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El frío viento empañó el Día de Todos los Santos en Playa Ancha

Las bajas temperaturas y el agua caída en Valparaíso, hicieron difícil que los porteños se acercaran al tradicional cementerio playanchino. Hubo menos visitantes que en años anteriores, pero el sentimiento fue el mismo.
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Matías Valenzuela

El implacable clima playanchino no perdonó el día de ayer. Helados vientos y bajas temperaturas se sintieron desde muy temprano en el cementerio n°3, donde incluso hubo unos débiles chubascos que "aguaron" parcialmente el Día de Todos los Santos.

A diferencia del año pasado, esta oportunidad hubo un clima bastante hostil para los visitantes del camposanto porteño, donde fue común ver largos chaquetones, bufandas, gorros e incluso algunos termos con café para abrigar el cuerpo.

Las gotas, que empezaron a caer a eso de las 11.00 de la mañana, amenazaron con empañar la jornada, pero afortunadamente la débil lluvia se extinguió a los pocos minutos, y pasado el medio día ya no caía agua, pero las sopaipillas se vendían como pan caliente.

Hubo una gran asistencia de gente, pero fue notoriamente más baja que en años anteriores, pues el clima impidió que se desarrollaran los tradicionales picnics al lado de las lápidas, o esas sobremesas extendidas sentados sobre el césped del lugar.

Los de siempre

A pesar de todo esto, fueron cientos de personas las que visitaron a sus seres queridos, desde distintos puntos de la región. Por ejemplo, desde Belloto llegó Mauricio Cabrera, junto a tres hermanas para "reencontrarse" con sus padres, doña Rafaela y don Luis.

"Venimos para aniversarios, cumpleaños y esta fecha que es sumamente importante para nosotros. La tradición es muy bonita, recordar a las personas que a uno le dieron todo, venir a ver a los viejos. Nos acordamos siempre, venimos todos los años", comenta el quilpueíno, agregando que a pesar del avance del tiempo, la tradición del Día de Todos los Santos sigue en plena vigencia.

"Ahora todo es diferente, pero siempre se ve mucha gente, hay que acordarse de la gente de uno. Nosotros hacemos el recorrido, también vamos a ver a los familiares que están en otros cementerios y así. Lo tomamos como un día completo que nos tomamos para recordarnos de aquellas personas que ya no están", menciona Luis, mientras su hermana cambia las flores de los maceteros y guarda las marchitas en una bolsa.

Mucho frío

En una de las tumbas que colindan con el faro Punta Ángeles y el borde costero, destaca entre las lápidas y las flores, la figura de Edith López junto a su hermana y su cuñado. Ellos están visitando a sus difuntos padres, Osvaldo y María Ester, conocidos como "Los Palomitos" en el cerro Alegre, donde vivieron durante toda su vida.

Edth cuenta que "venimos todas las semanas sin falta. Recién conversaba con mi hermana que así como está hoy el cementerio, debería estar siempre, o por lo menos los días domingo, siempre lleno de gente, porque de repente tú vienes y no hay nadie. Se ven muchas tumbas viejas, mal cuidadas; nosotros siempre mantenemos aquí limpio y bonito. Los hermanos y el cuñado nos dedicamos a ordenar acá- De hecho, nosotros venimos desde hace mucho antes, porque con mi mamá veníamos a ver a nuestros abuelitos que también están en este cementerio".

Respecto de la concurrencia de este año, la porteña reflexiona que ve menos gente que el año pasado, según cree, por el frío y el viento.

"En comparación al año pasado, yo veo menos gente, seguramente por el frío, recién estaba gotereando así que nos abrigamos y nos vinimos para acá", comenta Edith mientras el frío playanchino revuelve su pelo al viento.