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Bateando en la costa: el primer club de béisbol de Viña del Mar

Conozca la leyenda de "Ases de Viña del Mar", el primer equipo de béisbol de la región. Los bateadores y corredores del equipo tuvieron que luchar contra lo desconocido de la actividad para sacar la pelota del parque con un batatazo.
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Matías Valenzuela

Una señal con los dedos, y un golpe en la nariz del entrenador, el bateador entiende el mensaje, aprieta los dientes y se prepara para el aventón. La bola viene recta pero con un ritmo relampagueante que la hace vibrar durante su trayectoria hasta que llega a su zona, el abanico es súbito y el golpe del bate con la pelota genera un sonido seco, duro, tosco. La mirada de todos los jugadores se eleva tratando de encontrar la pelota entre el reflejo del sol.

Aprovechando la confusión, el bateador corre con todas sus fuerzas para pasar por todas las bases hasta dibujar un diamante con su ruta. Llega de vuelta al punto donde disparó la bola para celebrar con sus compañeros su reciente cuadrangular.

Esa es la dinámica de un partido de béisbol, deporte que suena más cinematográfico que cercano, pero en Viña del Mar no es tan ajeno como parece.

Hace cinco años se fundó el primer equipo, formalmente constituido, de Viña del Mar. Los cimientos del club se remontan hasta el año 2011, cuando un grupo de no más de cinco personas se juntaba en el estacionamiento de un hotel viñamarino, para lanzar y atrapar la pelota. Esos primeros lanzamientos dieron forma a lo que vendría después.

"Yo por Facebook me enteré de eso, me acerqué y comenzamos como a, ni siquiera era entrenar, sino que era a lanzar y practicar. Ahí empezamos a conversar que esto podía ser un poco más organizado y tomamos la decisión de empezar a llamar gente. Creamos un Facebook que se llamaba 'Beisbol Viña del Mar' y empezaron a llegar personas poquito a poquito hasta que un día nos dimos cuenta que no eramos 5, ya éramos como 10 y 15. Como era más gente tuvimos que buscarnos un lugar más grande para entrenar, y encontramos un lugar en Villa Alemana, en el paradero 12 creo que era", recuerda Sebastián Soto sobre los primeros días del equipo.

Un año después, obtuvieron la personalidad jurídica, y la ciudad jardín conoció a su primer equipo oficial de beisbolistas, bautizado como "Club Ases de Viña del Mar".

"Como casi todos éramos de Viña, le pusimos 'Los Ases de Viña del Mar', empezamos a buscar que era similar con la ciudad y algo que llamara la atención, y por el tema del casino escogimos ese nombre. Esa es la historia del nombre del club", cuenta Sebastián.

¿béisbol?

"Personalmente, me gusta desde chico. Cuando yo era niño jugábamos al bate, como le llamábamos, porque detrás de mi casa había un espacio súper grande, y jugábamos; entonces desde chico que me llamó la atención. Después cuando a las casas empezó a llegar el cable, conocimos el ESPN que estaba ya en todas las casas, y ahí mostraban el béisbol, en aquel momento sonaban los Yankees de Nueva York, y me enamoré de ese equipo, me enamoré del deporte y lo seguí para siempre. Por ejemplo me acuerdo que una vez en el colegio, estaban mostrando una clase de computación, te hacían elegir un dibujo, y lo que escogías te lo imprimían, cosa que en ese tiempo era como la gran cosa, y yo elegí un gallo bateando. Eso les llamaba la atención, porque la mayoría eligió jugadores de fútbol y otras cosas más comunes. Entonces, siempre tuve la pasión por este deporte, y hasta el día de hoy la mantengo. Sigo muy ligado a los resultados, también en el ámbito nacional", explica Sebastián a propósito de su gusto por este deporte tan poco conocido.

Por lo mismo, tuvieron que lidiar con un primer obstáculo: encontrar talento. Por lo atípico del béisbol, muchos de los jugadores que atendieron el llamado llegaron sin ningún conocimiento previo sobre el deporte.

"Nosotros conseguimos gente que desde la nulidad del deporte pasaron a ser grandes jugadores. No sabían nada y lo consiguieron todo porque aprendieron a jugar bien, e incluso fueron mirados por otros equipos", menciona.

Una vez que entrenaron al plantel, empezaron los partidos, jugando en Limache, San Antonio, Casablanca, Santiago y hasta Talca, los Ases fueron ganándose un nombre en la escena del béisbol nacional.

Los entrenamientos contaban con cerca de 25 jugadores, desde los 12 años en adelante, y las presentaciones del equipo fueron resonando en el círculo beisbolista.

Oscilantes

Los Ases cumplieron con su primera tarea, conocer bien su deporte, pero donde tuvieron más dificultades fue para darles a conocer su deporte al resto.

Esto se plasmó en sus dificultades para encontrar la equipación y el lugar para jugar o entrenar.

Por ejemplo, un bate de aluminio, promedio, tiene un valor aproximado de cien dólares ($66.622), y de ahí para arriba, un par de guantes para recibir la bola, que debe tener todas las protecciones de rigor, tiene el mismo valor.

"Es costoso, no es para nada barato tener los implementos porque todo se trae desde Estados Unidos. Hoy en día hay lugares donde se puede encontrar, no son muchos pero algo hay. Sin embargo, si quieres tener un buen equipo de catcher, o un set de pelotas para poder entrenar, tiene que ser importado eso", apunta el viñamarino de 32 años, advirtiendo que pese a esas dificultades, lo más complicado es conseguir un campo de juego con las dimensiones y la llanura que se necesita para practicar este deporte.

"Teniendo un bate y una pelota, se puede entrenar súper bien, pero lo que verdaderamente cuesta obtener, es un espacio para jugar. Nosotros después de irnos de Villa Alemana decidimos buscar un lugar en Viña. Tocamos puertas, fuimos a la municipalidad, nos dieron la posibilidad de entrenar en la cancha del Maitén, en Miraflores, lo hicimos pero tuvimos problemas porque había un equipo de fútbol que quería entrenar a la misma hora, después fuimos al Sporting, con el problema de que los caballos entrenían a esa misma hora también, entonces ese es el gran problema".

Finalmente, a modo de recomendación, Sebastián promociona los valores del béisbol como deporte, destacando el esfuerzo, la superación, y sobre todo, la responsabilidad

"Este es un deporte de constancia, en que no puedes dejar de entrenar, la práctica no para. Aquí tú dejas de practicar un día, y la fuerza de lanzamiento no va a ser la misma. Tú dejas de prácticar y tu movilidad se va a ir perdiendo. Hay que perder el miedo, esto es algo nuevo que te puede ayudar en muchas cosas. Nosotros nunca buscamos a gente que ya tenga conocimientos, nuestros llamados son sólamente para gente con ganas, y ahí vamos a ir enseñando para que se vayan enamorando del deporte", afirma.