El haitiano wanderino a cargo de la seguridad en el predio verde
Trabaja como profesor y era parte de una ONG que busca la educación de niños vulnerables en su lejana América Insular; sin embargo, llegó a Chile en busca de una oportunidad y el club caturro le abrió sus puertas para trabajar.
La sonrisa no se transa. Ya sea un jugador profesional, juvenil, dirigente, apoderado, funcionario o simple visita, cada persona que ingresa hasta el complejo Mantagua, centro de operaciones futbolísticas de Santiago Wanderers, debe pasar sagradamente por la venia de Patrice Sidney, oriundo de Haití y encargado de la seguridad en el predio verde. Cada auto o cada persona que desee ingresar al recinto, recibe el siempre afectuoso y cordial saludo del inmigrante que ya tiene un corazón teñido de verde. "Trabajo acá en el portón del complejo a cargo de la seguridad. Me gusta mucho mi trabajo y me siento como en una familia acá en Santiago Wanderers", nos adelanta.
Cada mañana, el hombre de 24 años se levanta y llega puntualmente hasta su lugar de trabajo, donde en una cómoda y adecuada caseta, cumple sus labores en el portón del complejo. Allí, a través de su teléfono, se comunica en caso de alguna visita inesperada, anota a quienes ingresan y entrega los pases provisionales para los visitantes que llegan hasta el complejo. "Tengo once meses acá en Chile. Yo estaba trabajando en mi país, pero todos sabemos que allá no está muy bien la cosa, entonces le pregunto a un primo que vivía acá en "Valpo" y él me dijo que podía venir, porque acá en Chile se puede trabajar por mucha plata. Yo tenía ahorros, compré el pasaje y me vine para acá", nos contó en medio de sus labores.
Siempre preocupado
La realidad nacional ha cambiado y hoy son miles los inmigrantes de diferentes latitudes los que llegan hasta nuestro país en busca de alguna oportunidad laboral que les permita sobrellevar de mejor forma la vida. Así fue el caso de Patrice, quien luego de ser "dateado" por su primo, llegó hasta Chile, aunque "estuve dos meses sin poder encontrar trabajo", sostuvo.
Cuando la desesperación comenzaba a ser parte del diario vivir del siempre sonriente moreno, una enorme oportunidad se le presentó. "Estaba sin trabajo, y una amiga, que parece que es amiga del administrador de acá del complejo de Mantagua, me escribió por whatsapp y me dijo que fuese a la sede y preguntara por don Juan Carlos. Allí conversamos para ver si tenía una oportunidad para trabajar", relató.
La sociedad anónima wanderina, por ese entonces, estaba en búsqueda de personas para diferentes trabajos y la entrevista con Patrice los impresionó. Según nos confesaron, no se buscaba precisamente el perfil de un extranjero, sin embargo, el curriculum con el que contaba el haitiano, sumado a la preocupación demostrada al tener todos sus papeles al día, sus estudios certificados, sus permisos vigentes, y las ganas de tener una oportunidad, fueron la razón por las que finalmente se quedó con el puesto.
Su vida como profe
La vida en Chile para Patrice es completamente diferente a lo que afrontaba día a día en Haití. Según nos indicó, en su país natal "yo trabajaba como profesor y estudiaba además sicología social. Hacía clases en un colegio, de matemáticas e historia, lo que me encantaba porque me gusta mucho trabajar con los niños".
Tanta es su afición por la educación infantil, que antes de preparar sus maletas y emprender rumbo a nuestro país, el oriundo del país de América Insular, formaba parte de la ONG Plan, la cual existe desde 1937 y cuyo principal objetivo se centra en trabajar con los niños y niñas, especialmente con las niñas que son más vulnerables, para que puedan aprender, decidir, liderar, y prosperar. Dicha organización actualmente trabaja en más de 50 países en desarrollo de África, Asia y América Latina, y está presente en 21 naciones donantes con más de un millón de niños apadrinados.
"Recorrí varios países realizando diferentes actividades con la ONG Plan. La idea era no solo darles clases, sino también ayudarlos para que pudieran prosperar a todo nivel", aseguró.
Lejos del racismo
Más de 6 mil kilómetros son los que separan a Chile de Haití. Esta enorme distancia, sin embargo, no se hace sentir con demasiada fuerza, ya que Patrice se encuentra "viviendo con otras cinco personas en una casa, cada uno con su respectiva pieza, pero siempre compartimos y conversamos. Me gusta ir al estadio, también me gusta mucho salir a caminar para ver las ciudades más bonitas".
El chileno no habla español, habla en "chilensis". La alta cantidad de modismos y la poca modulación criolla hacen que la barrera idiomática sea una de las principales vallas que deben sortear los inmigrantes día a día. Según nos confiesa el nacido en tierras haitianas, "cuando llegué se me hizo difícil, pero día a día me fui acostumbrando más, cuando una persona me habla, ya le entiendo casi todo, o si no, le pido que hable más despacito para poder entender. Si da mucha risa el 'po', no entiendo cuando una persona dice 'si po', 'claro po', es confuso".
Afortunadamente, esta barrera es la única que ha vivido Patrice en su periplo por suelo nacional, ya que "las personas con las que me he encontrado han sido todas buenas conmigo, pero no sé, siempre escucho que hay chilenos que son racistas y que son malos, pero por suerte yo no me he encontrado con ese tipo de chilenos. Parece que es una gracia de Dios, porque con todos los chilenos que hablo, son súper buenos".
Wanderino de sangre
Trabajar junto al plantel y ver diariamente a los jugadores y funcionarios porteños, han convertido a Patrice en el más ferviente de los hinchas caturros. "Parece que soy wanderino de sangre, llevo como cuatro meses de tiempo que soy wanderino, pero es como si fuese hincha desde niño, porque a mí me encanta el club", recalcó con alegría, agregando que se ha estado encargando de contarles lo que significa el club a todos sus amigos extranjeros, quienes ahora quieren acompañarlo al estadio fin de semana a fin de semana, ya que "yo siempre voy, y ahora, cuando desde el club me han pasado indumentaria, les regalo camisetas a mis compañeros, que además siempre me piden entradas para ir al estadio y poder apoyar a Santiago Wanderers".
Uno de los momentos más simpáticos que ha vivido el profesor en su etapa como trabajador del Decano, sucedió en su primer día de trabajo, cuando al momento de ser presentado a la gente que labura en Mantagua, nada más y nada menos que el uruguayo Silvio Fernández, actual ayudante técnico del primer equipo e histórico campeón con el club en el año 2001, bromeó poniéndole de inmediato los puntos sobre las íes a Patrice. "Cuando llegué acá, vi a don Silvio trabajando en su auto, me presentaron, y ahí Silvio me dijo 'mira, somos hermanos, pero tienes que tener cuidado con las minas que van a venir acá, porque todas son mías, yo soy el rey de acá, yo soy el negro de Santiago Wanderers'", finalizó entre risas el nacido en Haití.