Pititore: de arquero
El emblemático delantero de San Luis y de otros tantos clubes, hace un recorrido por su carrera en la que siempre fue amigo inseparable del gol.
Claudio Morales S. - La Estrella Quillota - Petorca
En la Escuela 18 de La Calera fueron testigos de las primeras pichangas y travesuras de un pelusa llamado Víctor Hugo Cabrera, quien gozaba jugando con la pelotita y yendo a cazar pajaritos al río con sus amigos. Pero fue en Artificio y en Hijuelas, donde ya convertido en adolescente, comenzó a pasar más tiempo en las canchas, en interminables campeonatos de verano, y siempre que podía en realidad.
Sin embargo, el goleador innato que después sería aclamado por inflar redes e inmortalizado por el apodo de "Pititore", evoca que en esos tiempos remotos su afán estaba en el arco propio, no en el del rival.
"Yo jugaba de arquero en esa época, en la semana artificiana, en la semana hijuelense", revela como si nada el Piti, como si fuera posible a estas alturas imaginarlo con guantes y volando de palo a palo para atajar los disparos de sus adversarios. Pero hay personas que se cruzan en nuestro destino y nos cambian el curso de la vida. "Llegó a ver los partidos el "Punto" Silva, que era un veedor de esos que ya no hay ahora. Él iba a todas las canchas que podía para descubrir jugadores. Me vio jugar y al toque me dijo, cabro, tú tenís que ser delantero! Algo vio en mí y no se equivocó", reconoce el crack ochentero de su mentor.
Pero las tareas de Eduardo "Punto" Silva iban más allá de buscar jugadores y reclutarlos para San Luis. El joven Cabrera fue llamado para cumplir con su servicio militar, pero no alcanzó a estar mucho tiempo dentro del Regimiento. "Llevaba como siete meses, pero el Punto me fue a sacar porque era amigo de Ricardo Izurieta Caffarena, que era mayor en esos tiempos, y que también estaba metido en la directiva de San Luis", explica Pititore.
Partida en falso
Integrado al primer equipo canario, el Piti fue testigo cómo Eduardo Silva fue conformando un elenco que llegaría a quedar en la memoria de los quillotanos, pues este este veedor veía jugadores y seguía los datos que le llegaban. Así lo recuerda Cabrera como si fuera ayer, revelando que "al Punto le decían, hay un puntero súper rápido en Quilpué, y así trajo al Pato Yáñez; hay un cabro que corre como el viento en Linares, y así llegó el Pindinga Muñoz; hay un jugador re bueno en Valparaíso, y vino el Patato Martínez; al Mario Figueroa lo trajo de Santiago. Y así desde el año 78 fue armando el equipo". Ese equipo del Centauro estampado en la camiseta amarilla.
Pero Víctor Pititore Cabrera no tuvo un debut muy alentador, ya que relajado como era, y convocado por primera vez a un partido oficial frente a Trasandino en el viejo Municipal de Quillota, el promosirio "9" nunca supo que, como integrante del equipo, debía llegar temprano al recinto de calle Bulnes. "El partido era a las tres y media de la tarde y yo llegué poco antes porque creía que había que presentarse a jugar no más. Así que el Punto me sacó cascando y puso al brasileño Biriva en mi lugar. Para el siguiente partido, que era en Ovalle, llegamos atrasados con el Zorro (Sergio) Salinas y nos fuimos al norte por nuestra cuenta. Llegamos allá, nos llevamos un reto pero igual jugué y anoté uno de los goles. Ganamos 2-1, el otro gol lo hizo el Guatón (Freddy) Bahamondes", destaca Piti.
Esa primera celebración fue la primera de muchas que vendrían. Con la tricota canaria, Pititore y sus compañeros protagonizaron grandes campañas, ascensos y una copa Chile ganada en el estadio Nacional que provocaron la idolatría de la hinchada sanluisina, que gozaba de los goles, y de las volteretas con que celebraba ese centro foward alocado e imparable para los defensas.
Aló piti...
Con los goles a raudales que salían de los botines y la cabeza de Pititore, el jugador llegó a Concepción, y estando ahí recibió el llamado de Clavito (Hernán) Godoy que estaba en Regional Atacama.
En el club que en esos tiempos (1984) representaba a Copiapó, Pititore logró un record que hasta hoy está en los anales de la estadística deportiva, y que él se encarga de resaltar. "Nadie más ha logrado salir goleador de un campeonato con un equipo que se fue al descenso, y yo lo logré al hacer 22 goles ese año". La estadística oficial dice que fueron 18, pero ya en 1981 -en San Luis- el Piti había compartido el honor de ser el máximo anotador del fútbol chileno con Luis Marcoleta y Carlos Caszely. Fueron 20 dianas aquella temporada, tal vez por ahí se le confunden las cifras.