Un enemigo silencioso que se esconde bajo las sábanas
El 80% de los hombres y mujeres sexualmente activos tendrán el virus del papiloma humano
alguna vez en su vida, según datos de la Asociación Estadounidense de Salud Sexual.
Una exquisita comida, agradable música y una buena conversación de dos, seguramente es lo que muchos tienen planeado esta noche, para celebrar con aquella persona especial San Valentín. Primero, seguramente vendrá el infaltable intercambio de regalos y la sonrisa de aprobación de su pareja. Más tarde, la noche de ensueño podría tener el sello perfecto en un lugar más íntimo.
Allí, entre las sábanas, es territorio fértil para el cultivo de la confianza, donde se intercambian caricias, sensaciones, experiencias y palabras. Pero, sin darse cuenta, los enamorados podrían no estar solos y compartir la cama con un inoportuno invitado: el virus del papiloma humano (VPH). No se trata de aguar los planes de San Valentín, sino de tener presente que ese intruso es más frecuente de lo que se piensa y que, con un adecuado manejo de la sexualidad, se pueden frenar las consecuencias que genera este indeseable acompañante vírico.
A nivel mundial, se estima que el 80% de las personas sexualmente activas tendrá en su organismo el virus en algún momento de su vida. Contrario a lo que de manera errónea se piensa comúnmente, el VPH puede generar problemas tanto en mujeres como hombres. Si en ellas se asocia al cáncer cervicouterino, en ellos puede incidir en la aparición de cáncer de pene.
El mayor problema para la detección de este intruso es que es sigiloso; de hecho, el varón infectado sin tener síntomas sí puede inocular a una mujer y ésta, más adelante, podría desarrollar verrugas genitales o cáncer a causa del VPH.
Varios tipos
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, existen más de 100 tipos de este virus. De ellos, al menos 13 son oncogénicos (de alto riesgo), que son los que pueden causar cáncer del cuello del útero y también ocasionar otros tipos de esta enfermedad. De hecho, existen estudios que asocian a los VPH con los cánceres de ano, vulva, vagina, pene y garganta.
En otro grupo están los VPH no oncogénicos (de bajo riesgo), los que pueden provocar verrugas genitales y papilomatosis respiratoria (tumores en las vías respiratorias que van de la nariz y la boca hasta los pulmones). Aunque esta enfermedad raramente es mortal, sí genera molestas consecuencias, como dificultad para respirar o tragar.
El VPH es la infección vírica más común del tracto reproductivo y se adquiere principalmente durante el coito, por el contacto sexual sin preservativo. Sin embargo, sin que haya penetración también se puede transmitir, ya que el contacto directo con la piel de la zona genital es un modo de transmisión reconocido. "Puede ser es en el acto sexual mismo, por forma a anal, bucal o por mucosas", acota la matrona perinatóloga y docente de la Universidad Andrés Bello, Karen Irribarra.
También es posible la transmisión del virus de una mujer a su bebé durante el parto, pero es poco común.
Cáncer
La mayoría de los VPH son asintomáticos, no causan problemas y, de hecho, las infecciones suelen desaparecer incluso espontáneamente, meses después de haberse contraído. Sin embargo, las provocadas por determinados tipos de (sobre todo el 16 y el 18) pueden persistir y derivar en lesiones precancerosas que, si no se tratan, pueden llegar a convertirse en cáncer cervicouterino.
En este sentido, se estima que en un sistema inmunitario normal, el cáncer cervicouterino tarda en desarrollarse en promedio 20 años, y en el caso de mujeres con un sistema inmunitario debilitado, este proceso puede adelantarse y ocurrir en un período de 5 a 10 años.
Si bien el virus frecuentemente no produce síntomas, cuando ha derivado en un cáncer cervicouterino y está en etapas avanzadas, el cuerpo entrega algunas señales que no deben ser pasadas por alto. Las principales son sangrado vaginal irregular intermenstrual (es decir, entre períodos menstruales) o sangrado vaginal anormal después de haber tenido relaciones sexuales. A estos se suman dolor de espalda, en las piernas o la pelvis; cansancio, pérdida de peso, o falta de apetito; molestias vaginales; e hinchazón de una sola pierna, generalmente.
Pinchazo
Según datos del Ministerio de Salud chileno (MINSAL), la aparición del cáncer cervicouterino es más frecuente entre los 35 y 55 años. Esto, explica la profesional, ocurre porque "el tiempo de desarrollo de la enfermedad es en promedio de 20 años. Entonces, si sacamos la cuenta de la edad en que generalmente se inicia la vida sexual, coincide".
Para prevenir este tipo de cáncer en Chile, el Ministerio de Salud, a través de su Plan Nacional de Inmunizaciones, implementó desde el año 2014 la vacunación contra el virus en las niñas de cuarto año básico (primera dosis) y quinto año básico (segunda dosis), en todos los establecimientos educacionales del país.
Luego, con la finalidad de proteger a todas las niñas que egresaran de la educación básica contra el Virus del Papiloma Humana, el año 2015 se ejecutó una campaña de puesta al día y se vacunó con una primera dosis a las niñas que cursaban sexto (11 años) y séptimo básico (12 años), finalizando la estrategia el año 2016, donde se administró una segunda dosis en séptimo y octavo.
La elección de que la vacuna se aplique en ese período escolar se debe a que entonces las menores no han comenzado aún su vida sexual. La vacuna tiene menor eficacia en aquellas mujeres que ya han adquirido el virus antes de ponerse la vacuna.
En el caso de los hombres, internacionalmente aún existe discusión respecto a su efectividad. "Los estudios en hombres se tienen que seguir desarrollando; mientras los estudios no pasen 10 años desde que se comienzan, no son estadísticamente significativos. Uno no puede decir realmente si sirve o no, y la vacuna para la mujer lleva mucho más de 10 años a nivel mundial", indica la profesional.
En Chile actualmente se aplica la vacuna Gardasil, que está aprobada para su uso en 132 países. Ésta se dirige específicamente a los subtipos 16 y 18, que causan aproximadamente el 70% de los cánceres de cuello uterino. Además, son responsables de cáncer anal (95% relacionado con HPV), vulvar (50% vinculado), vaginal (65% vinculado) y orofaríngeo (60% relacionado). También se centra en HPV6 y HPV11, que representan cerca del 90% de las verrugas genitales externas. Hasta el año 2013, la vacuna contra el VPH para las edades anteriormente señaladas era accesible sólo para quienes podían comprarla.
A no confiarse
Cuando ya se está en etapa reproductiva, limitar el número de parejas sexuales, evitar el coito con personas que han tenido muchas parejas sexuales y usar preservativo (masculino y femenino) pueden ayudar a minimizar los factores de riesgo.
Sin embargo, como siempre está la posibilidad de adquirirlo aunque no haya penetración, es necesario someterse a chequeos para detectar la presencia del VPH. Para ello, en el caso de las mujeres, existe el examen papanicolau (PAP), que se emplea para detectar cambios celulares o células anormales en el cuello uterino. Estas células anormales pueden ser precáncer o cáncer, aunque también pueden ser otros padecimientos.
El procedimiento se realiza con el extracción de las células mediante cepillado o raspado ligero del cuello uterino. Luego se envían a un laboratorio y se examinan al microscopio para ver si las células son normales o si se pueden observar cambios en ellas.
Este examen es altamente efectivo, de hecho, Irribarra comenta que "hoy en Chile, ninguna mujer que tiene su papanicolau al día debiese morir por cáncer cervicouterino, si se controla como dice el Ministerio de Salud. Está establecido que se haga todos los años si tiene factores de riesgo y cada tres años si no lo tiene, pero dentro de esos plazos cada ginecólogo le indicará a su paciente la periodicidad del examen". La profesional agrega que toda mujer debería comenzar a hacerse el PAP cuando comienza su actividad sexual, independiente de la edad que tenga.
Junto a este examen, actualmente existe la prueba del VPH, que detecta el virus pero no cambios en las células. Este procedimiento puede hacerse a la misma vez en que se lleva a cabo la prueba del papanicolau. Una examen PAP y una prueba del VPH (lo que se llama pruebas conjuntas o copruebas) se considera una forma de encontrar temprano los precánceres y los cánceres de cuello uterino en las mujeres de treinta años o más.
Mirian Mondaca Herrera
salud@estrellavalpo.cl