El sorprendente caso del hombre que bebe agua de mar
José Vallejos, villalemanino, se zambulle en aguas profundas. Candidato a Core por el Frente Amplio (Provincia Marga Marga), su campaña va más allá de la política: resolver problemas hídricos y destacar lo saludable del agua marina.
"El agua de mar cura todos los males del hombre". Eurípides, poeta trágico griego.
Las Torpederas, Valparaíso. Está sentado sobre una piedra como si fuera parte del ecosistema, con una gracia épica, hasta serena, a la par de la marea que sube. En otra vida, tal vez hubiera podido ser un monje contemplativo o, ejemplifica, una ballena barbada (mysticeti), de esas que filtran a través de sus barbas y no dientes -que los carece- su alimento del océano.
Porta una botella, mientras cesa el pequeño oleaje. Es, en ese momento, cuando lo impensado ocurre. Aquel hombre contemplativo se inclina. Sumerge sus manos cerradas al frío Pacífico y con ellas, recoge el agua de forma manual con un objetivo: introducir el líquido salino directo a su boca... El sorbo, tan largo como su sed. De mar. Claro que para los estómagos vírgenes en estas lides esto pudiera generar dolor de guata, colitis... diarrea.
José Eduardo Vallejos Ahumada es de las personas que prefiere ver el vaso medio lleno. En realidad, su botella llena. Para ello, cuenta, una vez al mes se orilla en compañía de sus bidones de cinco litros hasta las playas de Recreo, El Quisco y aquí mismo, en Las Torpederas. Eso sí, evita las bahías contaminadas, como Quintero o Ventanas, reconoce.
Ya, en una zona de los roqueríos, alejado de las algas, extrae lo que para él es un hábito diario. Y aún más: una cruzada de vida.
Hombre al agua
Con historia. Rebobinemos. Griegos y romanos se nutrían de baños de mar. Siglos después, millones de sobrevivientes de la Primera Guerra Mundial debieron agradecer a esa gigantesca porción húmeda que cubre el 71% del Planeta (96,5% es agua salada y se distribuye entre los océanos, mientras que el restante 3,5 % es agua dulce). En ese tiempo de trincheras, al no existir plasma suficiente, se empleó el plasma de mar. Un literal directo a la vena para compensar aquella pérdida de sangre de los heridos en combate.
Algo que su mentor, René Quinton, científico francés, puso en la órbita mundial a través de sus Leyes de Constancia (la vida se origina en el mar donde cada cuerpo es un pequeño océano donde flotan las células): atendía a niños desnutridos, salvándoles la existencia inyectándoles agua de mar, gracias a sus propiedades curativas. El Premio Nobel Linus Pauling (dos veces: 1955 y 1964), avaló al agua de mar isotónica y el Sol como los alimentos más importantes para la vida.
A saber: la composición química del agua del mar es muy semejante a la de la sangre de los vertebrados. Contiene ácidos, ADN en suspensión, aminoácidos, proteínas, grasas, minerales. Pero al hoy, beber dos litros de agua marina al día, al parecer, no es para cualquiera. De allí que los 300 cultores de esta disciplina en Chile -40 en la región- entre esos José Vallejos que avala y asegura van en caudal, inunda la esperanza para el oriundo de Villa Alemana.
Por eso trae un lienzo: "Agua de mar: nutrición celular orgánica para una buena salud". Junto a la leyenda, los 118 elementos químicos de la tabla periódica (84% corresponden al sodio y cloro): proteínas, vitaminas y bioelementos del mar y fitoplancton. Los mismos que permiten que las células en nuestro cuerpo se reparen, reproduzcan mejor y así, el organismo como un sistema completo, se auto repare. Hasta eliminar enfermedades como la cirrosis hepática, conjuntivitis y glaucoma, artritis, esclerosis múltiple, asma.
En simple: resulta más eficaz que el suero artificial. En el caso de nuestro personaje, tras recoger el agua desde el mar, le hace un filtrado para "dejarla pura". Narra que posee unos filtros especiales que importa de Europa, a los cuales adapta su propio "mecanismo manual de filtrado del agua, la cual no hiervo".
Pero, ¿cómo beberla? Hipertónica, es decir pura, sin ningún tipo de aditivos y sin diluir: 36 gramos de sales por litro. O isotónica, diluida a razón de una parte de agua de mar por tres de agua dulce. Se puede rebajar, acota Vallejos, con jugos naturales (limón) o saborizantes. En su caso, también la ocupa para las ensaladas. Jamás con 'copete' (sodio). "El cuerpo humano tiene nueve gramos de sales por litros. Cuando yo hago la rebaja de agua de mar con agua dulce, coloco esta mezcla, 9 gramos de sales por litro: las células las reconocen inmediatamente como el ADN. Se reparan, auto ajustan y el cuerpo comienza a andar como un relojito".
De esta agua beberás
Hace más de tres años, su esposa, María Elena Cataldo, con la que tiene tres hijos (el mayor también bebe agua de mar), y a la cual denomina compañera, le diagnosticaron un agresivo cáncer a la médula. Su fémur, el hueso más largo, fuerte y voluminoso del cuerpo humano, no daba más. Vallejos se zambulló en documentación. Nadó en bibliografía. Llegó a puerto. "Hay personas que en Chile llevan hasta 15 años consumiendo agua de mar. Muchos de ellos se han mejorado de cáncer de mama, alopecias, tiroides, hipertensión, problemas gástricos…", asegura a los balazos de la labia gestual.
Tanto José como su mujer María Cataldo, que en estos momentos -acota- camina normal sin las muletas, lo motivó a seguir a la causa natural: él ya no sufre de calambres, antes su pesadilla. Todo lo atribuye "al milagro del que tenemos frente a nuestras narices". Aquí en la costa chilena, "la más larga del mundo", añade el también taxista y colectivero de la ruta Villa Alemana - Valparaíso. "Claro que acompañado de un buen hábito natural de vida".
Lo mismo, a escala global, que realizan como parte de su dieta cotidiana al hidratante y nutriente "más completo de la naturaleza" el tenista top español Rafael Nadal y los equipos de ciclismo de Francia y 'los escarabajos' colombianos. "En España se expandió. Igual en México y Colombia. Hay biólogos expertos en Cuba y Canadá".
Y un país, por sobre todos, en cuanto a tomar esto del agua de mar como política de Estado: Nicaragua, partiendo por su presidente. "Todo el parlamento de esa nación centroamericana consume agua de mar. También los colegios". Vallejos resalta a una experta en medicina interna: María Teresa Ilari, quien además coordina en Managua la distribución de agua de mar y a quien conoció y le enseñó este método marino. Resalta 'La dieta del Delfín', del doctor Ángel Gracias Rodrigo.
Entre dos aguas
José Vallejos va por más: es candidato a Core (Consejero Regional) por la lista del Frente Amplio, en la provincia de Marga-Marga, su distrito electoral.
Lo sacamos de aquel acuario marino por un momento para que nos devele el animal político que sustenta ser, "como todos, desde que nacemos". Y una bandera de lucha: la regulación del agua en Chile, aquella que, puntualiza, las transnacionales han vulnerado y poderosos boicotean.
Dice que lo vivió en carne propia: se le secó un pozo. Que ello no fue problema de sequía, sino de usurpaciones. "Tuve que cortar mis árboles frutales. De allí nace mi lucha". Por eso, recalca Vallejos, fue parte de Modatima de Petorca ((Movimiento de Defensa por el Acceso al Agua, la Tierra y la protección del Medio Ambiente). Los mismos que se enfrentaron al ex ministro de Defensa y empresario, Edmundo Pérez Yoma.
José Vallejos palparía conflictos similares en otras regiones. La razón de MAT (Movimiento por el Agua y Territorios): fue vocero en la 3° marcha nacional, en Valparaíso. "La V región es la que tiene más problemas hídricos (60% de las comunas) en el país".
De vuelta de Las Torpederas, su mirada de monje contemplativo se posa sobre las avenidas porteñas. Echa al agua al alcalde: apela por la limpieza de las calles de Valparaíso con agua de mar, que contiene cloro. "Las calles, al tener tanto olor a orina, con este método, quedarían limpias y con aroma a mar".
El agua de mar, en general, no es la panacea, reconoce José Vallejos, pero es parte de un proceso. "Se requiere de un estudio médico convencional para poder utilizar agua de mar en su debida proporción".
Cierto, la sangre, las lágrimas y el sudor son salados. Las sales son minerales. Nacimos en agua. A lo Eurípides, Vallejos concluye, al último sorbo: "¡La Tierra debiera llamarse Agua!".