Con su pelo crespo y colorín, y su capa fosforecente, el pequeño León de 2 años -con un look a lo Principito- no pasó inadvertido en la mesa donde su madre sufragó. Recorrió la sala y se metió al cuarto junto a su progenitora. "Siempre acudo acompañada y el vino de superhéroe, le gusta disfrazarse. Me parece que no corresponde que haya gente que pudiendo votar no lo haga", reflexionó Celeste Placido, madre de León, una argentina con 10 años de residencia en Chile.

Mesa 76 tuvo que "parcharse"

A las 10.30 horas la mesa 76 del liceo Eduardo de La Barra fue la última en constituirse, porque no llegaron los vocales designados. Pedro Jara, delegado del recinto, se las tuvo que ingeniar para que la cosa funcionara. Un vocal discapacitado designado en otra mesa, una mujer voluntaria y un tercero que aceptó a regañadientes, fueron los elegidos para cumplir con la tarea en una sala que raudamente se aglomeró de público. Más tarde un cuarto y experimentado vocal fue agregado para zanjar el problema.

Fabián San Martín D.

Con una desagradable sorpresa se toparon ayer discapacitados que votaron en el liceo Eduardo de La Barra. El ascensor estaba fuera de servicio.

Por miedo a accidentarse Gabriel Sánchez declinó subir en andas al segundo piso, donde estaba la mesa asistida. No pudo votar. Le dijeron volviera en una hora para solucionar el tema. "Están súper mal organizados, son situaciones que deben ser previstas con anterioridad", señaló Gabriel Sánchez hijo, que empujaba la silla de ruedas.

El que sí subió a pulso a su mesa en el segundo piso fue Ricardo Olivos, enfermo renal a quien una diabetes le amputó una pierna y le privó de buena parte de su visión. "Del plebiscito del 88' que voto. Para todos es importante hacerlo", comentó el hombre del cerro Yungay, que sufragó acompañado de un amigo.