Reflexión sobre el Mil Tambores
Se nos viene el Carnaval de los Mil Tambores, e invito a reflexionar, en buena onda o con todo respeto.
Este evento que ya lleva varios años, por el recuerdo físico que tengo de sus protagonistas, por lo menos más de 10 años, casi una generación. En sus comienzos la actividad tenía como centro de operaciones la ex cárcel, cuando era nuestra, y se celebraba entre Navidad y Año nuevo. Los porteños llegábamos al 2 de enero ojerosos y malhumorados.
A los tres años, no recuerdo, vino la sensatez, se cambió la fecha. Se ha paseado por enero, febrero, marzo, noviembre, octubre… puedo estar exagerando..., el tema es que existe. Se sacó de la ciudad hacia Altamirano con Las Torpederas como alojamiento, la ciudad respiró más tranquila. Pero no faltó quien alegó por la basura dejada, como sucede con todos los eventos de la ciudad, Año Nuevo, mensaje presidencial, etc.
Se cerró la playa. Se cerraron los bares, pasada cierta hora. Los porteños vimos por primera vez, zombies, que recorrían el plan a medio día buscando botillerías y al atardecer dónde pernoctar, vimos carpas en plazas, parques, veredas, callejones. Otros que prefirieron el carrete con el consabido desgaste que nos provoca. Aprovechado por el cierre de las botillerías aparecen camionetas, con patente santiaguina, vendiendo alcohol.
Esta situación no queremos que se repita. Existe una generación de jóvenes donde la comunidad de Tambores les ha protegido del ensañamiento social. La desigualdad abismante creada por el neoliberalismo que rige la operación del país. Aunque igual, nunca falta el cuico que le gustan los tambores. Vienen de todo Chile y Latinoamérica. Este evento se tiene que poner al nivel de un gran evento, previniendo lo que nos molesta, para eso, éste tiene que tener su espacio propio.
Fiestas Patrias
Las Fiestas Patrias ya quedan en el pasado y los recuerdos nos iluminan o agobian en la jornada laboral. Por un lado los festejos no pasaron indiferentes y aún quedan algunos hogares, oficinas y lugares públicos recordándonos lo hermoso de este período.
Por otro lado el exceso de alcohol e imprudencia cobraron sus víctimas, lo que nos hace recordar que sin importar una ley o los esfuerzos institucionales siempre las irresponsabilidades de unos pocos pasará la cuenta.
Sin embargo, quizás lo más importante, fue el sentido republicano que se vivió, recordar nuestra historia y valorar las instituciones, es en esencia lo que nos debe tener felices que el esfuerzo de nuestros próceres no fue en vano, la Gran Parada Militar y nuestros amigos extranjeros que se asombraron con esta fiesta o simplemente la comenzaron a comprender son una de las grandes virtudes de esta fiesta nacional.
Sandra Horn.
Francisco Sánchez.