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Ser un comando privado en plena Guerra de Irak

Ser el guardia de seguridad en la carnicería de sus padres, llevó a Luis González Holms a la disciplina militar. Ahora cuenta su historia de cómo llegó a proteger algunos de los campos de petróleo que hay en Medio Oriente.
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Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso

Desconocido para la multitud camina un hombre que, en un clima hostil y guerrillero, se animó a defender a las personalidades más importantes de Medio Oriente y Estados Unidos. Viajar desde Valparaíso hasta las lejanas tierras de Irak para integrar, con su metro ochenta de estatura, peligrosas operaciones especiales en un ambiente desconocido y con un idioma complejo de aprender.

Luis González Holms pasó de ser el guardia privado de los pequeños comercios de sus padres, a resguardar algunos de los pozos petroleros que hay en Medio Oriente, justo en medio de la guerra de Irak, a comienzos de los años 2000.

Su afición por nuestro medio lo motivó a contarnos su historia, a escasos años de haber viajado por última vez a territorio iraquí, en 2014.

En ese lugar conoció los palacios que Saddam Hussein tenía. Cuenta que eran verdaderas mansiones acompañadas de una ornamentación compuesta de oro, mármol y finas maderas. "Recorrí el país entero y hubo situaciones límite, pero para que hablar de más", cuenta.

En su avenida Uruguay casi natal, que lo viera jugar y formarse, a la vez, como un profesional de la seguridad, fueron sus padres quienes le inculcaron una espiritualidad ligada a la iglesia y a valores tradicionales militarizados. Sus padres siempre le decían que estudiara idiomas y que, jamás, dejara el deporte, ni tampoco su profunda fe en dios.

Como propietarios de una tradicional carnicería, y también de una confitería, ubicadas en la avenida Uruguay, Luis González Holms desde niño acompañó a sus padres. Junto a ellos defendió a las clientas y clientes que eran asaltados por los míticos "lanzas a chorro", que operaban en el popular sector porteño.

"Yo al ser un poco más fuerte gracias al deporte y a la práctica del remo porteño, del cual fui seleccionado regional del Club Canottieri Italiani, defendí a cuanto cliente era asaltado por estos lanzas en las afueras del local", relata González Holms.

González Holms cursó sus estudios en la Scuola Italiana, en el Colegio de La Salle y en los Sagrados Corazones. En ellos aprendió, desde muy niño, el idioma italiano o la " bella lingua italica", como dice.

Pero su destino aventurero lo llamó y tocó su fibra más íntima: la seguridad y los idiomas. En eso apareció un aviso en un periódico donde solicitaban personal ex FF.AA, con una buena condición física y sicológica, además de conocer a cabalidad el idioma inglés. De aprobar los exámenes sería desplegado a Medio Oriente.

Ésta es la mia, pensó, aún cuando estaba por nacer su hija. Un lazo fuerte y único que lo ataba a su querido Chile. Como piensa, "una bendición de Dios y la Virgen". Pese a cualquier tipo de contradicción, entre sus lazos afectivos y profesionales, de igual forma recibió el apoyo de su pareja, y madre de su hija, para cumplir sus sueños militares.

De temple y mística

"Me embarqué llorando por dentro, pero con mucho temple y mística, primero a los Estados Unidos de Norteamerica, donde me enrolé en la BW U.S.Training Center Academy, una de las cinco compañías de seguridad más grandes y profesionales del mundo. Posee 2.400 hectáreas de instalaciones, canchas de entrenamiento, polígonos, salas de reuniones, angares, cuadras para dormir, entre otras cosas", recuerda González.

Ahí estuvo por largo tiempo viviendo, bajo los exigentes entrenamientos de profesionales extranjeros de la seguridad, con altos estándares tecnológicos y con equipamientos que aún no llegan a Chile, pese al tiempo transcurrido desde el viaje de Luis González.

Tras su paso por el entrenamiento especializado, obtenido en Estados Unidos, nuestro comando viajó más de treinta horas hasta llegar a Medio Oriente.

En la descripción que hace de ese lejano país, narra que "al llegar a Irak fue como estar en otro mundo. Un país lleno de tradiciones fundamentalistas, con costumbres distintas y otro idioma que terminé aprendiendo con el paso del tiempo".

Luego fue desplegado a fronteras y límites entre los Estados, asegurando pozos petroleros en Kirkuk y brindando estabilidad a Mosul, Tikrit, Diwaniya y el Puerto de Basora. Pero, sin duda, uno de los puntos altos en su travesía, que se extendió desde 2004 a 2014, fue su paso por Kerbala, una ciudad de alto riesgo en la que, junto a la capital Baghdad, González tuvo una turbulenta visita tanto por la green zone y la red zone.

"Gracias a Dios sin resultados negativos para mi integridad física . No así para compañeros de trabajo, muchos de ellos de otras naciones, resultando algunos fallecidos por explosiones de bombas puestas estratégicamente, en automóviles, al lado de la carretera interestatal iraquí, o bien por terroristas que aparecían como factor sorpresa pese a las precauciones tomadas", sostiene.

El retorno a su patria

Como recompensa por su ejemplar comportamiento en terreno, Luis González tuvo la oportunidad de retomar los operativos y también de retornar a su país, a pasar tiempo con su familia. Ya creía que su destino permanecería en Chile, cuando lo llamaron nuevamente a ejercer su profesión a Irak.

"Entenderán que el riesgo es inminente en una zona de guerra donde hay conflicto armado y donde la mayoría porta un fusil ruso AK 47 colgado a su lado, o una pistola al cinto. Pero yo me caracterizo por ser pasivo y más que todo un ser que ante la escapatoria y nerviosismo del resto, observa, respira y cuenta hasta 5, nada más, y reacciono de acuerdo a la situación sin perder nunca el control", recalca este comando.

Por estos días, ya de vuelta en el puerto, Luis González se muestra crítico con la precariedad que viven los guardias privados de seguridad. Un trabajo duro y con una esforzada rutina de entrenamiento que, apenas, es remunerado con el salario mínimo.