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Viejitos Pascueros llegan a toda hora hasta las oficinas de Correos

Son cientos los que aparecen cada día a dejar o recoger cartas para Navidad. Un ejemplo: Paula quiere de vuelta a una perrita Labradora para su hermano, en situación de discapacidad. Es una de las más emotivas llegadas al local de Prat.
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Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso

Más gente de lo común está visitando por estas semanas, la oficina de Correos de Chile, ubicada en Prat, en Valparaíso. Un árbol de Navidad recibe a varias personas por hora que, individualmente o como miembros de algún colectivo, se hacen con la voluntad de tomar alguna de las miles de cartas que llegan, destinadas al Viejito Pascuero, para complacer los humildes deseos de sus remitentes.

Entre los tantos sueños leídos ayer, estaba por nombrar uno, el de Paula Villaroel, cuyo hermano de 27 años - en situación de discapacidad - sólo quiere para esta Navidad tener otra vez una perrita Labradora Retriever, como la que por años lo acompañó, de nombre Elisa.

"Mi hermano dormía con ella, salían juntos, jugaban, peleaban, entre otras cosas", cuenta Paula en su carta. "Era como si la Elisa fuera una integrante más en nuestra familia". Lástima que Elisa, compañera de su hermano en situación de discapacidad, murió por envenenamiento, el 26 de noviembre de este año.

Leyendo esa y muchas otras cartas, estaban los modernos Viejitos Pascueros que, tomándose su tiempo, revisaban los mensajes que, a cada momento, son echados en los buzones del correo.

Así, todas las sucursales de Correos de Chile están repletas de bondadosas personas, buscando donar algún regalo sencillo, un par de juguetes y la anhelada cena de Navidad. Esa fue la frase más repetida en las cartas: cena navideña.

La cenita de navidad

Nataly Díaz, de la mano de su hijo Martín, se llevaron una carta que si bien había sido escrita por un adulto, rogaba por dos muñecas, destinadas a unas niñas de tres y cuatro años. Aunque sin duda lo que más llamó la atención, fue la forma en la que pidieron la cena, o "cenita de Navidad".

Díaz andaba con su hijo por descubrir una carta así, sencilla, no muy ostentosa y que cualquiera pudiese financiar. "Porque hay otros que piden play stations, computadores o tablets, y eso para nosotros es muy caro", aseguró.

Con su hijo estaba eligiendo cartas, en un proceso que no es primera vez que realiza, principalmente porque quiere que como niño, estas fiestas tengan otro significado para él. De ahí que el pequeño Martín se haya emocionado con las que tenía en su mano, de entre las que debía elegir solamente una.

Después de tomar la difícil decisión , lo que sigue es llevar la carta al mesón y registrarla, para evitar los malos entendidos. Hasta hace unos años - que por más de cinco llega hasta el correo en estas fechas- se daba que una misma persona enviaba varias cartas, en distintos buzones, para así conquistar a más de un benefactor, en vez de que esa ayuda se canalice a otras personas, que es lo que corresponde. Ahora cada padrino se registra con los pedidos que quiera, para evitar las confusiones.

Marcela llegó hasta la oficina de calle Prat, con una amiga, con la idea de complacer a más de un sueño.

Por cinco años ha recogido cartas y pagado cenas, gracias a un esfuerzo compartido que hace con otras personas, apoyada siempre por su padre, quien la motivó hace unos años a hacer ayuda con el Ejército de Salvación. Para esta Navidad tiene ya algunos pollos, ensaladas, postres, y sólo le faltan los juguetes.