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La pasión de quienes trabajan a favor de los más vulnerables

La Comunidad de Organizaciones Solidarias celebró su primer aniversario en la región de Valparaíso. Buscan avanzar hacia soluciones comunes a los principales problemas a nivel nacional y local.
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Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso

En el décimo piso del Edificio Cooperativa Vitalicia, ubicado en la calle Condell de Valparaíso, la directora ejecutiva de la Comunidad de Organizaciones Solidarias, Alejandra Pizarro, encabezó la conmemoración de su primer año en nuestra región, de la mano de 37 organizaciones sociales- enfocadas a temas de infancia, género, familia, vivienda y pobreza- que buscan por medio de esta instancia avanzar hacia la cooperación e incidencia en las políticas públicas.

La comunidad que lidera Alejandra Pizarro, surgió hace diez años, para darle cara a una sensación de soledad, que invadía el trabajo cotidiano de organizaciones tan importantes como Techo o Cristo Vive.

"A pesar del gran trabajo que realizaban, no eran capaces desde su trinchera, de transformar la estructura de la sociedad. Seguían siendo víctimas de un modelo societario que, si bien ha traído grandes beneficios, generó pobreza y exclusión", asegura.

Todo eso contribuyó a que sesenta organizaciones a nivel nacional, se juntaran a dar vida a la Comunidad de Organizaciones Solidarias. Ahora son más de doscientas agrupaciones- entre ellas las 37 conformadas en nuestra región- que representan un universo de once mil trabajadores y siete mil voluntarios, que impactan la vida diaria de casi un millón de personas.

Conversando con la directora ejecutiva de esta macrosociedad, compuesta por 200 organismos de la sociedad civil, busco entender si el objetivo de la comunidad es fortalecer el trabajo que, individualmente, dan sus socios, o pretenden construir algo mucho más grande que la suma de todas las partes involucradas.

La respuesta es todas las anteriores, dice Pizarro, quien conoce los detalles fundacionales de la comunidad que lidera. Cómo hacemos para ser más vistos y tener más recursos, fue la pregunta formulada en ese entonces, en vista de mancomunadamente fortalecer la labor cotidiana que cada uno de los miembros realizaba.

En el avanzar de los tiempos, la Comunidad se va dando cuenta de que, estando juntos, es capaz de hacer algunas cosas mejor que nadie: gestionar alianzas de colaboración, con universidades, empresas, instituciones estatales, entre otras; fortalecer el trabajo de organizaciones, en transparencia, visibilidad, formación y financiamiento; y la participación común en mesas de trabajo, que agrupa a las organizaciones cuyo foco está puesto, en esta región, en la familia, género e infancia, así como también en la vivienda.

Década de fundaciones

El desarrollo de la Ley 20.500, sobre asociaciones y participación ciudadana en la gestión pública, en 2011, fue el momento clave que, a juicio de Alejandra Pizarro, consolidó a esta década como la principal, en cuanto a emergencia de asociacitividad.

Según las cifras que maneja, tras la aprobación de la Ley 20.500, se han gestado cada mes unos cien nuevos organismos de la sociedad civil.

"Antes, cuando querías fundar una organización de la sociedad civil, fundación o corporación, presentabas sus estatutos al Ministerio de Justicia, de ahí pasaban al Consejo de Defensa del Estado, hasta llegar al escritorio del Presidente de la República. Ese era el decreto 110 que apareció en Dictadura, para controlar la sociedad civil", sostiene Pizarro.

Su interés en este tipo de temas es velar por "aquellas problemáticas comunes en donde al mercado no le interesa llegar y donde el Estado no quiere llegar". Para Pizarro, la sociedad organizada es como un punto de inflexión en cuanto a lo qué es posible o no, para las políticas públicas.

Qué es la sociedad civil

Pero Alejandra Pizarro tiene claro que ni los empresarios ni los movimientos sociales, conforman la sociedad civil. "Los primeros no, porque son parte de los dos grandes sectores que conservan la hegemonía del país y los segundos, los movimientos sociales, porque no tienen personalidad jurídica y porque, sencillamente, ellos instalan una demanda y se van", cuenta.

"La sociedad civil es aquel espacio de la sociedad, donde los ciudadanos se articulan y organizan bajo una figura jurídica, sin fines de lucro, para llevar a delante una tarea", es la definición consensuada por diversas instituciones dedicadas al conocimiento de la sociedad en acción.

Educación, pobreza, desigualdad, infancia, exclusión, entre tantas otras problemáticas, se abordan cotidianamente en las instituciones sociales ¿Por qué un movimiento social no es considerado, por Pizarro, como sociedad civil? "Porque no se hace cargo de la demanda, sólo la instala ¿Qué viene después del problema? Salir a protestar, y eso es legítimo, pero qué pasa por ejemplo con ese niño con piel de cristal que no tiene acceso a la salud pública. Tiene que seguir esperando mientras la ciudadanía se manifiesta", recalca.

El espíritu solidario del siglo XXI, que le da vida operativa a todas estas organizaciones es, en palabras de la directora de la comunidad, una persona normal, común y corriente, de carne y hueso. Ahora mismo están llevando a cabo un estudio, de la mano de PricewaterhouseCoopers, que ahonda sobre el capital social que hay detrás de la solidaridad en Chile.

¿Cuál es el perfil que trabaja en el mundo social? La mayoría, no todos dice Pizarro, tienen estudios superiores, muchos con doctorado incluso.

Mesas de trabajo

Del total de organizaciones que hay en la Región de Valparaíso, en la Comunidad de Organizaciones Solidarias, hay catorce que trabajan continuamente en la mesa de Infancia, Género y Familia. Pero también hay otras siete, entre ellas la Fundación para la Superación de la Pobreza o Techo, buscando horizontes comunes en la mesa de hábitat.

Hugo Inostroza, miembro de la mesa de hábitat, cuenta que la mesa se comenzó a forjar en junio de este año y, desde entonces, las siete organizaciones que la componen no han dejado de reunirse, al menos, una vez por mes.

Los problemas esenciales en los que, comenta Inostroza, se debe avanzar en esta materia, son la poca participación horizontal de la ciudadanía, para no caer en paternalismos, planificación urbana a nivel regional y en la pertenencia territorial a la hora de construir.