Guillermo Ávila N.
Viernes 10 de noviembre 2017. Mediodía. En plena avenida Argentina, en el sector histórico de El Almendral, a minutos de inaugurarse la marcha blanca del nuevo Mall Paseo Ross, una congestión de personas apernadas sobre las relucientes vitrinas, recuerda a aquellos "black friday" u ofertones donde todos se atropellan por un -o varios- producto: altoparlantes, pasillos repletos, luces de tiendas y escaleras mecánicas colapsadas... son la postal al día.
Pasada la fiebre de mall, y a casi tres meses de su irrupción en el plan, un dato salta a la luz a las zancadas: algunos locales que colindan con este centro comercial, confirman que se han visto beneficiados a la balanza financiera con la presencia del coloso amurallado de 7 mil metros cuadrados de terreno.
Clásicos de siempre
Jueves 22 de febrero 2018. Contraste. En medio de la cotidianeidad porteña, no es de exagerar que la fachada antigua de una planta enclavada en calle Juana Ross, definitivamente, evoca una sacada de sombrero (clásico, de esos que presumiría tu abuelo). Sombrerería "Ex Eliseo Rojas", seduce por su propuesta al tiempo: sombreros Panama Hat y huasos; de paño, pita (toda de origen ecuatoriano) y chupalla. También gorros y jockey. Incluso, zapatos, mantas, chaquetas, perneras, pantalones (en su mayoría de La Ligua).
La voz carrasposa proviene detrás del mostrador. Samuel Álvarez Cantellano, porteño de cuna -de cerro Barón, recalca al toque- y wanderino de corazón, dice que lleva 30 años en este local, cuya data a la luz corre por los años 40, pero en avenida Argentina. "Él primer dueño era un tío mío", acota a la vena don Álvarez, mientras termina de confeccionar un coqueto sombrero con su cinta negra, que cuenta le toma una hora en la elaboración total.
Para ello, aplica manualidad fina a la cloche que viene en crudo, que es la campana para hacer el sombrero... tanto en el paño como en la pita. "El ala son 12 centímetros de ancho, pero es relativo. Hay clientes que les gusta un buen ancho de ala; otros más cortitas", agrega Samuel Álvarez, quien aquí se las vale solo al oficio; uno que en su época aquí cautivó a clientes como el Nobel, Pablo Neruda, y hoy a parlamentarios.
Álvarez respira nostalgia. Pero también exhala modernidad. Narra que el mall le ha potenciado harto el negocio: ha llegado más clientela; gente que antes no pasaba por este lado, apunta. "Como el otro día que vinieron muchos argentinos, así como jóvenes gringos que compraron sombreros de huaso". Esta pega -asegura con orgullo- da para vivir. Y suelta la talla: "Tengo un Mercedes Benz... esperándome afuera".
En la misma cuadra, Leslie Pulgar es una de las cinco encargadas, todas porteñas, de darle vida a 'Estudio Ross', en el pasaje Juana Ross. Funciona como peluquería, estética, masaje, manicura, todo unisex, desde hace año y medio en este sector.
Leslie, manicurista, cuenta que el emprendimiento ha tomado vuelo desde la irrupción del nuevo Mall Paseo Ross. Sus razones: el centro comercial posee entradas por avenida Argentina y donde se ubica el supermercado. "Pasa mucha gente al Líder, y eso hace que la misma clientela de ellos, al paso, se acerque acá". Eso, a su juicio, les ha generado nuevos clientes que "por venir al mall dieron con nosotros" elucubra Leslie.
Mejoras al entorno
Ya por Victoria, un inmueble de un piso cautiva. En la entrada se aprecia una romana a la pesa, de esas que ocupaban los antiguos emporios. Está operativa. Como aún lo está la ferretería y artículos de aseo 'Don Carlos', bajo la custodia de Carlos Alarcón Román al derecho de llaves desde hace dos décadas, "pero este negocio tiene más de 40 años de estar acá", acota a la tradición.
Don Carlos trabajó por 37 años en el negocio ferretero: El Candado, La Naval, la Paloma y Tres Palacios, son parte de su portafolio laboral, antes de lanzarse al nicho propio.
Añade que él fue quien le dio vida al local. Por eso ahora -además- apuesta por artículos de aseo: detergentes, cera, virutilla líquida, escobillones. Sin por eso dejar de lado sus 'caballitos de batalla' a la construcción: rodillos, brocha y espátulas.
Pese a tener sus reparos con el mall, reconoce que se ha notado más movimiento de gente, "pero decir qué bruto, no tanto". Al menos, revela Don Carlos, les ha levantado en algo el negocio, "pero pensábamos que la entrada iba a ser acá, por calle Victoria". Una calle que califica al hoy medio muerta, "no como años atrás que partía en avenida Argentina y terminaba en Francia: ¡se encontraba de todo!".
Cerca, la centenaria e italianísima panadería Superba, siempre en Victoria, desprende al aroma su declaración de principios: cariño a la cocina tradicional de la Liguria, Génova. Allí, su dueña María Maruja Santibáñez de Bonino lleva 33 años a las masas: sacan planchas de pizza Margarita, cubierta de tomate, queso y orégano, además de la fugazza de cebolla y aceite de oliva, marca registrada. Todo calentito, cada 10 minutos.
"En 1981 la compró mi marido Vittorio Bonino junto a su socio Andrés Queirolo", narra. A hoy, que aquí también hacen un buen pan y pastelería digna del país de la bota, emplea a 18 trabajadores. A pesar de eso, María Santibáñez manifiesta que sabía que iba a tener más movimiento por el mall, pero "no ha sido tan así, salvo los domingos... aunque sí se nota la presencia de foráneos. Ellos (mall) tienen a su clientela; yo, la mía, fiel de toda la vida".
Y comenta un dato, el mismo que corrió en boca de varios locatarios: el centro comercial les mejoró el entorno, toda la manzana. "Antes habían muchas casas antiguas, cuyos dueños no le hacían reparaciones", agrega Santibáñez, mientras su panadería se aprecia cubierta por las sombras vespertinas del Mall Paseo Ross que vive su niñez a ritmo vertiginoso. A paso de sus 90 millones de dólares en inversión, casi 400 estacionamientos, cuatro salas de cines y más de 70 tiendas.