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Dinastía pastelera con sabor alemán

Con locales en Viña y Quilpué, un padre y sus tres hijos elaboran productos apegados a tradicionales recetas germanas. Hasta los diabéticos pueden degustarlas.
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Fabián San Martín D.

Corría 1962 y Viña del Mar se revolucionaba como una de las sedes principales del campeonato mundial de fútbol. Compatriotas y visitantes de distintas partes del mundo, llegaron a la Ciudad Jardín para disfrutar de los partidos de Brasil y de las mejores selecciones de América y Europa.

Los cafés de la época, atiborrados de hinchas que comentaban los pormenores de los cotejos, necesitaban de personal para atenderlos. Uno de ellos fue un tímido quilpueíno llamado Luis Rolando Frez Vera, que con 23 años entró a uno de los principales locales del rubro de la época, el Maribel ubicado en el corazón de la calle Valparaíso. "Me llevo un primo a trabajar al café. Era mejor que el Samoiedo donde también estuve. En el Maribel vendían productos basados en recetas alemanas que entregaban su dueños", recuerda Luis, hoy de 78 años..

Elaborar la mermelada ácida, el mazapán de almendras, los kuchenes y strudel, con los pasos y materiales transmitidos de generación en generación, fueron quedando en la memoria de Luis que permaneció más de 20 años en ese recinto. Transitó por otras pastelerías conocidas de la zona hasta que vinieron las ganas de independizarse. "Es muy linda la pastelería pero se necesita que se guste de la fabricación, la calidad y presentación. Nosotros evitamos la margarina porque hay niños y adultos mayores que comen, uno tiene que hacer la mejor calidad y presentación para que el cliente vuelva", reflexiona en su cocina.

Expansión

Dos de los hijos de don Luis siguieron sus pasos y abrieron pastelerías en Viña del Mar y Quilpué, también enfocadas en recetas germanas. A este interés por este mercado se unió en el último tiempo Luis Frez Jr.. Pasados los 50 años quedó cesante en el ámbito de las ventas, por loque junto a su esposa invirtió hace un par de años en la apertura de "Lo dulce de Viña", en calle San Antonio con 13 Norte. Allí trabaja con el mejor profesor: su padre. "Es linda la pastelería y mi papá tiene experiencia y sabe todo de memoria...yo estoy recién aprendiendo. Acá vamos a morir", enfatiza entusiasmado.

"Nos caracterizamos por nuestros productos naturales y frescos, sobre todo las frutas naturales que nosotros las congelamos cuando no están de estación. Trabajamos normalmente la picada de abeja que es un pastel alemán, además del kuchen de ricotta, el strudel de manzana con nueces, pasas y canela. Lo más importante es que todo es tradición, natural sin pre mezclas, se baten el huevo y se aplica la harina. Todo paso a paso, es más demoroso y engorroso pero es mucho mejor porque se conserva la calidad antigua", se explaya Araceli Lira, dueña del negocio.

Pero la idea es también captar un público que por un tema de salud no puede degustar con frecuencia estos saborosos manjares. "Nos enfocamos en personas con problemas de azúcar o a quienes les gusta mantener la figura. Pasteles y tortas a pedido con productos naturales que endulzan y no alteran la calidad de los productos", manifiesta Araceli.

Las tortas de merengue, piña, lúcuma y frambuesa (las más solicitadas) y panqueques de naranja, entre otros pasteles, pueden realizarse con diseños tridimensionales muy novedosos, tanto para público adulto como infantil, que piden formatos de superhéroes, películas, equipos de fútbol y jugadores, u otros requerimientos a gusto del cliente.

En cuanto a precios varían desde los 650 pesos para dulces individuales, como tortas para 15 personas que parten en los $17.990. "En calidad nuestra pastelería es única, las recetas y preparaciones son las originales de los alemanes. En dos años mas planeo retirarme a descansar, no quiero trabajar enfermo. Puedo morir tranquilo que mis hijos están formados con sus negocios", señala Luis Frez, que a sus casi 80 años sigue en su cocina mezclando sabores y texturas para cautivar a los más exigentes paladares... amantes de lo dulce.