Legendaria viña El Sobrante se prepara para este "18"
Las uvas de este maravilloso brebaje son cultivadas en la zona más extrema de la precordillera norte de la Región de Valparaíso.
Mirian Mondaca - La Estrella de Quillota
Con la punta de unadelgada lesna, minuciosamente el "Lalo" Quiroz de Chincolco introduce un trocito de totora en la junta de un añoso barril. Lo hace con extrema delicadesa, porque en sus manos mantiene un tesoro de la tradición vitivinícola petorquina, ya que ese recipiente tiene cerca de 150 años.
Como ese barril, responsable por décadas de conservar el sabor del vino y la chicha que bebían los antiguos hacendados y campesinos de la zona, dos pipas también han sido reparadas en las últimas semanas. Una labor que se seguirá realizando durante lo que queda de septiembre.
Sobre sus hombros pesa una gran responsabilidad, pero eso no intimida a este chincolcano que de a poco ha adoptado el oficio de tonelero. Su pecho se hincha cuando comenta que gracias a la reparación que está realizando junto a su amigo sobrantino, Manuel Olivares, el vino y la chicha seguirán teniendo ese toque artesanal de antaño en su puesta a punto. Y, un producto del campo los acompaña en esa tarea, ya que -comenta Eduardo Quiroz- "como la cera de abejas es blanda, le echamos en las juntas y una vez que se hincha la madera, se tapan los espacios".
Tradición tecnológica
Bajo un techo sujeto por enormes vigas hechas de madera de álamo, Mauricio Olivares, supervisa con cuidado el estado de conservación de la chicha y el vino en una sala especialmente acondicionada para ello. Olivares es actualmente el líder de este emprendimiento que hace más de 150 años nació de la mano de los "antiguos patrones", como le llamaban a los hacendados, y el trabajo duro de los hombres y mujeres de este sector de la comuna de Petorca.
Este hombre es hoy el presidente de la Sociedad Agrícola y Ganadera El Sobrante, donde cada miembro ejerce una labor activa. De hecho, asegura que "Campo Oculto", el nombre que identifica actualmente al vino y la chicha del sector fue elegido a través de la votación de la comunidad. "Tuvimos varias propuestas de nombre y al final se escogió ese, porque significa que en un lugar tan lejano y apartado de la región se hace un producto de calidad", indica Olivares.
Esa reinvención de la marca y el logotipo del producto se concretó luego de que se adjudicaran un proyecto financiado por FIA (Fundación para la Innovación Agraria). Esta fue una acertada decisión, ya que "antes el vino se llamaba El Sobrante, se identificaba el nombre de acá, pero cuando salíamos a ferias afuera la gente pensaba que era algo así como lo que sobraba, pero no es así. Generaba confusión, entonces había que explicarles".
El cambio de nombre se sumó a la inclusión de innovaciones en la producción y el almacenamiento del vino y la chicha, aunque nunca dejando de lado su carácter artesanal. Eso se puede advertir incluso viendo el frontis de las bodegas, porque grandes portones de madera reciben a los visitantes creando una atmósfera que alimenta a la mente y la hace volver a fines del siglo antepasado.
Ya en el interior, cubas de 1000 y 500 litros conviven con más de una decena de tradicionales barriles y pipas. Esa imagen habla por sí sola, acá el pasado y el presente se funden en una estrecha alianza. Un lazo que difícilmente se cortará, porque seguirán conservando las características que hacen a la viña única en la zona.
"Es importante recuperar las viejas pipas y barriles, porque además que son parte de la historia de acá, también las usamos en algunos momentos del proceso, por ejemplo, antes de almacenar el vino en las cubas. Introducimos tecnología para hacer un producto de mayor calidad, con buena higiene, pero sin olvidar lo artesanal", manifiesta el presidente de la sociedad.
Variedades
Tres variedades de vinos (Moscatel, Cristal y Cepa País, además de la célebre chicha, están disponibles para saciar la sed de los endieciochados que llegarán a la zona a celebrar las Fiestas Patrias.
Sobre este último producto estrella, Alicia Hidalgo, secretaria de la sociedad, cuenta que tiene un color dorado anaranjado que llama la atención de los clientes. Luego, con su sabor, no hace más que confirmar la buena primera impresión, porque detalla que "en boca es muy dulce, fresca. Además tiene toques acaramelados y cítricos.
El vino y la chicha embotelladas tienen un valor de 3 mil pesos, los 750 ml. La chicha a granel, tiene un precio de 2 mil 500 pesos el litro.