Todos sabemos que los árbitros y directores técnicos de fútbol profesional son seres humanos como nosotros y tienen su corazón bien puesto, por ello muchas veces anteponen su corazón para ayudar al país que los vio nacer y ahí está la madre del cordero. Cuando Pizzi vio que Argentina tenía un pie fuera de clasificar dijo para sí, ésta es la mía, quedan nueve puntos, si Chile pierde esos puntos Argentina clasifica, dicho y hecho, Chile con seis puntos clasificaba en forma directa y el último partido lo podía empatar o perder, nos tocó jugar con Paraguay y perdimos, Pizzi contento ya tenía tres puntos, luego nos tocó Bolivia, otra vez perdimos y Pizzi saltaba de gozo, Argentina con Sampaoli a la cabeza iba ganando puntos, nos quedaba aún la posibilidad de empatar con Brasil, pero Brasil estaba dolido con Chile y lo expresó públicamente un jugador de su selección cuando dijo el problema de Chile es de ellos, nosotros jugaremos a ganar y darle una satisfacción a nuestra Torcida y así Chile perdió con Brasil y Perú y Colombia acordaron descaradamente un empate, Argentina ganó a Ecuador y todo quedó arreglado, Chile quedó eliminado, Argentina clasificado y PIzzi tomó su maleta y dijo chao pescao.

Ahora los dirigentes de la Asociación de Fútbol andan desesperados buscando otro entrenador argentino, dos ya les dijeron que no y me pregunto yo, como dicen los sacerdotes, ¿por qué los DT de la Roja de todos tienen que ser extranjeros y más aún argentinos? Con Nelson Acosta despegamos un poco, con Bielsa y Sampaoli un poco más, si miramos en nuestra casa tenemos a mi entender buenos entrenadores, por ejemplo Clavito Godoy quien con su pizarra hace grande a equipos de recursos económicos limitados, el Peineta Garcés quien ya dirigió a la Roja y podría tener una segunda oportunidad.

Lorenzo Urra Hernández.