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Empresarios calvos enseñan a no tener "ni un pelo de tontos"

Roberto Fantuzzi, presidente de Asexma y Ricardo Ibañez, fundador del Grupo Defensa hablan de su experiencia personal para aconsejar al resto a salir de las quiebras y los malos momentos.
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Flotadores, hawaianas, un águila de plástico, un pequeño bonsai o una cerveza Kuntsmann son parte de los curiosos regalos que el empresario Roberto Fantuzzi y el abogado Ricardo Ibañez regalan a los asistentes al seminario "Ni un pelo de tonto" con el que están recorriendo el país para apoyar y aconsejar a los pequeños y medianos empresarios que hoy sueñan con salir del endeudamiento para llevar una vida más tranquila.

Todo se hace a partir de su experiencia, donde aseguran que no siempre ha sido miel sobre hojuelas, han bailado con la fea aunque hoy estén pasando por un buen momento económico: ambos estuvieron quebrados alguna vez.

Roberto Fantuzzi tiene 74 años, es ingeniero comercial y un empresario desde el primer día. "Cuando uno corre riesgos deja de ser un emprendedor, somos todos empresarios. Yo me he caído, claro, pero piensa que en Estados Unidos el que no ha quebrado cuatro veces, desconfían de él porque uno parte desde muy joven y desgraciadamente acá en Chile el título de la universidad se lleva bajo el brazo para buscar pega y los títulos no son para eso, son para emprender. Yo he superado mis problemas con esfuerzos enormes arrastrando familia y no es fácil, pero hay que hacerlo porque yo nunca he sido empleado, siempre he pensado ¿cómo no voy a generar los recursos suficientes para vivir? Ahora tengo mis dudas porque pucha que estoy viejo, jajaja", relata.

Fantuzzi asegura que la gente tiene mucho miedo a reconocer que le va mal, los problemas se esconden bajo la alfombra lo que es una cuestión cultural que va en contra nuestra.

"no descuidarse"

El presidente de Asexma vivió un gran golpe cuando se vino abajo la empresa familiar Aluminios y Enlozados Fantuzzi S.A. que fue creada por su padre e impulsada por él. Corría el año 1998 cuando la pequeña industria que se había transformado en una gran empresa, se acababa.

Su padre había empezado a trabajar a los 13 años en la fundición Las Rosas donde aprendió a fundir aluminio y a hacer las ollas que hoy son toda una reliquia.

Con el correr de los años Fantuzzi llegó a exportar a 60 países y en medio de la crisis Asiática hubo que bajar la cortina. "No hay que descuidar la empresa ni un segundo dice hoy con sabiduría", ello porque delegar y preocuparse de otras actividades, los llevó a perder su empresa familiar.

"El fracaso es parte del sistema, a todos siempre les va a ir mal una vez, dos o tres veces, es así. En el mundo, el 65% de las empresas muere antes del quinto año, muchos se van a caer, pero van a resucitar como Jesucristo. Acuérdense de mí. Como consejo puedo decir que ojalá que las deudas no se adquieran en el corto plazo, ahí es donde uno se agarra los dedos, por eso hay que reprogramarlas a mediano o largo plazo", recomienda.

Fabricar, ser innovador, industrializarse son las recomendaciones del empresario que luego supo salir del hoyo en el que estaba y que hoy le ha permitido escribir el libro "Me caí ¿y qué?" y recorrer el país con sus charlas.

Quebrado a los 22

Pero el abogado Ricardo Ibañez también habla desde la experiencia. Hoy es dueño del holding Grupo Defensa, que agrupa a Defensa Deudores, Defensa Pyme, Defensa Insolvencia y Reemprendimiento, Defens Trabajadores, Defensa Familia y Defensa Imputados pero no siempre le tocó bailar con la linda.

Corría la década de los 90' cuando Ricardo Ibañez salía del colegio, en Villa Alemana. Rindió la Prueba de Aptitud Académica y gracias a los generosos 750 puntos obtenidos, la Universidad Adolfo Ibañez le ofreció estudiar la carrera de Derecho gratis.

En esa época los Ibañez Villarroel tenían una buena situación económica y, dado que no se gastaría dinero en los estudios del futuro abogado, su padre ofreció comprarle su primer auto: un Citröen AX GT, taquillero por donde se lo mire.

"Fue una época en que estaba muy desordenado, mucho carrete y aparece la Patty en mi vida. Pololeamos un rato y le dije "sabís, me quiero casar contigo", pero yo estudiaba así es que no nos iban a dar permiso, pero como soy medio loco, le dije "hagámosla corta, si tu quedai embarazada, tu papá nos va a dar permiso para casarnos, estoy seguro. Y así fue, a las pocas semanas estaba embarazada. Le conté a mi suegro, él se enojo mucho, no me dejó entrar más a su casa y mi papá me dijo "huevón, arréglatelas solo" y filo, como estaba en la Adolfo Ibañez, mis compañeros tenían muchas lucas, pensé "¿qué se hacer?". Sé limpiar piscinas, porque teníamos piscina, sé cortar el pasto porque mi papá nos daba plata si hacíamos cosas en la casa, vendí mi Citröen taquillero y me compré una Fiat Fiorino", relata.

Jarpis y el hoyo

En segundo año de la universidad creó su primera empresa, se llamaba "Jarpis", jardines y piscinas y después de clases, ese era su trabajo para poder mantener a esta nueva familia. En esa época su esposa, Patricia Díaz, cursaba tercer año de Educación Parvularia.

Era una época en que llegaba a clases con los pantalones verdes y salpicados con cloro. Al egresar de la carrera de derecho, Jardines y Piscinas contaba con 9 camionetas y 30 personas, entre jardineros y piscineros.

"Ahí vendí "Jarpis" porque tenía que dedicarme a lo mío y me compré al contado mi primera casa y monté mi primera oficina en el centro de Quilpué. Ahí parte Defensa Deudores. Poco antes de salir de la universidad, un tío quebró y lo empecé a asesorar en el tema, después me compré un terreno de 10 hectáreas en el camino Lo Orozco, lo loteé y tuve dramas con eso, no pude vender las parcelas y me fui a la punta del cerro. Tenía 22 años y una deuda como de 50 millones, me fui a la mierda, pero de chico que fui agrandado", asegura.

Ricardo Ibañez estuvo en Dicom, supo lo que es recibir decenas de llamadas de cobranzas, pero también conoció desde dentro y, con el agua al cuello, el problema. Supo cómo ordenarse y poder salir a flote.

Desde entonces, empezó a captar clientes, empezó a vivir una época donde trabajaba para vivir bien, sin grandes lujos, pero tampoco tan apretado, sin embargo, eso cambió nuevamente, esta vez la cigüeña llegaba ya por tercera vez a su vida.

La empresa crece

Era el año 2006, Ricardo Ibañez ya tenía dos hijas y su esposa quedaba embarazada por tercera vez. Esta vez era un hombre.

"Yo dije que quería que se llamara como yo, pero la Patty no quería porque decía que yo era muy desordenado, muy pastel y el niño más encima iba a heredar el nombre, pero yo me prometí cambiar. Ahí me transformé en una máquina de trabajar, empecé a madrugar y la empresa empezó a ir mucho mejor, nos iba súper bien", relata.

Pero el batatazo no lo daría hasta unos años más tarde cuando ayuda a una persona a salvar su casa y a salir de la quiebra. Él cliente quedó muy feliz y agradecido con el tremendo trabajo que se hizo.

Un día este caballero lo llama para preguntarle si podía hablar con su hijo. "Dígale que me llame a mi celular", respondió Ibañez.

"Resulta que el hijo era periodista del cuerpo de Economía y Negocios del Mercurio de Santiago, me hizo unas preguntas y me pidió una foto. Le respondí el correo con las preguntas y ese domingo salí en un reportaje en la contraportada de ese cuerpo, a página completa y con mi foto. Esa semana recorrí radios y canales de televisión, el teléfono no paró de sonar y la oficina se llenó de gente", comenta.

Hoy, Grupo Defensa cuenta con 12 oficinas de Arica a Puerto Montt, próximamente abre una en Punta Arenas. Tiene un capital de trabajo de 300 personas, más de la mitad abogados y otros tantos egresados de derecho. Además tiene negocios en otros rubros y recorre el país enseñando y asesorando a otros a salir del endeudamento. Ibañez es panelista estable en canales de la televisión abierta y cerrada, además de radios. Condujo el programa "Con el Agua al Cuello" de Chilevisión y se prepara para nuevos proyectos.

seminario

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Fantuzzi e Ibañez están recorriendo el país con este seminario de carácter gratuito, dirigido a las pymes debido a que "las empresas la están pasando mal habiendo una norma absolutamente nueva, de hace tres años, que les permite salir del problema del endeudamiento. Permite que la pyme no tenga que bajar la cortina, sino que pueda reorganizarse y seguir adelante, creemos que falta información. La pequeña y mediana empresa desconce esta normativa que está siendo ocupada por las grandes empresas, se reorganizó la isapre Más Vida, se reorganizó la Caja de Compensación La Araucana y sin embargo, cientos de pequeñas y medianas empresas siguen bajando su cortina por desconocimiento de una norma que podría salvarlas. El endeudamiento llegó para quedarse", señaló el abogado.