para no ser descubiertos y quedamos de acuerdo en arrendar una casilla de correos en Valparaíso, lo que se contrató por ofrecimiento e iniciativa personal de don Armando Céspedes, quien tomó la casilla 3044 bajo el nombre de Víctor Hugo", declaró Hans Heinke.
La última carta que remite Heinke a Céspedes, el mismo día de su detención en Santiago, le advierte del cese de la correspondencia, pues la policía ya estaba tras sus pasos. Era un mensaje cifrado que decía: "No mande más noticias hasta nuevo aviso".
Tras confesar su participación en la red, Céspedes fue degradado y expulsado de la policía de Investigaciones.
"jugarreta"
El escritor Ernesto Guajardo, director de la editorial RIL Valparaíso, ya contaba detalles de estos espías mucho antes de que se dieran a conocer estos archivos. En su libro "Valparaíso, la memoria dispersa", da cuenta de cómo operaban estas personas, quiénes eran e incluso donde vivían, aunque recién hoy se conocen los archivos judiciales que ayudarán a esclarecer aún más estos acontecimientos.
Un episodio que marca el inicio de estas "indagaciones" quedó rotulado como una "jugarreta" de estudiantes y ocurrió en una residencial ubicada en calle Miramar del cerro Alegre. En mayo de 1941, se detecta una interferencia de las comunicaciones entre la Armada y el ministerio de Defensa.
"Desde la casa de pensión, de propiedad de Alicia Beck y habitada por alumnos del Colegio Alemán, sale un hilo que empalma en la línea privada de la Marina de Guerra. El Juez Naval e Investigaciones lo ven todo claro: son cosas de jóvenes", relata Guajardo en su crónica.
Con los nuevos antecedentes a mano, el escritor destaca que "lo más significativo que hizo el Departamento 50 es revelar la diversidad de involucrados que había en esa red. Había profesores y alumnos del Colegio Alemán, radioaficionados del cerro Alegre y funcionarios de bancos".
Según Guajardo, el personaje más destacado de esta red de espías fue Albert Von Appen. "Él era el encargado de estructura de sabotaje, había sido capacitado en explosivos y uso de bombas. Fue una red bastante consolidada, incluso lograron ingresar a la Policía de Investigaciones", afirma el investigador.
De hecho, el prefecto de la PDI porteña de la época, Guillermo Gómez, y el ya mencionado Armando Céspedes trabajaron para esta red de espionaje. A ellos se suma el cónsul de Alemania en Valparaíso, Paul Barandon, por mencionar a algunos.
Guajardo señala que esta red se articula entre San Antonio y Valparaíso y que una de sus funciones es el estudio del desplazamiento de los buques, especialmente de los que fueran de interés para Alemania, como las naves de los aliados. "También algunos tenían la función de hacer una análisis de cuáles eran las áreas sensibles del país, en términos de producción industrial, ante la eventualidad de que Chile se sumara a la guerra en contra de Alemania y que por lo tanto se pudiesen hacer algunos sabotajes en el país", explica.
Algunos datos que aparecen en libros referidos al tema, como "Chile y los hombres del Reich", de María Soledad de la Cerda, hacen referencia a que uno de los objetivos que investigaron fue la Planta Eléctrica de Laguna Verde. Eso, a pesar de que, en los archivos desclasificados, todos los miembros de la red hacen hincapié en que al ser contactados les dijeron que "no querían hacer nada en contra de Chile".
Al respecto, Ernesto Guajardo advierte que "si bien eso es efectivo y mucha gente colaboró con esta red en el entendido de que no iban a atentar contra el país, es muy significativo que Albert Von Appen haya viajado a Alemania a prepararse en el uso de explosivos y cuando vuelve a Chile, se encarga del área más ofensiva dentro de la red. Me parece que él y varios más se ponían en el cuadro de que si Chile entraba a la guerra, se transformaba también en un objetivo militar".
Además, esta red tenía ambiciones mayores, según lo revelan los cuadernos de la PDI. Uno de ellos era el Estrecho de Magallanes y otro el Canal de Panamá, que incluso pensaron en dinamitar, con el fin de dominar el movimiento de barcos desde el Atlántico al Pacífico.
Radio pyl
Como parte de su trabajo, el Departamento 50 logra desbaratar a un grupo que operaba en Quilpué. En una casa ubicada en calle Los Carrera, transmiten sus mensajes a través de una pequeña radio clandestina, PYL, que era administrada por un alemán residente.
Esa misma radio funcionó antes en una casa de avenida Alemania 5508, cerro Alegre, donde el radioaficionado Wilhem Zellers era el encargado de operarla. Recibía la información que era recolectada en el plan porteño por la chilena Isabel Piderit. A su vez, ella recepcionaba los datos de dos oficinas ubicadas en calle Prat (la de un banco y un abogado). "Cuando se vieron cercados en Valparaíso se la llevaron a Quilpué", añade Guajardo.
Los archivos desclasificados de la PDI echan luz sobre estos asuntos y aún pueden arrojar nuevos antecedentes, pues quedan otros 80 volúmenes con documentos sobre la investigación del Departamento 50 que aún deben ser entregados al Archivo Nacional y abiertos al público.