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¡Sorpresa! Se desinfló el patito de hule... pero fue momentáneo

Si bien en la mañana de ayer "perdió aire", sólo fue para permitir el paso de una nave. Los lancheros confiesan que han triplicado sus ganancias con el fenómeno.
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Sebastián Mejias Oyaneder - La Estrella de Valparaíso

Poco antes de que el reloj apuntara las 12.00 del día - y justo en el momento en que el gran pato fue inflado nuevamente-, el público comenzó a transitar masivamente por las inmediaciones del Muelle Prat, para vitrinar las múltiples ofertas de cuneta, tomar un recorrido en lancha o, simplemente, contemplar un rato la obra de arte del holandés Florentijn Hofmanm.

Pero más temprano, la sorpresa se apoderó de la masa: el gigantesco pato de hule que llegó el jueves pasado a Valparaíso, de la mano del Festival Hecho en Casa Entel, y que se encuentra actualmente frente al Muelle Prat, había amanecido parcialmente desinflado.

Esto se debió a que una embarcación tuvo que realizar una maniobra de zarpe desde ese lugar, por lo que la organización tuvo que quitarle, sólo parcialmente, un poco de aire al pato, para trasladarlo de forma más fácil y segura.

Horas más tarde, antes del mediodía, el pato de hule apareció completamente inflado y más imponente que nunca. Sin embargo, advierten los organizadores, debido a la naturaleza del lugar donde se encuentra, esta situación podría repetirse.

Y es que la fiebre por el pato ha sido tal, que incluso sus devotos seguidores le hicieron un altar en el Muelle Barón, con velas y salmos incluidos.

Lancheros felices

"Ya cabros, ¿quieren dar un paseo en lancha?. Tres luquitas no más y así ven al pato de cerca", gritaban los lancheros en el muelle. Mientras de fondo se oía "Muévame el pollo", la clásica y muy pertinente canción de "Cachureos", Francisco García sacaba cuentas alegre entre sus dos embarcaciones: Rosa Eliana y Saga Segunda.

Luego de haber acumulado experiencias como lanchero por más de cuarenta años, García asegura que, en comparación a un día viernes normal, las ganancias aumentaron incluso más allá del 300%. Cifra que se repetía por los distintos rincones del muelle y que terminó por beneficiar a una parte importante de las cincuenta y ocho lanchas que ahí hay.

¿Los precios? Todos ellos cobraban por igual, según García, "porque cuando hay una atracción, tal como pasa con el pato de hule, entre todos tenemos que sacar ganancias, si en esto hay para todos. Por eso es que, por este fin de semana, no hay viajes privados, sino que todos están saliendo como colectivos, es decir, deben esperar a que se llenen las más de cuarenta locaciones que tiene cada nave".

Cuenta Francisco García que no paró de llenar sus embarcaciones, incluso pasadas las 10.00 de la noche. Todos esos pasajeros daban una vuelta, de más o menos media hora, además de tener la oportunidad de acercarse al pato a través del mar y hacer privilegiadas fotografías.

-¿Y cree que el pato es una obra de arte o no?

-Es llamativa esta cuestión, que se refleja más que nada en la gente más antigua que tiraba su patito a la bañera, yo creo que esa es la idea. Lo que pasa es que yo nunca tuve un pato en la bañera, ni tampoco una tina, eso dependía mucho de las condiciones de vida que tenían las familias en ese tiempo.

Desde quinta normal

Al igual que el primer día, los ambulantes abarrotaron los rincones aledaños al Muelle Prat, para "hacerse la América", como dicen por ahí. A la vetna hay patos de todas las formas, precios y calidades posibles, ajustados al bolsillo de los demandantes que llegan al lugar. También se venden globos, palos selfies para las fotos con el pato y productos para combatir el hambre y el calor.

Desde doscientos pesos en adelante -eso costaban unas figuritas recortadas en goma eva-, todos querían llevar consigo algún recuerdo del pato. Y para eso se habían aparecido, desde temprano, comerciantes porteños y otros provenientes de Santiago.

Varios de esos últimos llegaron al Puerto desde Quinta Normal y han estado siguiendo al pato durante toda su travesía. Para esos lados santiaguinos, contaban varios, la cosa estuvo buena hasta con un par de días lluviosos.

Luis Varas es un ejemplo, muy claro, del esfuerzo que hicieron algunos para aprovechar la masividad del público que llegó. Para él allá la cosa estuvo más que buena, pero claro que acá no se puede quejar.

Sólo ayer llegó, no el jueves en que el pato se presentó en nuestras costas. En el rato que estuvo, hasta las 14.00 horas, se llevó unos buenos pesos para el bolsillo.

"Si me quedo hoy en Valparaíso dependerá de cuánto me haga en plata, pero por el momento la venta está buena", aseguró este comerciante, que por más de veinte años trabaja al pie de la cuneta.

Un poco más allá un hombre de barba manejaba una marioneta del Chavo del 8, acompañado de un buen grupo de gente que apartó la vista, por un segundo, del pato de hule. Julio Cataldo es el nombre de este artesano que, con la gracia de sus manos, pudo traspasar a la madera la sentimentalidad de músicos como Violeta Parra y Víctor Jara. Para él, el pato está bien para los niños, pero hay tanta obra de arte buena y que no tiene financiamiento, dice...