La peregrinación marítima que vivió Juan Pablo II en Chile
El 4 de abril de 1987, el Papa Juan Pablo II visitó Puerto Montt, momento en que navegó entre pescadores para orar por ellos.
Mariela Cabello Venegas - La Estrella
Una de las bienvenidas que se le brindó al Papa Juan Pablo II en su visita a Chile en abril de 1987, y que él nunca olvidará, pues cuentan que guardó en su oficina una fotografía de ese encuentro, fue la primera peregrinación marítima que desarrolló en Puerto Montt.
Hoy, 30 años después, el encargado de la seguridad marítima de esa operación, Sergio Swett, quien junto a su esposa están a cargo de la pastoral familiar de la Diócesis de Iquique, recuerda su trabajo durante el paso del "Peregrino de la Paz", de ese lluvioso 4 de abril.
"Nos preparamos con una anticipación de 1 año y en ese año había un grupo de laicos que apoyaba (la labor de la Armada), porque era una peregrinación que no tenía preparación previa, sino que sería lo que naciera y en Puerto Montt hubo una peregrinación marítima", relata Sergio, que en este tiempo era capitán de Puerto en la capital de la Décima Región.
Organización
Para organizarlo, se invitaron a todas las embarcaciones de la isla de Chiloé, a través de un zarpe firmado por el Papa dos semanas antes de la actividad, y que según los registros de prensa asistieron más de 200 embarcaciones.
"Había embarcaciones a remo, a motor, a vela, lanchas chilotas, buques de mediano tamaño que eran algunos transbordadores, estaba "El Colono", que fue en el que se embarcó mi señora con los niños de 2 años", señala.
Desde el cielo, según cuenta el marino, se veía una cruz en el mar formado de todas las embarcaciones que llegaron de manera voluntaria a ser parte de este saludo a Su Santidad.
"Siempre cuando el Papa era visitado por algún chileno se recordaba de esa navegación que había hecho entremedio de los botes de pescadores", comenta.
Su vivencia
Pese a que su rol de Capitán de Puerto, le hubiese permitido acercarse al Santo padre, prefirió estar concentrado en su labor de resguardar la seguridad marítima tanto del Papa como de las personas que asistían.
"No estuve cerca, porque yo estaba a cargo de la seguridad, no podía distraerme, tenía que preocuparme que no hubieran cosas raras. Tenía que estar muy atento, era una seguridad con cero armamento", explica.
Por ello, recuerda que estaba muy tenso, muy preocupado, pese a ello pudo percibir la alegría intensa que esa visita provocó en la comunidad puertomontina.
"Era una alegría inmensa, una felicidad muy profunda, muy del alma. Puerto Montt era muy tranquilo, no era como Santiago. Yo tengo un video en VHS", sonríe.
Él nunca olvida lo hermoso que se veía como llegaban las embarcaciones desde el fondo de Calbuco. "Era como en la época de los fenicios, que venían embarcaciones con velas y a motor, era como un cardumen".
Además según advierte a nadie se le obligó. "Era un tiempo de estrechez económica, pero la gente pintó las casas y estaba todo muy bonito. Todos los negocios se cerraron en ese tiempo para recibir al Papa", recuerda.
Las anécdotas
El hoy encargado de la Pastoral Familiar, recuerda que tres días antes que llegara el Sumo Pontífice a Puerto Montt, llovía torrencialmente, entonces los periodistas le preguntaron si se suspendería la actividad en caso de continuar las precipitaciones.
"Había un bote pescando con esa lluvia y yo le dije, si ese bote chico está pescando es que si se realiza. Me vas a creer que poquito antes que llegara el Papa llovía profusamente. Llegó el Papa y el cielo se abrió, fue maravilloso, despejado, sin ninguna nube. Se fue el Papa, se cerró el cielo y se puso a llover nuevamente", carcajea.
Para Sergio, esta experiencia fue inolvidable, "creo que esta visita va a producir un acercamiento de la gente a la iglesia, son las alegrías que uno puede tener, y son las alegrías que perduran en el tiempo, si nosotros quedamos transmitiendo del Papa un año completo, si es bonito", enfatiza.