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[Cultura Urbana]

Obra montada en la escuela Barros Luco muestra la crisis de la educación

Se expondrá hasta el 3 de febrero y está abierta especialmente para los porteños que quieran recorrer la deteriorado centro estudiantil antes de su reconstrucción.
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Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso

Compañeras desde kinder a octavo básico, egresadas de la generación '97, Carolina y Karina vuelven a las ruinas de la Escuela Barros Luco que, alguna vez en su esplendor, las viera jugar por los pasillos que hoy dan cuenta de una situación contradictoria.

Contradictoria: al menos eso quieren plantear dos artistas y una arquitecta, Guisela Munita, Angela Ramírez y Carolina Sepúlveda, por medio de la segunda parte de su obra Estado Público. Lo que quieren es exponer un espacio aniquilado por el tiempo y el descuido, una experiencia que pretende interactuar con el cuerpo y sensaciones del espectador y, así, provocar reflexiones.

"La idea es que los ciudadanos vean el estado en que está este edificio y, además, con dos intervenciones audiovisuales y dos letreros que complementan el viaje", cuenta Angela Ramírez, una de las gestoras de la obra.

En la primera parte del recorrido por la Escuela Barros Luco, inaugurada en 1924 e inutilizada tras el terremoto de 2010, se confronta el mal estado de la arquitectura en general, y los baños en particular, con la Ley 3654 de Instrucción Primaria, de 1920. La misma que es dictada por Guisela Munita, mientras su compañera la va escribiendo en un viejo pizarrón.

"Lo hacemos para ver qué cosas dejamos en el camino de una ley que era bastante interesante y que resolvía muchos aspectos de la educación primaria en Chile", asegura Angela Ramírez, cuya educación la cursó, consecuentemente, también en lo público. La Escuela República de Costa Rica, en Ñuñoa la acogió hasta octavo básico, para después cambiarse al Liceo 7 de Providencia.

Hacer espacio público

Angela Ramírez reconoce la perspectiva política que hay detrás de un trabajo que se fundamenta en el espacio público: "Porque tú te haces cargo de un espacio político, social y emocional. No vienes con una obra lista desde el taller, sino que trabajamos en este espacio durante un año, prácticamente, en el cual nos juntamos con ex alumnas e hicimos un trabajo de investigación previo".

Como gestoras de la obra están satisfechas, tanto por lo que hicieron, como con el nivel de espectadores que han tenido desde que iniciaron el trabajo, aunque la esperanza está intacta de que habrá todavía más público, de aquí al 3 de febrero, cuando termine la exposición.

Por el momento, las dos ex compañeras de la generación '97- una de ellas acompañada por su hija Anahí que alcanzó a hacer kinder antes del terremoto- dicen sentir emoción de caminar por el que fuera el gimnasio. "Nos da harta nostalgia que este mismo espacio- que aparentaba ser tan grande en las clases de educación física- ahora se muestre tan pequeño", cuenta Carolina.

Escalofríos y emoción es lo que ellas evocan, pero también alegría de saber que, en la pronta reconstrucción, habrá nuevas generaciones que podrán decir: "Estudié en una de las escuelas más emblemáticas de Valparaíso ". Y aunque al momento de presentar el proyecto, ni Angela Ramírez ni Guisela Munita sabían de la reconstrucción, son conscientes de que, por años, "la educación pública fue olvidada", recalcan.

La obra termina en el segundo piso con un cartel de neón que, en un rojo bien fuerte, señala que "no hemos aprendido nada".