Guillermo Ávila N.
"No hay nada más choro en el puerto que jugar a las briscas", nos lanzan de entrada un grupo de apostadores empedernidos que no dejan de mirar fijo a la cámara, mientras el 'care chicha' aprovecha de teledirigir unas delicadas palabras a la distancia, aunque al segundo, sus compadres le increpan la acción.
Aquí en la plaza O´Higgins, en el sector del Almendral de Valparaíso, a un costado del Congreso Nacional, sólo se juega por un concepto: matar el tiempo. Y mantener un código: la amistad.
Porque en este lugar de esparcimiento al aire libre todas las tardes, cada semana y los 12 meses del año, los compadres, así se arengan, viven como si fuera el mejor día de sus existencias.
A la interna, se aprecian cerca de 50 mesas a lo largo de unos 100 metros o más distribuidas de forma aleatoria. En torno a ellas, varios grupos, en su mayoría de cuatro integrantes de la tercera edad, entran y salen de acuerdo a su talento con la baraja española.
A los más capos en el juego, no los mueve ni Hulk de la silla de plástico. Porque una cosa es cierta, de acuerdo al Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama): la región de Valparaíso posee una población de casi de 330 mil adultos mayores, de los cuales el 60,30% son jefes de hogar. Y en algo más hay que divertirse.
Entrete pasatiempo
Por eso, más que matar el tiempo, acá la pasan chancho. Así lo cree Víctor Gómez, el "Chapulín" de cerro Cordillera, que lleva 40 años con las briscas. De paso, planea una jugada maestra. A sus 73 años, dice que es su juego favorito.
A su lado, Roberto Muñoz, de 83 años, del sector Aduana, cuenta que tiene tres hijos y siete nietos. "Aquí pasan los viejos puro jugando". Cuenta que llega puntual a las 15 horas y que se queda hasta el final. "Esta asociación es muy buena".
Joyas del Pacífico
A lo que se refiere Roberto Muñoz es al club Las Joyas del Pacífico, creado a toda regla en 2001.
Parado y con la mirada sigilosa a los movimientos de sus compadres, Ruperto Jara, de 67 años, es su tesorero desde hace tres años. "Las Joyas" como otro caballero alude, cuenta con 30 socios. Para el ex gásfiter autorizado y hoy pensionado, esto es una terapia. "Una relajación para nosotros: nos trabaja la mente". Eso sí, agrega que baja más en las tardes a jugar. "Vengo de las 15 hasta las 18 horas".
Más atrás se acerca como que no quiere la cosa Roberto Vera, el "Chupa dedo", como le gritan sus amigos, a pesar de tener el más alto rango acá: presidente. Como mandamás de Las Joyas del Pacífico, don Roberto, quien tiene hijos, nietos y hasta bisnietos, narra que está a punto de cumplir sus 68 años.
Ex movilizador en el mercado, hoy es jubilado. "Esto es una entretención para sacar el estrés de los más viejitos. Uno en la casa se aburre". Revela coqueto que su esposa Mariela Fuentes está feliz porque siempre viene a pasar un tiempo agradable con sus yuntas.
Así como el genial y ludópata escritor ruso Dostoievski también sucumbiera a los cantos de sirena del juego al "echarse unas manos con su gancho" en su ruta, como dirían los jugadores porteños, los viejos tercios lo dan todo por una partida ganadora.
Roberto Vera asegura que no juegan por plata. Hay que ponerse sólo con una cutufa de 100 pesos para comprar naipes y útiles para Las Joyas. Sólo se apuesta por un café o tecito, "a diferencia de otros clubes de aquí mismo que otros juegan por plata y beben alcohol". Y agrega: "Son pura gente de tercera edad, nos divertimos, todos somos amigos. A veces salimos todos juntos a pasear, realizamos actividades", acota a la dicha.
De una cosa dice estar seguro, don Roberto: aquí todos pasaremos agosto. "Lo único que hacemos es divertimos. Nadie se echa a morir, por más que a algunos pille la edad y fallezcan, acá todos reímos".