El drama de los solitarios comerciantes de av. Colón
Dicen que una de las principales arterias de la ciudad se está quedando sin vida, debido a que hay poco transporte público y el comercio se concentró en otros sectores.
La avenida Colón ya no es lo que fue hace 30 años atrás, cuando era una arteria viva de Valparaíso, y tenía mucho comercio y tránsito de la locomoción colectiva, lo que atraía en masa a los porteños.
Resulta que hoy en día todo el movimiento del plan de la ciudad Puerto se concentra en avenida Pedro Montt, calle Condell y Esmeralda. Y otras arterias de cerro a mar, o mar a cerro, como Bellavista, Las Heras, y Uruguay. Sectores que en las horas punta de la mañana y la tarde, colapsan de gente y vehículos, generando tacos y congestión.
Esto ha generado un sentimiento de abandono en los comerciantes que trabajan en avenida Colón, quienes aseguran que cada vez transita menos gente por el sector. Y a lo que se suma el hecho de que circula muy poca locomoción colectiva; un par de líneas locales, más los Trolebuses.
Factor ascensores
Hace 23 años que Reynaldo Cepeda se instaló con la ferretería "Femam", en la esquina de Colón con Las Heras, y asegura que en esos primeros años transitaba mucha gente, y con un flujo constante, lo que también era beneficioso para su local.
Pero ese panorama fue cambiando con el pasar de los años. Incluso, Reynaldo reflexiona que los comerciantes se vieron muy perjudicados con el cierre de la mayoría de los ascensores que conectaban los cerros aledaños con Colón.
"Por ejemplo, estaba el ascensor de cerro Monjas, de La Cruz, Mariposa, Florida, y todos llegaban a Colón. Y ahora están parados. Eso influyó un montón porque la gente ahora toma micros o colectivos para bajar y subir, y la locomoción colectiva tampoco pasa por acá", lamenta el ferretero.
Años dorados
Cepeda agrega que los años dorados de la avenida Colón fue la década de los 50. "En esos años aquí llegaron a vivir inmigrantes europeos, italianos, españoles, entre otros. Por eso, si usted se fija, la avenida tiene casas y construcciones antiguas muy bonitas. Pero ahora el barrio es como de paso, de dormitorio. Se ven muy pocos vecinos y habitantes", observa.
Los que sobreviven
La mayoría del comercio que sobrevive y se mantiene en la avenida Colón, son locales que tienen una historia familiar y de tradición potente. Ellos aún mantienen el concepto antiguo: "atendido por sus dueños". Y conservan a los clientes que han fidelizado a través de los años, y a la atención personalizada.
Y qué mejor ejemplo que la tornería "La Retamo", la única tornería en madera que queda en Valparaíso, y que abrió sus puertas a fines de los años 50. Allí hablamos con su dueño Leonidas González, mientras le daba formas sofisticadas a un trozo de madera.
"Aquí se pierde la calle. La gente no viene porque además cobran parquímetro en todos lados, y pasa poca locomoción colectiva. Ahora hay poco tránsito vehicular y poca gente", dice González.
Ya agrega que las autoridades locales podrían echarle una manito a la avenida Colón, aprovechando que tiene una vía ancha y en buen estado, y que en sus veredas aún no se ha establecido el comercio ambulante. Así también se descongestionarían otros sectores del plan de la ciudad.
Poca locomoción
Lo mismo opinan Sergio Neira y María Barriga, quienes tienen su oficina de contadores en avenida Colón. Dicen que la calle (Colón) es tranquila, tan tranquila que muchos locales emplemáticos han cerrados sus puertas por la falta de clientela, como la reparadora de paraguas, que hace años bajó su cortina.
"No sé por qué desaprovechan una avenida que es ancha y bonita, y no le dan el uso que corresponde. Por lo mismo hay poco comercio, porque no hay movilización, y todo se concentra en Pedro Montt, que está saturado. Aquí tendríamos más espacio para tomar micro, y así devolverle la vida que le falta a la avenida Colón", opina el contador Sergio Neira.
Inseguridad
Por otro lado, Jazmin Kaiser, dueña de "Kaiser Lubricentro", añade que la soledad de la avenida Colón se ha vuelto peligrosa, ya que los delincuentes se aprovechan de la poca gente que anda circulando para cometer delitos de robos y asaltos.
"Yo antes abría a las 8 de la mañana y cerraba a las 12 de la noche. Y ahora cierro a las 19:30 horas porque aquí es tan solo y abandonado que te ponen una cuchilla en el cuello y nadie te defiende. Así que yo invertí en un sistema de televigilancia", concluye.