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Economía sin corbata: las otras propuestas para el desarrollo

Desde la trinchera de la ciencia económica, Manuel Riesco Larraín, ingeniero, magister y doctorado en la materia cuestiona el "modelo" e intenta explicar el porqué de las indignaciones ciudadanas.
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Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso

Manuel Riesco (Santiago, 1947) pertenece a ese grupo de intelectuales críticos que, en medio del debate público, defienden con fiereza una economía que mejore las condiciones de vida de la clase media-baja, en contra de aquellas ideas instaladas en los años '80, conocidas como neoliberalismo, a las que él llama "liberalismo demencial".

"Eso porque únicamente se preocupan de la libertad de mercado y creen que, desde esa trinchera, podrán mejorar la vida de los que apenas llegan a fin de mes", asegura este economista.

Ingeniero civil industrial, magister en Economía de la Universidad de Chile, doctorado en Economía Política en el Instituto de Ciencias Sociales de la Academia de las Ciencias de la ex URSS y fundador del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo CENDA, Manuel Riesco Larraín ha levantado, desde la trinchera de la ciencia económica, propuestas alterantivas para llegar al desarrollo, con una amplia crítica al modelo imperante en el país.

Durante su juventud, se alejó de su origen acomodado, trabajó como obrero, fue dirigente estudiantil, participó en la fundación del Mapu y colaboró en la campaña de Salvador Allende.

Hoy postula al Senado por el Partido Comunista y es uno de los pilares del movimiento No+AFP.

Riesco explica que a todas esas ideas que favorecen los intereses de una minoría privilegiada, el historiador británico Eric Hobsbawm las llama "anarquismo burgués". Contra ese fantasma se ha movilizado Manuel Riesco durante toda su carrera de economista, a pesar de que los conceptos que predominan en la discusión pública son otros y casi todos están vinculados a eso de que el mercado por sí sólo, y sin las trabas del Estado, es la solución.

Los hijos de los viejos latifundistas, afirma Riesco, fueron los encargados de importar, desde Chicago, ese modelo de sociedad a nuestro país. Conocidos como "Chicago boys", sus padres rechazaban la intervención del Estado, luego de ser obligados a ceder una parte importante de sus tierras a los campesinos que las trabajaban, en lo que se conoció como reforma agraria, que justamente este 2017 está de aniversario.

"Desde ahí que la casta empresarial no cumple con las reglas básicas y esenciales de lo que debería hacer una elite en el siglo XXI. El primer requisito es apropiarse, únicamente, del excedente de la ganancia, sin llegar a tocar los salarios de los trabajadores", sostiene Manuel Riesco. Esa regla que, para muchos es la clave del éxito del empresariado a nivel mundial, acá no se respeta, afirma Riesco.

"super explotación"

Ese es, para Manuel Riesco, el origen de todas las indignaciones ciudadanas de las que hemos sido testigos en los últimos años. Desde la demanda por un mejor sistema de educación pública, pasando por la precariedad de los hospitales a los que va la mayoría de la gente, hasta llegar a la gran movilización social en contra de las AFP, amparada en las bajas jubilaciones.

Antiguamente había un par de conceptos bien claros, para describir el trato de los empresarios hacia sus trabajadores. Eran tan claros, dice Riesco, que por eso los militares tuvieron que quemar los libros en donde eran mencionados y fueron prohibidos tanto en las universidades como en la vida cotidiana durante más de veinte años.

Explotación y súper explotación son las palabras que describen, señala, la esencia la economía. En Chile el concepto que funciona muy bien para comprender lo que pasa, según Riesco, es súper explotación, pues da cuenta de una apropiación no sólo del excedente de la ganancia, que es lo legítimo, sino también de los salarios de los trabajadores.

De la plata que recibe mensualmente un trabajador, debe destinar el 30 por ciento a lo que, en muchos países, son los derechos fundamentales del desarrollo humano. Cuando se llega a fin de mes, y sin derecho a reclamo, un diez por ciento irá a parar a la deuda estudiantil, otra parte se irá a las AFP y el otro diez por ciento será para pagar los créditos de las casas comerciales.

"Los derechos sociales se tienen que financiar con cargo a la ganancia del empresario. Los salarios no se pueden tocar, como pasa actualmente, eso lo sabía muy bien hasta el rey Luis XIV. En ese tiempo le podían meter mano hasta a las hijas de los campesinos, pero nunca se les hubiera ocurrido robar el tiempo de trabajo que invertían los hombres y con el que se sostenían mes a mes", reflexiona.

No más afp

Desde que se iniciara el movimiento de los indignados por las bajas pensiones, Manuel Riesco se ha hecho parte de las voces más críticas que hay en contra de las AFP. Su idea es transitar hacia un sistema de reparto, solidario, respaldado en el aporte actual que hacen los trabajadores.

En base a las investigaciones realizadas por el Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo, "del 13% de aporte a su pensión que realiza la gente, solamente un 3% es utilizado en el pago de las pensiones, el resto es apropiado por la AFP de turno para especular en la bolsa. Las cifras son categóricas. El mes pasado las AFP acumularon un ingreso de 550 mil millones de pesos, de los cuales destinaron tan sólo 150 millones al pago de jubilaciones. De poner el resto se encarga el Estado que, prácticamente, contribuye en un 40% a la jubilación final".

"La solución no va por aumentar ni la edad de jubilación ni la cotización. Hay que terminar, ahora mismo, con el sistema actual de pensiones. Dicen que lo que no pagan en pensiones se queda en un gran fondo para fortalecer la economía nacional, pero eso debe ser labor de ellos. Imagínate un patrón que le dijera a los trabajadores: voy a mejorar los camiones así que este mes les voy a pagar menos. Ese fondo tiene que ser para las pensiones", recalca Riesco.

Riqueza de naciones

"Empresarios que contratan masivamente a trabajadores para producir bienes y servicios que se venden en el mercado competitivo", ese es el origen de la riqueza de las naciones, según el clásico economista Adam Smith. Cuando eso no ocurre, significa que la elite de un país está controlada por lo que Manuel Riesco llama rentistas, es decir, aquellos que se apropian de los recursos naturales que son escasos.

En Chile, afirma, la economía está controlada por este último modelo y no por el primero. Los que predominan en nuestro país, sentencia Riesco, son aquellos que se apropiaron de la explotación de la gran minería, los árboles y el mar. Los que operan en los demás mercados, que podrían llegar a ser competitivos, se organizan en lo que algunos expertos llaman cuasi renta: el producto de la colusión, por ejemplo, en los chanchos, pollos y farmacias.

"Hasta en el papel confort se coluden, para producir menos y acumular más ganancia", explica. Así comprende, también, que algunos vean con buenos ojos la apertura hacia el mundo y el intercambio comercial con las grandes potencias mundiales.

Para Manuel Riesco "eso tiene que ver con que no producimos nada y como no hay nada que proteger, a diferencia de las promesas proteccionistas que hizo Trump en Estados Unidos, sólo nos queda abrir las puertas al mundo esperando intercambiar, en forma desigual, las riquezas extraídas desde la tierra".