Un caso de violación a una menor de 14 años de Rodelillo investiga el Ministerio Público.

De acuerdo al relato de la afectada, cerca de las 08.00 horas abordó un colectivo en la avenida Rodelillo con intención de bajarse en el paradero 20, pero el chofer se desvió del trayecto y la trasladó hasta el sector Tierras Rojas, donde el chofer de unos 35 años, le realizó tocaciones indebidas y luego la despojó de sus ropas para ultrajarla. Concretada la violación la botó del vehículo, y la adolescente caminó hacia su casa donde relató lo acontecido a su madre.

Junto a ella acudieron hasta Carabineros a estampar la denuncia y posteriormente fueron al Van Buren, donde el médico constató que no presentaba lesiones. La Fiscalía dejó a la víctima en espera de citación.

En diálogo con La Estrella, la madre de la víctima, reconoció que mantiene dudas respecto de la situación vivida por su hija, en cuanto al horario de la ocurrencia de los hechos, y el que el atacante haya usado preservativo al momento del ataque. "No digo que no le creo. Quizás fue atacada por otro sujeto en la casa de una amiga donde se había quedado. Mi hija mayor puso el tema en las redes sociales para que no le pase a otra. Quiero se investigue y aclare lo sucedido", pidió la progenitora de la menor.

Detectives de la Avanzada Policía Internacional Los Libertadores detuvieron a un chileno que intentaba retornar al país desde Argentina, y que registraba seis órdenes de detención pendientes por los delitos de hurto desde el año 2011.

Los oficiales controlaron a J.A.M.S., de 59 años, que mantenía en los registros informáticos las seis requisitorias, emanadas de distintos juzgados de garantía de Santiago.

De acuerdo a los antecedentes proporcionados por la PDI, el detenido en conocimiento de los procesos judiciales que existían en su contra, salió ilegalmente del país por un paso no habilitado.

El antisocial registra antecedentes en interpol como lanza internacional, y fue deportado desde Suiza, Francia e Inglaterra. Fue derivado al tribunal de garantía de Los Andes.

Fabián San Martín D.

Víctor Peña Vergara y Lisette Ahonzo Caignard nunca se conocieron, pero el destino unió de forma trágica sus vidas en distintos lapsos de tiempo.

Pasaron más de tres años que al joven obrero de 24 años, padre de dos hijos, literalmente se lo tragara la tierra...o el mar. A mediados de mayo de 2014, Víctor salió de carrete con amigos a distintos locales del plan porteño.

A una semana de su extravío, en unos acantilados en un mirador frente al cementerio N°3 de Playa Ancha, hallaron una mochila con sus ropas, también un zapato y un recipiente plástico de su colación. La PDI y la Armada rastrearon el área por días sin éxito. Nunca más se supo de él. Por esas coincidencias de la vida, tres años después, a escasos metros del sitio donde aparecieron las pertenencias de Víctor, se hallaron otras prendas de vestir. En este caso eran de Lisette Ahonzo Caignard, 19 años, estudiante de 2° año de la carrera de Licenciatura en Arte de la Universidad de Playa Ancha.

El pasado lunes 10 de julio, Lizzy como le apodan, salió de su casa en Placilla para ir a su plantel, pero tampoco se ha sabido de su paradero, pese a que las autoridades y principalmente sus cercanos peinaron el borde costero.

Poca voluntad

Víctor Peña González, padre del joven extraviado, se muestra decepcionado del trabajo desplegado por la PDI y la Fiscalía. "Existe poca voluntad para buscar a la gente, les da lo mismo y estamos igual como hace tres años. Los dos entes son responsables, existe mucha burocracia. Uno les da datos y no los consideran relevantes. No hacen bien su pega, son negligentes", dice.

Un par de meses atrás interpuso una querella para reabrir el caso. Sigue pensando en que hubo intervención de terceros en su desaparición. "Sé que le pasó algo, no creo se haya suicidado o arrancado. Uno no pierde la esperanza de encontrar los restos para darle una cristiana sepultura, tener un lugar donde ir a dejarle una flor".

Cuando supo del caso de la universitaria perdida, Víctor acudió al lugar y habló con sus cercanos. "No creo que la niña esté en ese sector, el mar debería haberla arrojado si estuviera en ese lado. Nosotros buscamos en cuevas también con buzos. Deberían seguir buscando, agotar todos los medios, insistir con que la policía los ayude y gente que tenga experiencia en estos casos. Uno está solo, el sistema te ayuda un rato y luego te abandona", comenta Peña González, quien pidió a las autoridades colocar cámaras de vigilancia en los miradores del borde costero, los que podrían ser cruciales para registrar movimientos de personas que desaparecieron como su hijo y Lisette.