Café República Independiente de Playa Ancha: sabor a barrio
En busca del ADN del playanchino, un local de carácter porteño, con aroma a los cafés irlandeses o españoles, sale al paso de La Estrella. Un emblema, de chico a grande.
Ser del cerro número 42. Ser del Santiago Wanderers. Ser Porteño (con mayúscula). Ser de la República Independiente de Playa Ancha.
Los que están afuera del amplio perímetro trazado desde la plaza Wheelwright, en el comienzo del sector Barrio Puerto, hasta Laguna Verde... sobre el extremo poniente de la bahía, tal vez no lo entiendan. ¿Qué diferencia hay entre que nos encontremos aquí o en otro sitio? Pues, una gran diferencia. De probar.
Y para entenderlo, nada como dejarse llevar por un graneado sorbo al calor de una historia. Una que parte en agosto de 2013, cuando Luis Bastías Castillo, diseñador gráfico de profesión y su mujer, Alicia Navarrete Araya, deciden poner todas sus fichas en una apuesta que marcha a vapor, tanto como la máquina cafetera que ya hierve por un cortado.
Rincón familiar
Café República Independiente de Playa Ancha, así se llama este local que ya se quisiera Woody Allen para una de sus películas, toma vida en un pequeño terreno de 21 m2 donde antes hubo una peluquería -aún conservan sus espejos originales-, y mucho antes, un consultorio.
Enclavado ombligo abajo en plena área comercial, los contrastes al blanco y negro de sus paredes tapizadas a los artefactos, postales, fotografías y elementos clásicos, seducen en la creatividad a primera vista. Y por sobre todo, un enorme cuadro llamativo del pintor Gonzalo Ilabaca. "Él vino un día. Me dijo: 'se vería bien un cuadro acá', así me encajó este portaaviones", cuenta el hombre del café a la risas.
Un poco en la línea de los cafés literarios en España, como complementa su administrador, Luis Bastías, quien vivió en Madrid por ocho años y aquí arrienda este espacio de un piso en total y cuatro coquetas mesas, incluso con una sobre la vereda, todo esto remite a esa atmósfera de cercanía para clientes en busca de un refugio de paz. Y buen pasar.
"Lo planifiqué, me lancé con esto en principio sin saber que iba a ser un café. Le di la vuelta, y trabajé el tema del nombre junto a mi señora", dice Bastías, mientras los detalles perfilados a la madera, azulejos y cerámicos, asoman a cada rincón. Así como un añejo tocadiscos inglés. "Me acordé también de los cafés de Valparaíso, esos que están llenos de fotos que, en realidad, no dicen mucho", acota.
Allí saltó el diseñador que lleva dentro. Y como tal, su ojo a lo que denomina geografía humana. Por eso en sus murallas, aquellas fotografías enmarcadas, que no son cualquieras: todos oriundos de Playa Ancha. Es decir, playanchinos, de tomo y lomo. Peluqueros, zapateros, modistas, filósofos, almirantes, cantantes, pintores, poetas... el poeta Alfonso Larrahona, el trovador "Gitano" Rodríguez, el futbolista David Pizarro, el almirante Montero Cornejo... aquí el abanico de celebridades es amplio.
Ahora, comenta, desea poner grupos de personas, y de época a las instantáneas como lienzos a la pared. "De gente más cercana, familias emblemáticas", afina el encargado, a la vez que su mujer, Alicia Navarrete, afina su mano a los sencillos manjares culinarios como los emparedados de jamón y queso. También aliados. Masitas.
Abre bocas. Churros, waffles y apetitosos quequitos dan fe de que aquí van por más. "Yo busco la sencillez en las cosas: no tenemos mayonesa, ni lo típico de las fuentes de soda. Todos estos emparedados traen aceite de oliva y sésamo. Se come rico y sano", afirma Navarrete.
Recolectar historias
Gaspar Arraigada, playanchino, se considera un fiel cliente. "Para los de este cerro, es un anhelo grande que este territorio sea una comuna. Por eso me identifico mucho con el nombre del local y es todo rico. Cada vez que puedo, vengo", sentencia satisfecho.
Se sabe. El vínculo que tiene una persona con el territorio está dado por la historia y el paisaje urbano. En este caso, para Luis Bastías, el paisaje urbano, ese vínculo genera la identidad, "si se pierde eso, se pierde la democracia, y las instituciones también son parte de la historia".
El objetivo de la pareja, a quienes en las tardes les acompaña a la atención su hija Gabriela, ahora es poner otro café. Seguir a la lupa de hallazgos del querido Playa Ancha. Y más: han pensado en hacer un concurso para poner la bandera... de Playa Ancha, "que no existe". Bastías, reflexiona: "Esto tiene que ver con respirar la Patria. La familia. Lo verde".